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Superabuelos a la fuerza

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Tres de cada cuatro matrimonios con hijos de entre 6 y 14 años piden ayuda a los abuelos para cuidar a los niños. Un recurso eficaz pero fatigoso para personas cuya capacidad se ha resentido con los años.

Autor: ÁNGEL PEÑA

“Claro que me apetece estar con mi nieto… Pero no es tan fácil. Cuando era joven, lidiaba en casa con mis seis hijos sin problema. Ahora, con la espalda hecha polvo, tengo bastante con cuidar de mi marido, que está muy delicado… Y no tengo la misma paciencia que antes”. Tanto Isabel, a punto de cumplir los 70, como su marido, que los rebasa, deberían llevar años jubilados. Pero a la edad en que se supone que llega la tranquilidad, el descanso y la contemplación, la vida les ha preparado un epílogo laboral.

Tres de cada cuatro matrimonios con hijos de entre 6 y 14 años piden ayuda a los abuelos para cuidar a los niños, según la Encuesta de Infancia en España 2008, elaborado por la Universidad de Comillas, la Fundación SM y el Movimiento Junior.

Un recurso tradicional que está sufriendo una transformación. “Hasta hace poco los abuelos, en sentido metafórico, eran fuente de caricias, manantial de consejos y recomendaciones, refugio ante tiempos de tormenta; hoy suele hablarse de abuelos canguros”, dice Gabriel Dávalos, profesor de Terapia Familiar de la Universidad San Pablo-CEU. Aunque Dávalos matiza: “Afortunadamente, esa función normativa no ha conseguido borrar la afectiva”. Según otra encuesta realizada por Mensajeros por la Paz, al 74,% le gustaría convivir durante algún tiempo con sus abuelos.

Un cariño que los mayores agradecen. Dávalos ve “factores de compensación” como “el fortalecimiento del vínculo afectivo, ser eslabón entre generaciones, sentirse útil y un sin número de momentos gratificantes”. Minerva Donald, profesora de Sociología de la Complutense, distingue entre los cuidadores que viven cerca de los hijos y en la ciudad, que tienen la ventaja de “sentirse útiles”, y los que residen en el campo, para los que la mayor recompensa es “llenar el nido vacío”. En cualquier caso, añade, “no está del todo claro hasta qué punto puede considerarse una ventaja cuando han de hacerlo por obligación, porque de otra forma los hijos no podrían cumplir sus obligaciones laborales”.

AGOTAMIENTO

En los factores de riesgo, Dávalos señala “cansancio, agotamiento, estrés, posibles conflictos intergeneracionales y renunciar a sus propias actividades de ocio, formación, descanso…” Donald, por su parte, apunta que “para muchos, alrededor del 40%, supone una obligación no deseada y una carga, ya que les obliga a romper con su rutina o proyectos. Los que mejor lo llevan son los padres de varones separados. En estos casos casi lo consideran una obligación”.

Además, la legislación española ofrece poco apoyo, apenas el asesoramiento de algunas instituciones regionales u organizaciones sin ánimo de lucro. Aunque el profesor Dávalos conoce “diversas iniciativas de otros países, algunas de ellas a nivel educativo-preventivo, como el caso del Beatitudes Center en Arizona”, cree que “las medidas económicas suelen tener, con frecuencia, un efecto paliativo, y la actuación debe ir más allá: es necesario trabajar la conciencia social de la figura del abuelo”.

TABLA DE SALVACIÓN
• A veces, el recurso a los abuelos no cubre sólo el capricho o la necesidad puntual de unos padres, sino que se convierte en tabla de salvación de nietos desamparados.

• El 14% de niños españoles vive con alguno de sus abuelos porque se han quedado huérfanos o porque sus padres se han separado, según la Encuesta de Infancia en España 2008, elaborado por la Universidad de Comillas, la Fundación SM y el Movimiento Junior.

• Para Gabriel Dávalos,  profesor de Terapia Familiar de la Universidad San Pablo-CEU, desde un punto de vista estructural “los abuelos serían los más indicados para ejecutar este rol; sin embargo, hay una serie de factores que tendrían que ser analizados: cuánta fuerza tienen, de qué medios disponen, quién será el responsable si ellos faltaran, etc.”

• “Muchas veces nos encontramos con la cruda realidad que nos dice que no siempre lo preferible es factible”, concluye Dávalos. La cabeza debe prevalecer frente al corazón.

 

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