Expresión artística y expresión propia
Un modo de motivar a nuestro alumnado es, después de haber participado en varias actividades de grupo, proponer la realización de un proyecto individual. © ADOBE STOCK
Durante la ESO es fundamental que nuestros alumnos y alumnas, teniendo como base la educación recibida en Primaria, comprendan aún mejor las posibilidades de la expresión artística. Y también se pretende que desarrollen un modo personal de interpretar y representar la realidad.
Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que les quedan muchos años a través de los cuales descubrir su propio hacer. Aunque algunos estudiantes cursando la Educación Secundaria realicen trabajos originales, difícilmente habrán consolidado esa supuesta forma de expresión propia que se quiere potenciar en la asignatura.
Lo que sí podemos hacer, como docentes, es enseñarles a reconocer en sus trabajos lo que es inherente y lo que no. Dentro de lo que les pertenece, se pueden ver formas y trazos únicos o modos particulares de componer, así como una aplicación del color que transmita algo más que una reproducción de la realidad. Y dentro de lo que no es propio, se encontrarían las múltiples influencias de otros artistas. Esto por supuesto no es negativo, al contrario, pues todos aprendemos de quien nos ha precedido.
También contamos con que, en los cursos finales de Secundaria, la edad del alumnado nos permite ampliar las fuentes de aprendizaje sobre el contenido de las obras o la personalidad de los artistas. A esto sumamos la mayor capacidad para comprender qué es la expresión artística y cómo aplicarla en distintas salidas profesionales. Ello motivará a los chicos y chicas y les ayudará a reconocer una posible vocación.
Es importante además que conozcan el marco teórico que acompaña al arte. Es decir, es bueno para el alumnado apreciar las posibilidades comunicativas de la expresión artística y cómo estas se han investigado. Para ello les mostraremos diversas técnicas y valoraremos el acto creativo como lenguaje.
Aunque la expresión artística es básica y puramente visual, puede analizarse haciendo uso del lenguaje hablado y escrito para transmitir su significado. Y, además, de este modo, se comprende que lo que un artista expresa no está aislado de la sociedad en que vive.
Entonces, como docentes, debemos plantear la asignatura como una experiencia abierta a influencias y cambios, lo que nos obliga a enseñar de manera dinámica y aplicable al mundo actual. Luego, tendremos que ver cómo responde la clase.
Más allá de las generalidades, sabemos que no todos nuestros alumnos van a obtener iguales resultados. Por ejemplo, los elementos de configuración bidimensional comprenden percibir los puntos y las líneas junto con las manchas. Las cualidades expresivas de estos elementos se equilibran con la luz que define el volumen y con ello se generan distintas composiciones. Aunque esto sucede físicamente del mismo modo en los dibujos de todos, cada uno puede trasladar al papel su propia visión. Por lo tanto, también tendremos que tener en cuenta que, a menos que copien, no pintarán o dibujarán lo mismo y de la misma forma. Unos dibujos serán más exitosos que otros.
No obstante, como nadie debe sentirse mal por ello, nunca valoraremos el trabajo de nuestros alumnos si no es para hacer una crítica constructiva. No debemos olvidar que solo estamos acompañando en un proceso de aprendizaje que, en definitiva, no tiene fin.
Es más, es muy probable que, según la persona, la comprensión de la representación tridimensional sea alcanzada en momentos distintos. Ya sea con dibujos a mano alzada, como aplicando la geometría descriptiva, algunos serán muy hábiles y otros tardarán más. Este ritmo es al que nosotros debemos ajustarnos, más allá de cumplir con un programa o currículo. Por supuesto que no es fácil porque requiere una enseñanza individual.
Sin embargo, hay estrategias que pueden ayudarnos. Resumo a continuación algunos ejemplos que quizás ya has puesto en práctica en tu aula.
Potenciar la figura del tutor en clase
Es decir, recurriríamos a la ayuda entre compañeros. Sin menospreciar a nadie, los que tengan más soltura o seguridad pueden adoptar el papel de tutor para ayudar a los demás.
Aunque no es tarea fácil, dada la edad de los chicos y chicas en la etapa adolescente, consiguen relacionarse sin demasiada dificultad. En el escenario actual, estos estudiantes ya fueron niños y niñas que crecieron con compañeros de distintas razas y origen. Es decir, ya aprendieron desde pequeños, asimilándolo naturalmente, a superar prejuicios, así como a rechazar discriminaciones. Por lo tanto, se pueden sentir responsables y dispuestos a ayudar a cualquiera de sus compañeros.
Relajar el ritmo de trabajo
Brindar el tiempo necesario para resolver problemas, ya sea en dibujo técnico o artístico, es primordial. Además, estaremos poniendo en valor el trabajo en equipo y la integración. A veces se gana más yendo más despacio. O sea, que no consiste solo en cumplir con un programa educativo. Y, si no, que se lo digan al profesor y fotógrafo Victorino García Calderón. Es una curiosa historia.
Mostrar la diversidad en el arte
Algo que abre sus mentes y les motiva es ponerles ejemplos de diferentes pintores, escultores, grabadores o diseñadores y hablar de su crecimiento artístico. Es más, podemos incluso construir nosotros el discurso que les permita conocer tanto a hombres como mujeres que quizás la historia no ha llegado a destacar. Pero, si también han aportado su granito de arena en el desarrollo de la plástica y la expresión artística, son dignos de conocer.
Ampliar el conocimiento sobre materiales
La gama de posibles materiales es muy amplia y puede haber algunos que se nos pasen por alto. Y siempre podemos aprender algo nuevo sobre la aplicación de los que ya hemos utilizado. En este sentido, leer estudios de los maestros en la educación plástica puede ayudarnos. Seguramente encontraremos puntos de vista que puedan enriquecer los proyectos que proponemos a nuestros alumnos, sea cual sea el curso en el que se encuentren.
Recomiendo la lectura de la memoria titulada Uso de materiales no tradicionales en el proceso creativo artístico: aplicaciones a la enseñanza, presentada para optar al grado de doctor por Luis Antonio Carpintero Zendejas y dirigida por el Dr. Manuel Sánchez Méndez, en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.
Poner en valor nuestra asignatura
Otro aspecto a considerar sería que nuestro alumnado valore la asignatura y comprenda su función. La expresión artística suele ser un concepto algo relegado a un sector particular de la sociedad. Sin embargo, eso está cambiando poco a poco y nosotros podemos contribuir a que verdaderamente deje huella.
Para ello, podemos hablarles sobre los múltiples trabajos de investigación que se realizan, los autores que han dedicado sus publicaciones a las técnicas, el color, la visión espacial o las bases del diseño. También sería interesante explicar cómo una obra de arte llega a una galería y el papel de un curador. Asimismo, sobre como un decorador transmite sus ideas y cómo elige las pinturas, esculturas, lámparas y adornos varios para su proyecto. Además, cómo se ilustran los libros de texto y los cuentos para niños, explicando el proceso editorial. Son muchos los campos donde los chicos y chicas pueden ver posibles aplicaciones de lo que están aprendiendo.
Animar a realizar un proyecto propio
Un modo de motivar a nuestro alumnado es, después de haber participado en varias actividades de grupo, proponer la realización de un proyecto individual. Para ello analizaremos cuáles son las destrezas que mejor ha desarrollado cada uno durante el curso y en base a ello les pediremos que elijan libremente qué les gustaría realizar. Puede ser un cuento ilustrado, un libro artístico, una pintura, un dibujo, una pequeña escultura, incluso una performance.
Esto despertará su interés y podrá volcar en el proceso todos sus conocimientos por muy básicos que sean. Aunque nuestra guía sea necesaria, cada uno será capaz de visualizar y crear algo propio.
Enseñar nuestro trabajo
Finalmente puede ser instructivo para nuestros alumnos y alumnas que vean cómo nosotros mismos aprendimos a dibujar o diseñar. Mostrarles ejemplos de nuestros trabajos y de cómo solucionamos los posibles problemas, les hace entender que nosotros pasamos por lo mismo que ellos o por una experiencia parecida.