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María Soto: "Tus hijos no pueden perderse a la persona que eres por esa expectativa de madre que la sociedad nos ha creado"

María Soto ha lanzado su segundo libro 'Confianza cien, expectativa cero' que ofrece herramientas para mirar a la infancia desde una mirada de respeto y confianza que favorece su aprendizaje aplicando los principios de la Disciplina Positiva.
Raquel Hernández MorontaMartes, 17 de mayo de 2022
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María Soto se encarga de difundir y ofrecer herramientas a las familias para aplicar la Disciplina Positiva en la Educación de la infancia.

María Soto estudió Logopedia y, más adelante, mientras cursaba Psicología, descubrió la Disciplina Positiva y se certificó como facilitadora por la Positive Discipline Association. Además, es la creadora del proyecto Educa Bonito que se encarga de difundir la Disciplina Positiva ante familias y docentes. Actualmente está desarrollando la Fundación Educa Bonito para impulsar aún más esa difusión.

Recientemente ha lanzado su segundo libro: Confianza cien, expectativa cero que profundiza más en la base de la Disciplina Positiva ofreciendo herramientas para educar a la infancia desde el respeto. 

¿Qué es la Disciplina Positiva en Educación?

— Es un cambio de mirada y de paradigma, que nos coloca en una posición de horizontalidad con la infancia en la que poder establecer una conexión mucho más efectiva si nuestro propósito es enseñar. La Disciplina Positiva nos ayuda a conectarnos en horizontalidad para establecer una relación de respeto con los niños y desde ahí ellos quieran aprender de nosotros. El hecho de que una persona quiera aprender de otra no se basa en que una de ellas quiera enseñar, sino en que la infancia se sienta segura y conectada para querer aprender. Además, la Disciplina Positiva nos da las herramientas para hacerlo.

En tu experiencia como madre, ¿te costó conectar con tus hijos?

— No me costó, desde que el mayor tenía un año fue cuando yo empecé a aplicar todo esto, y a partir de entonces ya lo he aplicado desde el minuto uno. A mí siempre me ha funcionado, es considerar que la infancia son personas que merecen el mismo respeto y simplemente están aprendiendo los códigos de pertenencia de la sociedad. Es literalmente, mencionando a Luis Pescetti,  “como si fueran inmigrantes en nuestro mundo de adultos”. A una persona que viene de fuera la tratas con respeto, la enseñas con compasión, paciencia y empatía, pues a la infancia con más razón. Entonces a mí no me ha costado nada conectar con ellos y las personas que aplican el método comentan que de verdad funciona.

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La disciplina positiva nos ayuda a conectarnos en horizontalidad para establecer una relación de respeto con los niños y desde ahí ellos quieran aprender de nosotros

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¿Qué herramientas facilitan esta conexión y esta mirada desde el respeto?

— Más que una herramienta es un concepto, nosotros pensamos que la infancia son seres inacabados e incompletos y que nosotros tenemos que ayudarles a ser. El concepto clave es mirar a la infancia como seres completos, que tienen ya todas las habilidades sociales para crecer. Nosotros simplemente tenemos que aportarles experiencias sociales y educativas que les ayuden a practicar estas habilidades. Entonces, esta perspectiva desde la que mirar, tanto a hijos como a alumnos, nos coloca a nosotros en una posición más horizontal y de respeto. El momento en el que el niño se siente respetado y tenido en cuenta está mucho más predispuesto a aprender y a conectarse contigo.

¿Cuál es el error más frecuente que comenten los padres a la hora de educar a sus hijos?

— Yo creo que posicionarse en una mirada de autoridad, desde arriba, como si no fueran personas completas. Desde ahí se crea una desconexión brutal en la que el niño no se siente seguro ni capaz de enfrentarse a las situaciones del día a día, y como la necesidad básica del ser humano es la de pertenencia imagínate como es sentirte fuera constantemente. Si aprendiéramos a mirar a los niños con confianza, los niños podrían desarrollar todas esas capacidades que ya tienen.

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El momento en el que el niño se siente respetado y tenido en cuenta está mucho más predispuesto a aprender y a conectarse contigo

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¿Cómo surge la idea de tu segundo libro Confianza cien, expectativa cero?

— Después de haber escrito el primero, Educa Bonito, con los conceptos más básicos de la disciplina positiva y después de estar casi ocho años difundiendo el mensaje; me di cuenta precisamente de lo que hablamos, de que si no hay un cambio de mirada, si no confiamos plenamente en las capacidades de la infancia y las capacidades nuestras como adulto de poder acompañarla y no nos borramos todas las creencias limitantes y todas las expectativas que tenemos, es muy difícil aplicar la Disciplina Positiva.

Este segundo libro es como una revisión: ya tenemos las herramientas y entendemos cómo funciona la Disciplina Positiva, pero tenemos que ir a la base para poder seguir aplicándola a lo largo del tiempo, sino llega un momento en el que ya no nos funciona porque volvemos a caer en la desconfianza, mirar a los niños desde una expectativa “ya debería estar pasando esto». Aporta también herramientas nuevas que hemos aprendido durante estos años de difusión a través del trabajo con familias.

¿A quién está dirigido el libro?

— A cualquier persona que trabaje con la infancia, esté a diario con la infancia o cualquier persona que tenga el privilegio de acompañar a la infancia.

Realmente el libro es un mantra para cualquier tipo de relación social, con cualquier persona, en cualquier momento. Si no estás confiando 100% en que todo lo que sucede es para un aprendizaje y no te liberas de tus expectativas, esa relación no va a funcionar. Ya no solamente madres, padres… si no para cualquier relación social está pensado el contenido del libro.

¿Es necesario haber leído Educa Bonito para leer tu segundo libro?

— Se puede leer este libro primero y después el anterior, también encajaría. Este libro camina en lo que en el primero quedaba en la superficie. Confianza cien, expectativa cero profundiza y aclara. Se puede empezar por este y luego por el otro o simplemente leer uno de los dos porque son completos en sí mismos. No se trata de una segunda parte.

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Si no estás confiando 100% en que todo lo que sucede es para un aprendizaje y no te liberas de tus expectativas, esa relación no va a funcionar

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¿Crees que la confianza en uno mismo se tiene de forma innata o se puede conseguir trabajando?

— La confianza en uno mismo se tiene innata y se va perdiendo a lo largo de la infancia dependiendo de cómo nos acompañen en el conductismo. El conductismo es la metodología que ha imperado hasta este momento, basada en el condicionamiento, castigo, premio. Y esa metodología es la que hizo que perdiéramos la confianza.

Nosotros cuando nacemos, lo hacemos conectados con el entorno a través de los sentidos y es ese acompañar basado en la negación del error, aunque la esencia del crecimiento sea cometer errores, lo que hace que perdamos la confianza porque nos están mirando desde el juicio. El conductismo mira a la infancia desde el juicio, desde «esto está bien o esto está mal». Si una persona nos mira juzgándonos nos bloqueamos, pues a los niños les pasa lo mismo.

¿Qué herramientas pueden revivir esa confianza en uno mismo?

— En el libro esto se refleja, tenemos que volver a redefinir el concepto del error. En el libro también se habla del concepto de autoestima que viene de la sensación de sentirme capaz, ¿y cómo me siento más capaz todavía? Pues fallando y superando mis errores. Entonces, para volver a recuperar esa confianza basada en mi necesidad de superación y mi curiosidad por el mundo, hay que redefinir el error.

Los adultos en vez de estar tratando de evitar errores con los niños, debemos tratar de acoger y recibir los errores infantiles como oportunidades de aprendizaje, sin juzgarlos ni pretender evitarlos. Se habla mucho de prevenir, de corregir… lo que realmente tenemos que hacer es construir. Construir a partir del error. Este sería el camino para volver a recuperar la confianza.

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Los adultos en vez de estar tratando de evitar errores con los niños, deben tratar de acoger y recibir los errores infantiles como oportunidades de aprendizaje, sin juzgarlos ni pretender evitarlos

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¿Cuáles son las expectativas negativas que suelen tener los padres?

— Ya solamente el concepto de mamá en sí mismo es una etiqueta bastante tóxica hoy en día. Se han puesto muchas expectativas en torno a lo que es la figura de madre: esa madre perfecta, feliz, que nunca se enfada, que siempre está mona. Esa sería la primera expectativa y más grande porque es de la que parte todo. Otro ejemplo es la creencia de que un niño bueno o responsable es uno que no comete errores, cuando realmente una persona responsable es aquella que se hace cargo de sus errores.

Hay muchos conceptos que se han desvirtuado y nos han colocado esas creencias de manera totalmente antinatural. De hecho, yo muchas veces comento a las madres que nuestros hijos se están perdiendo a la persona que somos por tener a la mamá que nos hemos creído que somos. A las madres les digo tú no eres mamá, tú eres Marta, Sandra, Julia… tus hijos no pueden perderse a la persona que eres por esa expectativa de madre que la sociedad nos ha creado. Y lo mismo con el concepto de cómo tienen que ser los hijos: simpáticos, buenos, cariñosos… No, los niños pasan por fases y esas fases cada vez son más complicadas porque en el mundo en el que vivimos no hay espacio para los niños. El mundo es un lugar completamente adultocentrista y las infancias se revuelven porque no tienen un lugar significante. Hay muchos conceptos que nos colocan expectativas muy desequilibradas.

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El mundo es un lugar completamente adultocentrista y las infancias se revuelven porque no tienen un lugar significante

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¿Qué palabras o expresiones deben evitarse en la Educación de la infancia?

— Cualquier juicio o comparación. Nos cuesta muchísimo evitarlo, estamos constantemente opinando desde que tenemos las redes sociales que se basan en estar diciendo lo que te gusta y no te gusta, y juzgando continuamente. Eso es lo que frena a las infancias, sentirse juzgadas. Los padres deberíamos acompañar, describir, agradecer.

Por otro lado, el refuerzo positivo. El refuerzo positivo lo utilizamos como compensación a los enfados y a los castigos y es muy peligroso porque crea una adicción muy potente a la aprobación externa. Nos creemos que estamos haciendo sentir bien a nuestros hijos cuando les decimos lo bien que están haciendo las cosas y con eso solo impedimos que desarrollen su criterio propio. En la Disciplina Positiva y en este segundo libro, ofrecemos alternativas a este refuerzo positivo: qué hacer cuando tus hijos realmente toman buenas decisiones y quieres acompañarlos en eso.

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Eso es lo que frena a las infancias, sentirse juzgadas. Los padres deberíamos acompañar, describir, agradecer

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¿Crees que la mentalidad de las generaciones que ahora están siendo padres ha cambiado lo suficiente para llevar a cabo este tipo de Educación?

— Yo quiero creer que cada vez hay más gente consciente de que tener hijos no es simplemente cumplir una especie de rutina social: me caso, tengo una hipoteca, tengo hijos… Cada vez hay más gente consciente de que los hijos son personas desde que nacen y merecen un respeto y un acompañamiento digno.

A nivel Educación, la sociedad se está radicalizando hacia los extremos, cada vez hay más gente consciente, pero también hay más gente que rechaza esto y está volviendo al castigo extremo, a la permisidad extrema… al conductismo. Creo que hay que hacer una labor precisamente de consciencia, ¿cuál es el propósito de la Educación?, ¿qué el niño nos obedezca o acompañar desde una posición de respeto y no estar constantemente diciéndoles a los niños qué tiene que hacer o juzgándoles?

También creo que la pandemia ha descolocado cosas que ya se estaban colocando. Antes de la pandemia había muchísima gente acudiendo a las formaciones, interesándose por la pedagogía respetuosa… Pero ahora parece que el miedo ha ralentizado un poquito este proceso de cambio de paradigma social.

¿Se puede aplicar la Disciplina Positiva a los colegios?

— Nosotros desde la Fundación Educa Bonito hacemos lo que son los planes de convivencia. Todos los colegios deben de tener su plan de convivencia, su protocolo de actuación para preservar una convivencia equilibrada. Nosotros tenemos herramientas aplicables al aula para que los niños desarrollen esa necesidad básica de pertenencia utilizando las horas que están en el colegio, en comunidad, para que practiquen y para que aprovechen esa fortaleza. Los niños no van solo al colegio para aprender materias, también van al colegio a desarrollar sus capacidades sociales. La Disciplina Positiva tiene dos pilares fundamentales: la familia y el aula. De hecho, los docentes que la aplican reportan muchísimos beneficios en el aula, mucha conexión, y se tienen que esforzar la mitad por enseñar porque la Disciplina Positiva les ofrece herramientas para que los niños les miren desde la curiosidad y piensen «ese es mi maestro y está aquí para ayudarme a seguir aprendiendo». Mejora mucho las relaciones en el aula.

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Los niños no van solo al colegio para aprender materias, también van al colegio a desarrollar sus capacidades sociales

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