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Esperanza lejos del hogar

Cuando hablamos de niños y niñas desplazados de sus hogares debido a guerras, conflictos o desastres naturales es posible que lo primero que pensemos es en la necesidad de ofrecerles refugio, alimentación y atención sanitaria. Pero la Educación también es un derecho fundamental de la infancia que no puede quedar en suspenso. Ofrecer un entorno seguro de aprendizaje de calidad también es una prioridad.  
Magdalena BrierViernes, 16 de junio de 2023
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Imagen de niños refugiados en la isla de Lesbos.

La infancia en situación de refugio tiene cinco veces más probabilidades de quedarse sin escolarizar y casi la mitad de la población infantil refugiada (el 48%) no asiste a la escuela, según las estadísticas que maneja Acnur. Este año, el Día Mundial del Refugiado se conmemora con el lema “Esperanza lejos del hogar. Por un mundo inclusivo con las personas refugiadas”. La inclusión educativa es precisamente uno de los deberes urgentes que se han de llevar a cabo, tanto por el presente como por el futuro de los más pequeños.

En el presente, ir a la escuela supone tener acceso a un lugar donde, aunque sea por unas horas al día, pueden disfrutar de su infancia con garantías. Crear rutinas, relacionarse con el resto de estudiantes y con el profesorado, descubrir otras realidades, jugar, etc., son formas de conectar con una vida normal, fuera de la dura realidad a la que se tienen que enfrentar cuando toca el timbre.

También son formas de conectar con el futuro, con la posibilidad de planear sus proyectos de vida. La Educación es el paso fundamental para abrirse camino hacia las oportunidades, para encontrar una vocación y perseguir objetivos vitales.

Pero uno de los mayores desafíos es conseguir que los niños y las niñas acudan a la escuela. En este sentido, la Educación digital está demostrando ser de gran ayuda en contextos tan vulnerables como los humanitarios y de emergencia. Al ser con mucha probabilidad el único (y en muchos casos el primer) punto de encuentro con la tecnología, se convierte en un aliciente para los estudiantes.

La Educación digital está demostrando ser de gran ayuda en contextos tan vulnerables como los humanitarios y de emergencia

La tecnología y la innovación aplicadas a la educación ofrecen una forma mucho más amena, visual e interactiva de aprender y adquirir competencias básicas como las matemáticas o la lectoescritura. Pero además facilitan la labor docente en un aula donde las barreras se multiplican, empezando por las comunicativas, ya que se atiende a estudiantes de diversas nacionalidades y, por tanto, con diferentes lenguas. Dar clase con el apoyo de tablets, por ejemplo, ayuda en este sentido, como cuenta Elijah Mpona, un programador congoleño refugiado en Malaui que ahora ejerce de profesor de tecnología en el campo de refugiados de Dzaleka.

Los campos y asentamientos de refugiados suelen situarse en zonas rurales y muy remotas, lo que dificulta la llegada de material escolar básico como libros. Pero cuando llega la tecnología se abre un nuevo abanico de posibilidades. Alex Nkurunziza, director de estudios de una escuela de primaria en el campamento de Mugombwa, al sur de Ruanda, comenta que gracias a las TIC se dieron cuenta de que los niños y las niñas no solo pueden explorar lo que pasa a su alrededor, sino también lo que está pasando en el mundo.

La Educación digital es una herramienta transformadora para la inclusión de la infancia refugiada. Pues esa conexión con el mundo, esa vivencia como un estudiante más, es trascendental cuando se trata de mantener la esperanza lejos del hogar.

Magdalena Brier es la directora general de ProFuturo, el programa de Educación digital impulsado por Fundación Telefónica y Fundación ”la Caixa”.

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