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Talentos con necesidades

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Los niños con altas capacidades tienen un potencial que desde sus padres hasta sus profesores deben encauzar. Su finalidad es ayudarles a vivir conforme a sus posibilidades y obtener el mejor provecho de su condición tanto en la formación académica como en el desarrollo educativo y personal.

En opinión de la Doctora en Psicología Teresa Artola, “la mayoría de las investigaciones estiman que el número de niños con altas capacidades oscila entre un 3 y un 5% de la población escolar. En consecuencia, lo esperable sería encontrar al menos uno de estos niños en cada clase de un colegio con una media de entre 25 y 30 alumnos. Los niños con altas capacidades deben pues considerarse algo habitual en la marcha de un colegio”.

Por tanto, añade, “todo cento escolar que aspire a un nivel de calidad educativa debería contemplar diversas medidas para responder a las necesidades especiales de este tipo de alumnos”. Y en este punto juega un papel importante el docente. Dice Artola que “el profesor que tiene en su clase algún niño superdotado, no necesita a su vez ser superdotado, sino simplemente conocer sus características. Ello requiere ser un educador flexible, seguro de sí mismo y preparado para organizar el aprendizaje dinámica y creativamente, así como ayudar a estos alumnos para que desarrollen equilibradamente su personalidad atendiendo a sus necesidades intelectuales y también a las afectivas y sociales”.

Para Pilar Martín Lobo, Doctora en Psicología y Directora del Proyecto AR, de Alto Rendimiento, para alumnos con talento y altas capacidades del Centro Universitario Villanueva de Madrid, el papel de los docentes es clave desde la Educación Infantil de estos alumnos. “Hay profesores que acometen planes para su identificación en el aula, que trabajan en equipo con los orientadores psicopedagógicos del centro educativo y, además, les aplican programas de enriquecimiento en la propia aula”.

En el Máster de Neuropsicología y Educación del Centro Universitario Villanueva de Madrid, “disponemos de la asignatura: “Atención al talento y a los alumnos con altas capacidades” cuyos estudiantes me envían unos trabajos excelentes donde reflejan la aplicación de actividades y programas a estos alumnos: de ampliación curricular, de creatividad y de cooperación con sus compañeros. Manifiestan que la experiencia es muy gratificante; son niños que pueden ayudar mucho a los profesores pero, por otra parte, pueden ser un gran problema si no se encuentra respuesta educativa a sus necesidades”.

EL PAPEL DE LOS PADRES

Es precisamente una respuesta educativa a las necesidades de sus hijos con altas capacidades lo que solicitan los padres de estos niños, muchos de los cuales detectan “tremendas lagunas” en el sistema educativo que los asiste.

Y es que, el papel de los padres en la educación de estos niños es crucial. Así, lo confirma Teresa Artola, “los padres suelen ser los primeros en reconocer la excepcionalidad de sus
hijos, y suelen hacerlo de forma precisa, especialmente en edades tempranas. No obstante, y aunque a menudo no se atreven a manifestarlo por miedo a despertar recelos en el colegio o a que sus hijos sean “etiquetados” o discriminados, es importante contar con su juicio y su opinión a la hora de identificarlos”.

Para Pilar Martín Lobo “tener un hijo con altas capacidades no es un problema. Creo que es una gran oportunidad para toda la familia. Lógicamente, tendrán que plantearse qué pueden solicitar al centro educativo y siempre colaborar estrechamente con los directivos y los profesores de sus hijos”.

DIFERENCIAS EMOCIONALES

Teresa Artola señala que “inteligencia y afectividad no se desarrollan paralelamente en el niño superdotado con lo que, a veces, nos encontramos con un niño de diez años que tiene una edad mental de quince pero la madurez emocional de un niño de diez. Por ejemplo, a menudo la gran inteligencia de estos niños les permite acceder a información sobre muertes, actos terroristas, etc, que no son capaces de asimilar emocionalmente, lo que puede provocarles ansiedad y temores, e incluso es frecuente que se somatice y manifiesten problemas digestivos, cefaleas, terrores nocturnos… Otras veces, los adultos pueden exigirles demasiado, pretendiendo que asuman responsabilidades propias de adultos, cuando siguen siendo niños en el aspecto emocional. Puede entonces aparecer el temor al fracaso, la intelectualización de las emociones como mecanismo de defensa, etcétera. Por tanto no debemos olvidar que, aunque a veces no lo parezca, se trata de niños con necesidades educativas especiales que deben ser atendidas.

NIÑOS COMO LOS DEMÁS

Estos niños con altas capacidades desean que se les trate “como uno más” algo con lo que está de acuerdo Pilar Martín Lobo. “Ya se habla –apunta Martín Lobo- de que tienen “necesidades específicas”, más que necesidades especiales. Ellos quieren ser admitidos como un niño más. De hecho, un alto porcentaje suspende y tiene bajo rendimiento escolar para ser aceptado por profesores y compañeros. Por nuestra parte, padres y profesores, podemos atenderles, escucharles, proponerles actividades de cooperación, de ampliación… y siempre valorarles y exigirles como a los demás, pero teniendo en cuenta sus capacidades y favoreciendo lo que necesitan para ser felices”.

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