Paola Roig: "Más allá de nuestros hijos, las madres somos seres con ilusiones, sueños, cosas que nos ocupan"
Paola Roig (derecha) charla con Marta Peiro (izquierda) en el estudio audiovisual de Magisterio. ®MAGISTERIO.
Nos dan la vida. Nos cuidan cuando somos pequeños (y no tan pequeños). Nos crían, nos enseñan valores, nos protegen de un mundo que cada vez parece más loco e incierto, procurando darnos los recursos para que aprendamos a caminar por nuestro propio pie. Nos dan su amor siendo conscientes de que, si bien en nuestros primeros años seremos completamente dependientes y las necesitaremos para todo, un día nos separaremos de su lado para hacer nuestra propia vida, seguir nuestro propio camino… muchas veces lejos de ellas. La maternidad. Las madres.
En El café frío, la cerveza caliente, el lector no solo conoce a Mariona, la madre que todos los días despierta y viste a sus hijos, les prepara el desayuno y la mochila, les lleva y trae del colegio, les ayuda a hacer los deberes, les divierte, les ducha y pone el pijama, les prepara la cena y les acuesta. En este libro, el lector conoce a Mariona, la mujer que trabaja, por su familia y por sí misma. La mujer que desea. La mujer que tiene sueños, hobbies, que quiere vivir aventuras. La mujer que quiere vivir, disfrutar, no perderse la vida… que, a veces, parece pasar por delante de sus ojos, incontrolable.
Y sí, también, la mujer que sufre, que siente ansiedad, rabia, culpa, pena, tristeza…
Paola Roig es mujer, madre, psicóloga perinatal, acompañante de mujeres que están viviendo el proceso de la maternidad, escritora, podcaster… no necesariamente en ese orden. Siento que llega al estudio a grabar un episodio de Cómo está el patio sin saber muy bien qué va a ocurrir en ese ratito que vamos a hablar.
Lo que ocurre son 20 minutos de charla en la que profundizamos en el mundo de la maternidad, con sus bondades y dificultades. En la que reflexionamos y nos planteamos si las mujeres se convierten en madres porque realmente quieren… o porque nuestra sociedad, nuestra cultura, nos indica que es «lo que debemos hacer». En la que habla de los sentimientos de culpa que sienten muchas madres. De la sensación de no dar a basto, de no llegar a todo («¿qué es todo?»).
Y reclama el derecho de las mujeres con hijos a quejarse. Y critica esos discursos de «todo lo que una madre debe hacer para ser una madre ideal». Y analiza la hostilidad del entorno para ser madre en el siglo XXI. Y las renuncias que asumen a la hora de decidir tener un hijo y criarlo. Y la falta de conciliación en el trabajo y en la pareja.
¿Deseo propio o expectativa externa?
Empezamos fuerte: «¿por qué decidiste ser madre?». «Yo creo que es una pregunta casi imposible de responder. Separar el deseo personal del deseo más social o la expectativa social. Pero yo siempre quise ser madre», declara, con convencimiento, consciente de que ésta es una pregunta que «mucha gente no se para a hacerse».
Y cuya respuesta, quizá, también esté influenciada por la cultura en la que vivimos. «Es lo que siempre se ha esperado, es lo que hemos visto en películas, en libros, en todos lados, y es el camino a seguir«. En su caso, afirma que siempre lo había querido. No obstante, califica como «súpervaliente parar y preguntarse, porque es difícil parar y preguntarse las cosas».
Un universo olvidado por la formación en Psicología
A lo largo de la charla, Roig recuerda cómo decidió enfocar su carrera profesional hacia la maternidad. «Yo trabajaba con adolescentes en un centro para jóvenes y me quedé embarazada. Aquí surgieron dos cosas. La primera es que la conciliación era imposible, porque mi trabajo era de tardes y de fines de semana. O sea que adiós a ver a mis hijos si seguía ahí. Y luego que, estando embarazada, yo ya era psicóloga y me di cuenta que yo en la uni no había estudiado nada sobre lo que nos pasa a las madres. Y me voló la cabeza. Y dije «voy a investigar»», cuenta.
Fue entonces cuando descubrió la psicología perinatal, universo que, critica, no trató «en los cuatro años de carrera ni en los tres de máster». «Me parece escandaloso», señala. Este ámbito de la psicología, que engloba todo lo que le pasa a la mujer y a la familia en un embarazo, le llamó la atención. En paralelo, decidió compartir su día a día como madre en Instagram, para «volcar» lo que le «estaba pasando». «Yo creo que sí esperaba que alguien me dijese «yo también, a mí también me pasa esto»», apunta.
El caso es que esa curiosidad por la psicología perinatal y esa visibilidad que fue creciendo en redes sociales le fueron encaminando a lo que vendría: crear Pell a pell para acompañar a mamás y familias con el proceso del embarazo.
Un doble rasero
«La maternidad es de lo más brutal que le puede pasar a alguien en su vida, en todos los sentidos. Brutal de bonito y brutal de terrorífico», asume Roig. Y, en este punto, lanza una observación acerca del doble rasero con el que se mira a las madres. «La queja materna estaba mal vista. Y lo sigo viendo: cuando una madre se queja es como «bueno, pues no haber tenido hijos». Pero vas al gimnasio y te quejas y nadie te dice «bueno, pues no vayas». Se integra la queja. Pero con ser madre… es como si ser madre tuviese que compensar todo y no pudieses ni quejarte«, observa.
No obstante, subraya que las cosas parecen estar mejorando. «Eso se está empezando a romper», considera.
Culpa, miedo, responsabilidad… ¿desconocida?
Como comentaba al principio, en su libro el lector no solo ve a Mariona, la protagonista, como esa madre que llega a todo. También conoce a Mariona, la protagonista, como esa mujer que siente. ¿Qué sintió Roig en su proceso personal? «Yo al principio lo vivía con mucha culpa. Al principio era todo el miedo que sentía, toda la culpa, la responsabilidad«, asegura.
Y vuelve a llamar la atención en torno a lo poco que, realmente, se habla de la maternidad… en todo su esplendor. «Nadie me ha hablado de que, aparte de verle la carita feliz a mi pequeño, voy a sentir el miedo más horrible de mi vida y la culpa más intensa», relata.
No obstante, en su propio proceso, añade, empezó a ver que «tiene sentido que esos sentimientos estén ahí, que no hay nada malo por sentirlo, que forma parte de esta experiencia».
Es decir, madres, que podéis estar tranquilas por todas esas emociones desagradables, por el miedo a equivocaros, a «no llegar, a no ser suficiente». Y, también, por no cumplir con esas listas de lo que, teóricamente y según muchos supuestos gurús de las redes sociales, debería ser la madre perfecta.
En este sentido, avisa, «no puedes resumir en un post de seis diapositivas lo que es ser madre, y mucho menos buena madre. Hay muchos tipos de buenas madres o de madres suficientemente buenas. No solo hay una ni va de diez ítems en una lista». Porque, insiste Roig, «la experiencia materna, la experiencia de la crianza, es mucho más rica que esos ítems».
Un contexto hostil
Y, ¿qué hay de ser madre en el siglo XXI? «El contexto es muy hostil. Siento que ser madre no es tan difícil; lo que es difícil es el contexto en el que somos madres», valora. Según puntualiza, como cualquier tipo de relación, «la experiencia materna tiene trozos grises y oscuros, muchos claroscuros».
No obstante, pone el foco en todo lo que hay más allá de esa relación: «tienes que estar pensando cómo pagar el alquiler, qué va a decir mi jefe si hoy no voy porque mi peque está enfermo, y tengo que comprar las cartulinas del cole…». «Así no se puede. Creo que lo hostil es el contexto en el que estamos siendo madres ahora, sí. Desde luego, no es amable», insiste.
Ese contexto de alquileres (y precios, en general) cada vez más altos, puestos de trabajo cargados de tareas y salarios bajos hace que muchas mujeres, que de pequeñas se imaginaban sujetando a su propio bebé entre sus brazos, desistan de esa idea a medida que se van haciendo mayores y asumen la vida adulta.
Entre otras cosas, las que necesitan para tener (de una forma saludable, claro está) a sus pequeños… y a las que tienen que renunciar (al menos, momentáneamente) para tenerlos. «Cualquier decisión que tomes conlleva unas renuncias. Es decir, si tú decides no ser madre, también habrá unas renuncias. Siempre hay renuncias de todos lados».
El conocido como coste de oportunidad, vaya. Y, sobre todo, la inquietud, porque «no queremos renunciar a nada». En este sentido, Roig lo tiene claro: «para mí es lo mejor que he hecho en mi vida».
Un hijo, ¿una crisis?
Además de todas estas emociones y responsabilidades, la llegada de un hijo o hija supone un cambio en la pareja (de tenerla). Y, muchas veces, dicho cambio conduce a una crisis en la relación. Roig apuesta, en este caso, por darle la vuelta y tomar otra perspectiva: «Una crisis no quiere decir una ruina. Una crisis es un momento de cambio y de transición, y una crisis bien resuelta te trae mogollón de crecimiento«. Según dice, cuando una mujer es madre se está «conociendo como madre, al otro o a la otra como madre o padre».
Ese cambio, señala, puede hacer que se descubra una versión antes desconocida de la pareja. «Los bebés son como pequeños espejos que te enseñan la realidad: partes de ti que te cuesta un montón ver y partes de tu relación de pareja que antes podías no ver, no miro o hacer que no existe, y cuando hay un bebé se te pone delante», explica.
La «fantasía» de la corresponsabilidad
Entonces nos metemos en uno de los grandes temas, de las grandes problemáticas, asociadas con la maternidad: «la fantasía de la corresponsabilidad». «En la mayoría de casos aún no estamos en el 50-50, y creo que es importante decirlo», expone. E incide: «Se nos olvida que al principio la realidad biológica no es 50-50. Entonces, esto del 50-50 no está demasiado claro».
Más allá de eso, recuerda que «queda mucho camino para llegar a este 50-50″. «¿Lo estamos haciendo? Sí. Pero no estamos ahí. Hay que ponerse las pilas«, alienta.
Ayudar y acompañar a otras «mamis»
Para ayudar a otras mujeres con su proceso, Roig y su socia fundaron Pell a pell, un servicio en el que acompañan a otras mujeres con sus embarazos… y todo lo que estos conllevan. «En los embarazos veo susto y mucha exigencia. De… cómo debería comer, qué ejercicio debería hacer, cuántos libros debería leer, cómo va a ser el parto… En el posparto veo mucho susto, como de me había preparado un doctorado y no sabía nada«, resume.
Y hace una observación: «Te encuentras con un bebé y se te mueven todas las cosas. Da igual lo que estudies, porque tienes que andar este camino, y no, leerte diez libros no te lo va a ahorrar«.
Por ello, lanza una recomendación a las madres: «juntarte con otras que estén parecido a ti, hablar de lo que te está sucediendo, entender que no estás sola en esto, pero el camino igualmente lo has de andar».
Con respecto a las madres durante el posparto y en sus primeros años, Roig habla con cierto tono de tristeza: «Lo que veo es a mujeres agotadas. Por toda la carga, por intentar llegar a… todo. Esta sobrecarga, esta autoexigencia voraz y tremenda, que parece que nunca es suficiente…», declara.
Seres «vivientes» y «deseantes»… «más allá de sus hijos»
Además de Pell a pell, Roig trata de acompañar y hacer más llevadero el proceso a cuantas mujeres pueda con otros proyectos. Ahí están como la webserie de Instagram Maternidades, que hizo con su compañera y amiga Andrea Ros durante el confinamiento, y el podcast La vida secreta de las madres, donde hablan de «la intimidad y de lo que nos pasa a nosotras, las madres».
Y es que, tal y como recuerda, una madre sigue siendo un «ser viviente» más allá de sus hijos. «Más allá de nuestros hijos, que a veces se olvida, somos seres deseantes, con ilusiones, con sueños, con cosas que nos preocupan, que nos ocupan… Como… ¿qué está pasando más allá de que tu bebé ha empezado a gatear? ¿Qué te… qué te pasa a ti?».