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¿Por qué hace falta una asignatura de Educación Psicológica?

La autora subraya la necesidad de incorporar una nueva asignatura, de la mano de la neurociencia, a cargo de personas que hayan estudiado Psicología, que enseñe a desenvolverse socialmente y afrontar emocionalmente los problemas.
Genoveva Vera
Psicóloga y docente | Doctoranda en Educación Psicológica
23 de agosto de 2022
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Para la autora, debería haber una asignatura de Educación Psicológica, igual que hay una asignatura de Educación Física. © PRONOIA

En la primera parte de esta tribuna, hablaba del contexto por el que se hace necesaria una asignatura de Educación Psicológica en el currículum. Actualmente el sistema educativo enseña conocimientos técnicos; muchos de ellos no se sabe si van a necesitarse dentro de 20 años, cuando se tenga edad para entrar en el mercado laboral. Sin embargo, no se enseña a desenvolverse socialmente, que, sí o sí, se va a hacer toda la vida. Y tampoco se enseña a afrontar emocionalmente los cambios y los problemas en la vida que, sí o sí, se van a tener toda la vida.

En la escuela no se enseña a desenvolverse socialmente ni a afrontar emocionalmente los cambios y problemas que, sí o sí, se van a tener toda la vida

Por eso, se hace necesario que la Educación Psicológica, de la mano de la neurociencia, entre en las aulas como una asignatura más; en todo el sistema educativo: desde las escuelas infantiles hasta la universidad. Los profesionales de la psicología tienen los recursos y estarían más que dispuestos para empezar a enseñarlos. ¡Ah!, no, perdón, que no todos los profesionales de la psicología están a favor de esta asignatura porque algunos —espero que sean muy pocos— piensan que eso les va a quitar trabajo en sus gabinetes psicológicos. Esto daría para otro artículo.

Y sí, tienen que impartirla las personas que han estudiado Psicología, porque se trata de contenidos psicológicos y estos profesionales llevan muchos años de universidad formándose en ello. Un profesor, por ejemplo, de Matemáticas ha estudiado contenidos de Matemáticas e imparte esos contenidos; no enseña Lengua u otra asignatura para la que no está preparado. Es decir, no se les puede pedir que enseñen contenidos psicológicos de tipo emocional o social porque, tristemente, muchos de ellos no tienen los recursos con los que gestionar sus propias emociones y carecen de habilidades sociales, tal vez porque tampoco se les ha enseñado. Y no es suficiente hacer un curso de unos fines de semana de inteligencia emocional o de mindfulness para sentirse capacitados para dotar de recursos psicológicos al alumnado. Sería como hacer un curso de primeros auxilios y sentirse capacitados para hacer intervenciones quirúrgicas o tratar enfermedades. Como diría mi madre: “zapatero a tus zapatos”. Las buenas intenciones son muy de agradecer, pero no son suficientes para prevenir los problemas psicológicos.

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No es suficiente hacer un curso de unos fines de semana de inteligencia emocional o de mindfulness para sentirse capacitados para dotar de recursos psicológicos al alumnado

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Las casi 4.000 personas que se suicidan cada año —unas 300 son adolescentes y jóvenes menores de 29 años— lo hacen porque están sufriendo, porque están sumergidas en un dolor emocional intenso, provocado en su mayor parte por temas sociales, y se sienten maltratadas, abandonadas, rechazadas, en soledad, con falta de afecto y de atención, presionadas por su entorno, la incertidumbre, etc. Si todas estas personas hubieran tenido recursos para gestionar esas emociones dolorosas, muchas de ellas las habrían puesto en práctica en lugar de recurrir a las conductas suicidas, autolíticas. De hecho, muchos de los y las adolescentes que se autolesionan lo hacen para tratar de mitigar el dolor emocional que están sufriendo.

De la misma manera, muchos de los comportamientos violentos hacia otras personas también están provocados por la falta de recursos personales, como la gestión emocional y las habilidades sociales. La falta de autoestima y muchos de los complejos de inferioridad e inseguridad a veces están detrás de muchos actos violentos hacia otras personas. El no saber canalizar la frustración, la rabia, el orgullo, la vergüenza o el rechazo se suele traducir también en actos violentos.

No saber canalizar la frustración, la rabia, el orgullo, la vergüenza o el rechazo se suele traducir también en actos violentos

Ante todo esto, yo me pregunto una y otra vez: ¿cómo puede ser que a estas alturas del siglo que vivimos aún no se impartan herramientas psicológicas en el sistema educativo? ¿Cómo es posible que no se apliquen en las aulas muchos de los descubrimientos que ha realizado la neurociencia? Conocimientos y herramientas que proveería a los niños, niñas y adolescentes de recursos para afrontar situaciones sociales complicadas, etapas de cambio vitales, que generan emociones dolorosas y desagradables, canalizándolas, en muchas ocasiones, a través de conductas agresivas hacia los demás y hacia sí mismas. Conocimientos y herramientas que ayudarían a desarrollar el potencial de las personas a su máxima expresión.

No entiendo que, habiendo una asignatura de Educación Física, no haya otra de Educación Psicológica. Todos, absolutamente el cien por cien de la población, deseamos para nosotros, y para los nuestros, ser felices. Sin embargo, ¿qué recursos tenemos para conseguir ser más felices o para recuperar la felicidad después de haber pasado por momentos adversos? ¿Dónde se obtienen los recursos para ello?

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No entiendo que, habiendo una asignatura de Educación Física, no haya otra de Educación Psicológica

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Me parece súper injusto que el sistema educativo sólo se ocupe de formar a los niños y niñas de una manera cultural y de cara a que tengan una profesión. Sería de mucha utilidad que también se ocupara de formarles en cómo controlar sus miedos, cómo controlar su rabia y su odio para no tener que recurrir a la violencia como la única manera de desahogar sus emociones negativas desbordadas; enseñarles también a gestionar su tristeza, su frustración y su impotencia para no tener que recurrir al consumo de sustancias tóxicas o al suicidio como la única manera de afrontar sus problemas. Enseñarles también a desarrollar sus habilidades sociales para no tener que recurrir a las agresiones como la única forma de afrontar las situaciones de conflicto que se generan en las relaciones con otras personas. Enseñarles a desarrollar su empatía y el respeto por la diversidad y la necesidad de que la gente piense de forma diferente, para que nuestra sociedad pueda seguir creciendo de forma saludable. Enseñarles a ver que tienen que mantener un equilibrio entre sus derechos y sus obligaciones para con los demás. Enseñarles a quererse, a confiar en sí mismos, sin pensar que son inferiores al resto del mundo, pero tampoco superiores. Técnicas para desarrollar su autoestima y su autoconfianza.

Soy consciente de que algunos padres y madres están capacitados para poder llevar a cabo de forma exitosa este tipo de Educación, pero hay muchos niños y niñas que viven en familias desestructuradas, donde el conflicto, las discusiones y la falta de respeto es el aire que respiran día a día; familias de pobreza emocional y de habilidades sociales. El sistema educativo es muy justo porque llega al cien por cien de la población. Hay que luchar contra esta pobreza también, no solo la económica.

Los niños y niñas de ahora reciben prácticamente la misma Educación de hace 50 años y la vida actual no se parece prácticamente en nada a esa época. El sistema educativo se ha quedado obsoleto y hay que reformarlo para adaptarlo a las circunstancias actuales. Necesitamos que haya nuevas asignaturas que hagan mejores personas, además de buenos profesionales. La asignatura de Educación Psicológica contribuiría a hacer mejores personas, y más felices, lo que justificaría su presencia en el sistema educativo.

En nuestras manos está darles a nuestros niños la oportunidad de no convertirse en delincuentes o en víctimas. ¿O crees que a ellos y a ellas les gustaría serlo? ¿O crees que a los padres y madres les gustará que su hijo se convierta en un delincuente o en una víctima? Pues sabed, padres y madres, que alguno de vuestros hijos e hijas, lo serán. ¿Estoy diciendo algo que no se ajusta a la realidad?

En nuestras manos está reducir el número de delitos, de suicidios y de sufrimiento en las familias, en la sociedad. Reconozco que se están tomando medidas, pero si los suicidios y la violencia aumentan cada año, está claro que no son suficientes o no son las apropiadas. Estoy completamente convencida de que, aunque no sería la panacea, la asignatura de Educación Psicológica reduciría mucho esas cifras. La salud mental, producto de contenidos psicológicos, es la base de la construcción de la personalidad, es la base del desarrollo sano de las personas y de sus talentos; incluso del rendimiento (todos rendimos más cuando estamos psicológicamente bien); es la base del bienestar de las familias, de los colegios, de las empresas, de las sociedades; es la base del respeto por la diversidad y por las diferentes formas de pensar. Vivimos en una sociedad crispada, en la que el miedo se impone a la hora de expresarse, por miedo al insulto o al rechazo. Se están perdiendo muchos valores y, sobre todo, el respeto. Cada vez abunda más el egocentrismo.

Soy consciente de que hay muchas personas en contra de que esta asignatura entre en el sistema educativo. Muchas tienen miedo de perder sus puestos de trabajo, algo que no está justificado. El sistema educativo debe darle cabida a la Educación Psicológica. Los problemas de salud mental generan muertes, es una realidad. Esto debería estar por encima del bien personal, porque a todos, de alguna manera, nos toca.

También soy consciente de que esto podría suponer alterar el orden del sistema educativo. Pero es necesario innovar, evolucionar, adaptarse a las demandas de la sociedad. Muchos padres y madres necesitan ayuda. Se encuentran, en muchos casos, sin saber cómo tratar a sus hijos e hijas, ni cómo ayudarles. Pero, cómo les van a ayudar si muchos de ellos han pasado, o están pasando por los mismos problemas y no saben cómo afrontarlos. Los padres, madres y el profesorado, necesitan apoyo en este sentido de cosas. El sistema educativo debe echar una mano y enseñar contenidos psicológicos.

La Educación Psicológica enseña y proporciona herramientas para gestionar las emociones, para desarrollar las habilidades sociales, para desarrollar las capacidades cognitivas que favorezcan el desarrollo de una personalidad saludable y creativa, favorecer el desarrollo de las fortalezas de las personas, dotarles de herramientas de tipo adaptativo para que puedan afrontar las habituales etapas de cambio que provocan estrés y ansiedad. Es decir, va más allá de la Educación emocional, va al núcleo de la esencia de la persona, a partir de la cual se irá desarrollando su personalidad para convertirse en una persona de bien. Nuestros niños y niñas no se merecen convertirse en malas personas, podemos evitarlo o, al menos reducirlo.

Soy consciente de que es un artículo que puede impactar, pero ¿he escrito algo que no se cumplirá? No basta sólo con mirar de frente el problema en toda su dimensión. Es necesario, imprescindible, afrontar de forma preventiva la salud mental de nuestros niños y niñas para poder vivir en un mundo mucho mejor y ser aún más felices, porque ese es el gran objetivo de todos: Ser felices. Y desde el sistema educativo nos aseguramos de que este aprendizaje llegue al cien por cien de la población y que no sea solo la suerte de unos pocos, que asisten a centros escolares donde esto ya se está impartiendo de alguna manera.

Innovar cuesta, y a veces al innovador se le ve como un peligro, como una amenaza, porque, como decía Jáuregui Oroquieta, se salta las reglas de juego establecidas e imperantes.  A veces, se le tiene por loco, se le ridiculiza y hasta se le intenta desacreditar. “Este es uno de los precios que hay que pagar”, alegaba el filósofo, sociólogo y antropólogo Jáuregui.

¿Es una locura querer implantar una asignatura en el sistema educativo que contribuya al aprendizaje de ser más felices? Pues si lo es, yo me considero la loca número uno. Estoy segura de que más de una persona que me está leyendo está pensando que soy una ridícula absurda, una loca. Pero también estoy segura de que otras muchas ya formaban parte de este grupo de locos y de locas que piensan que se puede aprender a ser más felices. Cada persona es libre de elegir en qué grupo quiere estar.

Gracias por leerme hasta el final.

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