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Xus Martín: "No funciona enfocar el fracaso escolar sin considerar su dimensión social"

La pedagoga y experta en jóvenes en riesgo de exclusión social Xus Martín destaca el potencial que pueden llegar a tener estos estudiantes si la sociedad y el sistema educativo dejan de lado los estigmas negativos.
Marta Peiro del ValleMiércoles, 1 de marzo de 2023
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Xus Martín escucha con atención durante una charla. / XUS MARTÍN

No todos los jóvenes gozan de las mismas oportunidades, tampoco en cuanto a Educación se refiere. Mientras el debate sobre si son ellos los que no se esfuerzan y abandonan el sistema educativo o si es el propio sistema el que los olvida persiste en la sociedad actual, profesionales como Xus Martín, profesora titular de la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y experta en adolescentes en riesgo de exclusión, tratan de proponer iniciativas para que la comunidad educativa sea más inclusiva y estos adolescentes también encuentren su espacio en ella.

«Entornos que capacitan. Intervención con adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión» parte de la idea de que estos estudiantes no están negados para aprender o para vivir en comunidad y pone el foco en los entornos en los que se mueven, tanto a nivel personal y familiar… como educativo. La obra, escrita por Martín y la también pedagoga María López-Dóriga, aborda la necesidad de una Educación que explote las capacidades que estos adolescentes no han desarrollado, y propone medidas para intervenir. Medidas que, según cuenta Martín a este medio, ya se están aplicando.

Pregunta.– ¿Por qué este libro? ¿Cuál es la necesidad de escribir en torno a este tema?
Respuesta.– El libro pretende visibilizar y dar a conocer el buen hacer y la intensa tarea que realizan las entidades socioeducativas que atienden a adolescentes y jóvenes en riesgo de exclusión, una labor prácticamente desconocida a nivel social. Pero también nos gustaría ayudar a introducir una mirada más amable de estos chicos y chicas, sobre los que se proyectan muchos estereotipos.

¿Cómo afecta el entorno a la decisión de un joven de abandonar el sistema educativo?
–Los estudios sociológicos y pedagógicos muestran cómo el entorno afecta de manera muy significativa, cuando no determinante. Estos estudios avalan la tesis de que el proceso de exclusión educativa se experimenta de forma diferente en función del lugar que ocupan los individuos en la estructura social y muestran cómo el fracaso escolar es un fenómeno que se concentra en los barrios de renta más baja. También es importante destacar que en ocasiones el joven abandona el sistema educativo tras años de percibir que el sistema educativo le ha abandonado a él o a ella.

¿Qué se puede hacer para apoyar a los estudiantes con unas circunstancias desfavorecidas? ¿Realmente hay alguna manera de acompañar y apoyar a las familias o ayudar con las circunstancias de estos alumnos para que puedan tener una educación como el resto?
–Conocemos el impacto negativo de algunas intervenciones que no funcionan y que, pese a ello, se mantienen. Por ejemplo, sabemos que no funcionan las escuelas segregadas en las que se acumula un alto porcentaje de alumnado en riesgo de exclusión. La redistribución de este alumnado en distintos centros sería una medida a favor de una mayor igualdad de oportunidades.

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El proceso de exclusión educativa se experimenta de forma diferente en función del lugar que ocupan los individuos en la estructura social

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No funciona tampoco enfocar el fracaso escolar como si fuera estrictamente un problema individual sin considerar su dimensión social. Cuando se cae en este error las “soluciones” que se buscan van dirigidas exclusivamente al alumno que sufre el fracaso, pero no inciden en los contextos que con frecuencia lo provocan.

¿Qué rol deben adquirir las familias?
–Las familias son un agente imprescindible, pero no suficiente para lograr un proceso educativo óptimo de sus hijos e hijas. Ellas solas no pueden revertir una situación de exclusión de las que muchas veces son las primeras víctimas. Recordemos que el fracaso escolar afecta especialmente a chicos y chicas que provienen de familias con estatus tanto socioeconómico como instructivo bajo.

¿Por qué hay una percepción tan negativa a nivel social de estos jóvenes? ¿Cómo romper con ese estigma de que quienes toman esta decisión son “vagos”?
–La percepción que se tiene de estos jóvenes obedece más a los prejuicios que se proyectan sobre ellos que a un conocimiento real de este colectivo. Para romper con el estigma es necesario crear condiciones y escenarios que permitan a los jóvenes mostrar otra imagen de sí mismos. En el libro se recogen propuestas educativas que les sitúan en un rol distinto al que están habituados: en lugar de considerarles personas con limitaciones se les sitúa en el rol de dar, de contribuir con su esfuerzo al bien de la comunidad.

En las actividades en las que el joven realiza un servicio en una entidad del barrio es en las que adquiere una serie de aprendizajes y desarrolla sus capacidades. Este tipo de tareas han ayudado a los vecinos y vecinas del barrio a mirar de otra manera a estos jóvenes, a descubrir lo mucho que pueden aportar y a contar con ellos.

En el libro proponéis trabajar en cinco capacidades clave. ¿Cómo pueden afectar estas dimensiones a los jóvenes en riesgo de exclusión a nivel educativo? ¿En cuáles hay mayor necesidad de incidir, de haber alguna que sobresalga?

–Las cinco capacidades- conocerse a sí mismo, establecer relaciones personales, sentirse miembro un grupo, vincularse socialmente, y formarse y emanciparse –tienen un carácter sistémico y se refuerzan entre sí. Aun cuando cada una de ellas apunta a una finalidad específica y plantea retos concretos, estas no se desarrollan de manera aislada unas de otras. Por el contrario, mantienen relaciones de complementariedad y de interdependencia mutua que permiten abordar la educación de forma integral.

Creemos que la mejor intervención es aquella que tiene en cuenta todas las capacidades y sabe valorar aquellas en las que es más necesario incidir para cada grupo.

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Para romper con el estigma social sobre estos chicos es necesario crear condiciones y escenarios que les permitan mostrar otra imagen de sí mismos

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Para cada una de las citadas capacidades, proponéis posibles intervenciones. ¿Se llevan a cabo en la realidad? En caso negativo, ¿por qué no? ¿Cómo enfocarlo para lograr resultados satisfactorios?
–Las propuestas que recogemos las hemos podido observar o bien las hemos ayudado a implementar en distintas entidades socioeducativas. Por lo tanto, sí que se llevan a cabo. La pregunta es si se trata de intervenciones generalizadas o no.

Aunque en la práctica educativa cualquiera de estas capacidades se activa de manera espontánea, para garantizar una aceleración en los procesos de capacitación de los jóvenes conviene introducir la reflexión sobre las capacidades en los equipos educativos, buscarle un espacio en las programaciones, sistematizar metodologías didácticas y organizar actividades que las movilicen. Esta reflexión sobre el tema probablemente no se esté dando de manera generalizada en los centros educativos.

¿Destinan los suficientes recursos y esfuerzos las instituciones educativas o ignoran conscientemente a estos alumnos? ¿Cuál es la razón, falta de recursos económicos o humanos?
–Sabemos que son muchos los docentes se esfuerzan por hacer de los institutos lugares más inclusivos capaces de acoger y ayudar a aquellos que lo ponen más difícil. Sin embargo, los jóvenes, de manera reiterada, expresan que se han sentido excluidos y marginados en el propio centro educativo y critican que no han contado con la protección y el cuidado que merecían. Creen que muchos profesores no esperaban nada de ellos, que les daban por perdidos y que por eso les dejaban al margen.

Las entidades socio-educativas que los acogen ponen de manifiesto que adolescentes y jóvenes que han tenido procesos formativos en situaciones de desventaja social requieren de una atención más personalizada. En estas entidades las agrupaciones de alumnos son notablemente más reducidas que en los centros ordinarios, un hecho que facilita un mayor conocimiento y seguimiento de cada joven. También el currículo adaptado propio de estas entidades incorpora tipologías de actividades más diversas que activan habilidades no estrictamente académicas.

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Cada joven es mucho más de lo que muestra en un momento concreto y complicado de su vida

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¿Cómo romper ese círculo vicioso entre la desmotivación de los estudiantes, que ignoran sus propios talentos, y la falta de intención de las instituciones y el entorno?
–Quizás el problema tenga que ver con un currículo poco atento a la diversidad y cierto desconocimiento por parte de la sociedad. Nos gustaría pensar que las propuestas que se recogen en el libro, que han sido aplicadas, ayudan a mitigar ambos déficits.

Por una parte, aportan a los centros sugerencias prácticas, pero también nuevas miradas hacia este colectivo. Por otra, hay propuestas orientadas a poner a los jóvenes en contacto directo con entidades, centros, instituciones y servicios del barrio. Se trata de intervenciones en las que se trabaja de manera sistemática la implicación de cada joven en su proceso educativo. Una educación que se dirige a activar capacidades que por motivos diversos han quedado bloqueadas es, en sí misma, una apuesta inclusiva.

¿Les dariais algún mensaje a estos estudiantes o a sus familias? ¿Y a la sociedad, para que cambie su mentalidad?
–Empecemos por el final. A la sociedad recordarle (recordarnos) que cada joven es mucho más de lo que muestra en un momento concreto y complicado de su vida, y que, por supuesto es mucho más de los errores que pueda cometer. Que como sociedad no nos podemos permitir el lujo de prescindir de la fuerza, el talento y las capacidades de los jóvenes (de ninguno).

Y a los estudiantes y a sus familias nos gustaría transmitirles sobre todo esperanza y decirles que “no tiren la toalla”, que no se conformen ni se adapten a la situación de marginalidad en la que se encuentran. Hacemos nuestra la frase del profesor Tomas Bulat cuando afirma que “Cuando uno nace pobre, estudiar es el más grande acto de rebeldía”. En este sentido les pediríamos que fueran muy rebeldes.

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