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Niños de un orfanato ucraniano buscan la normalidad en un colegio de Salamanca

El Colegio "La Inmaculada", una institución con una amplia trayectoria en la acogida de menores extranjeros ubicada en el municipio salmantino de Armenteros, acoge desde hace algo más de dos semanas a 85 niños procedentes de un orfanato bombardeado por Rusia en la localidad ucraniana de Mariupol, de donde partieron para buscar la normalidad y alejarse de la guerra.
EfeLunes, 25 de abril de 2022
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Después de que llegaran a este municipio salmantino, de 200 habitantes y ubicado en la comarca de Alba de Tormes, de la mano de la Fundación Madrina y las ONG Coprodeli y Angels’Faces, los pequeños, la mayoría con necesidades especiales, hacen una vida normal, según han señalado a Efe fuentes del centro, que mañana será visitado por el presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Se desplazará para conocer el trabajo que realiza la Fundación Madrina, encargada de la atención sanitaria y educativa de los niños, así como de organizar actividades, ropa, alimentación y todo tipo de atenciones que necesitan los menores.

El Colegio de Armenteros siempre ha sido, desde que se creó en 1960 por un sacerdote, Juan Trujillano, ya fallecido, un lugar de Salamanca donde han convivido niños de diferentes edades y de diferente procedencia, convirtiéndose en un verdadero crisol de culturas, por lo que ha recibido diferentes reconocimientos.

Ahora, y como confirmó el consejero de Economía y Hacienda y portavoz de la Junta, Carlos Fernández Carriedo, el pasado 7 de abril, este colegio tiene entre sus paredes a 85 niños y 17 adultos, 84 de ellos con necesidades especiales, procedentes de un orfanato bombardeado en la localidad ucraniana de Mariupol. Los niños, cuya tutela aún pertenece al Estado ucranio, tienen entre siete y 17 años, reciben atención en contacto directo con la Junta de Castilla y León para prestar el servicio en las mejores condiciones posibles.

Este colegio pasó de tener completas sus instalaciones, allá por los últimos años del pasado siglo XX y los primeros del XXI, con cientos de niños de diferentes países, de distintas religiones y con todo tipo de problemas, a tener que reclamar ayudas para su subsistencia, sobre todo tras la muerte de su creador, el sacerdote Juan Trujillano. Llegó a dar cobijo a cerca de 800 alumnos, de los que se encargaban medio centenar de profesores y otros tantos trabajadores.

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