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La pornografía incrementa el riesgo y la permisividad en las relaciones sexuales de los adolescentes

Los expertos coinciden, además, en que la exposición a este tipo de contenidos les hace más proclives a desarrollar conductas de riesgo y al consumo de alcohol y otras sustancias. Sin embargo, falta evidencia empírica respecto a su vinculación con comportamientos sexuales violentos.
RedacciónLunes, 19 de septiembre de 2022
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La comunidad científica asocia el uso de pornografía en menores con una mayor permisividad en las relaciones sexuales y les hace más proclives a poner en práctica determinadas conductas de riesgo, como hablar de sexo con extraños, y al consumo de alcohol y otras sustancias. Además, podría vincularse con un empeoramiento de la convivencia familiar y con sus compañeros. Así lo refleja el análisis elaborado por los investigadores Gemma Mestre-Bach, de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), y Carlos Chiclana-Actis, de la Universidad CEU San Pablo, a partir de los estudios publicados a lo largo de los últimos 15 años en las bases de datos científicas PubMed y Google Scholar.

En el artículo Factores asociados al uso adolescente de la pornografía: una revisión narrativa, estos investigadores constatan la falta de consenso entre la comunidad científica respecto a esta problemática, debido a las dificultades que entraña su investigación. Así, por ejemplo, falta evidencia científica respecto a su vinculación con comportamientos sexuales violentos, un asunto objeto de preocupación social.

“La investigación presenta varios problemas, el primero es la propia concepción de qué es o no pornografía, que varía según las culturas o épocas. Incluso entre la propia comunidad científica hay quien opina que no se debe patologizar el acceso de los menores a este tipo de contenidos. Que se estudie el comportamiento de menores también complica la investigación, porque requiere de la autorización de los padres”, explica Mestre-Bach.

Además, existen dificultades metodológicas: “Hay una falta de consenso sobre cómo se deben medir estos efectos. Es sorprendente que la ciencia esté tan avanzada en el estudio de otros fenómenos sociales pero no en este, lo que muestra que puede ser un tema tabú, que se ha contemplado como si fuera una preocupación exclusivamente moral, que se ha mirado para otro lado, o sin más que internet ha ido más rápido que la ciencia”, añade esta investigadora.

Internet ha generalizado el acceso de los menores a la pornografía, permitiéndoles hacerlo en el anonimato. En los adolescentes, el cerebro se encuentra todavía en desarrollo, razón por la que son más vulnerables ante este tipo de material que los adultos. Algunos de los estudios analizados muestran conclusiones preocupantes, por ejemplo que el visionado regular de contenidos pornográficos podría estar relacionado con que se asuman y/o soliciten comportamientos sexuales violentos. Pero se precisa más evidencia empírica para obtener resultados concluyentes.

Llamada a la prudencia

“No hay apenas estudios longitudinales -aquellos que analizan al mismo grupo de personas en diversos momentos a lo largo de un periodo de tiempo- que son los que permiten establecer una relación causal”, asegura la investigadora de UNIR, que hace una llamada a la prudencia a la hora de abordar los diversos factores que pueden asociarse al uso de pornografía en los adolescentes.

Este trabajo que ha realizado junto con el profesor Chiclana-Actis se plantea como “un punto de partida para conocer en qué momento nos encontramos”, indica la experta.

Principales puntos de consenso

Las conclusiones que concitan el consenso en la comunidad científica asocian el uso de pornografía a un mayor interés por la sexualidad en adolescentes; al desarrollo de conductas más permisivas en las relaciones sexuales; al consumo de alcohol y otras sustancias y a problemas en las relaciones familiares y con sus compañeros.

No obstante, como apunta Mestre-Bach, “los estudios longitudinales parecen no encontrar una asociación clara entre uso de pornografía y violencia en adolescentes. Algún estudio sugiere que solo se daría esta asociación en sujetos con mayor vulnerabilidad y solo al consumir pornografía de contenido violento, aunque se requiere más investigación al respecto”.

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