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'Un pequeño mundo': en el patio de recreo

El 25 de febrero llega a los cines, de la mano de Avalon, 'Un pequeño mundo', filme que se adentra en el acoso escolar y que describe las dificultades que tienen los docentes y directivos para atajarlo: con frecuencia se ven desbordados o no saben cuál es el mejor modo de actuar.
José Mª ArestéLunes, 7 de febrero de 2022
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Trailer de 'Un pequeño mundo', un relato profundo del bullying | © AVALON

Sorprendente debut en el largometraje de la guionista y directora belga Laura Wandel, deudor sin duda del cine de sus compatriotas hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Se trata de una historia minimalista, muy cercana en su naturalidad al “cinéma verité”, que atrapa a la perfección la primera experiencia escolar de su pequeña protagonista Nora, de pocos años, que acude al colegio esperando la protección de su hermano mayor, Abel. Aquello va a suponer su primer contacto con el mundo exterior, distinto al entorno familiar, que nunca veremos. En efecto, toda la narración transcurre en el centro docente, y sobre todo en los momentos de recreo, ya sea el patio, los pasillos, el baño, el comedor, la piscina.

Wandel apuesta por ofrecer el punto de vista de Nora, en una auténtica experiencia inmersiva para el espectador que a un servidor le hizo pensar en El hijo de Saúl, aunque este film cuente una historia completamente diversa. La cámara está a la altura infantil, y con frecuencia casi todos los personajes están fuera de foco. A ella siempre la veremos nítida, y a algunos de los niños que interactúan con ella, también su hermano, y adultos como el padre y la profesora, aunque a veces con medio cuerpo, no veremos sus rostros ni no se ponen a la altura de la pequeña.

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Es una historia minimalista, muy cercana en su naturalidad al “cinéma verité”, que atrapa a la perfección la primera experiencia escolar de su pequeña protagonista Nora

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Se trata de una de varias atrevidas decisiones estéticas que funcionan, como también lo es el uso extensivo del sonido del bullicio clásico del patio de recreo, prescindiendo en cambio de acompañamiento musical. También se apuesta por no dar toda la información que el espectador quisiera tener, por ejemplo, resulta inevitable preguntarse dónde está la madre de Nora y Abel, pero no se nos ofrece respuesta; podemos jugar a adivinar, porque sin duda que en la profesora, la pequeña en cierto parece reconocer una suerte de figura materna que sustituye a la ausente.

El milagro que logra la cineasta es atrapar la evolución de la fuerte Nora, de inocencia absoluta cuando es una recién llegada, a la asimilación de conceptos como el acoso escolar que sufre Abel, con una indefensión que le resulta incomprensible, y que le hace desarrollar hacia él sentimientos ambivalentes. También surgen los primeros pequeños conflictos morales, como si debería hacer caso al hermano y callar las burlas crueles de los otros niños, o decirlo al padre y a los profesores; y es testigo de manifestaciones de maldad entre los chavales, incluida la exclusión, que le hace sufrir.

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La película describe las dificultades que tienen los docentes para atajar todos los problemas que surgen en un centro, con frecuencia se ven desbordados o no saben cuál es el mejor modo de actuar

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Además la asaltan preguntas sobre por qué papá no trabaja, y no dejan de hacerle mella los despiadados comentarios de alguna amiguita al respecto. La película describe también el centro educativo, y las dificultades que tienen los docentes y directivos para atajar todos los problemas que surgen, con frecuencia se ven desbordados, o no saben cuál es el mejor modo de actuar.

La pequeña Maya Vanderbeque hace un trabajo sensacional, se trata de una niña muy expresiva, y nos creemos todo el viaje emocional que emprende y que nos describe el film. También resulta perfecto Günter Duret, que comunica la necesaria fragilidad. El papel de los adultos es de menor impacto, pero lo hacen bien también Karim Leklou y Laura Verlinden, como padre y profesora.

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