María Pareja reivindica los rasgos positivos del TDAH: "tambien es ser tenaz, decidida, apasionada y humana"

La escritora y docente María Pareja, autora de la novela juvenil 'TDAH, tenaz, decidida, apasionada, humana', reivindica los rasgos positivos que tiene el TDAH en niñas y adolescentes, la diversidad en el aula como riqueza y la empatía de los docentes, convencida de que un maestro comprometido puede cambiar la vida de un estudiante.
Almudena ÁlvarezMiércoles, 19 de noviembre de 2025
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La docente y escritora Maria Pareja presenta su último libro 'TDAH. Tenaz, decidida, apasionada, humana' durante la XV Jornada sobre TDAH e inclusión celebrada en Palencia.

Con motivo de su participación en la XV Jornada sobre TDA-H celebrada en Palencia –un encuentro que reunió a más de 150 familias, docentes y profesionales bajo el lema Inclusión y TDA-H– conversamos con María Pareja Olcina. Escritora, catedrática de Lengua y Literatura y, por encima de todo, docente, Maria Pareja presentó la ponencia TDA-H en el aula: diversidad, inclusión y estrategias desde la experiencia personal y profesional y su última novela: TDAH. Tenaz, decidida, apasionada, humana, un relato que aborda la vida de Eva, una niña con déficit de atención, que invita a reflexionar sobre una condición tan presente como poco comprendida incluso en el ámbito educativo.

Este libro nace de muchas experiencias acumuladas como docente y como madre. ¿Cuándo empezó realmente este camino?
–La primera vez que tuve en el aula a un niño con TDAH fue en 2009. Aquel alumno tenía un TDAH muy evidente y sus padres, que eran docentes jubilados, se volcaron. El padre vino con un dossier que había elaborado él mismo para explicarme qué era el TDAH. Aquello fue revelador porque entendí que muchas veces quienes han movido el conocimiento y la visibilidad del TDAH han sido las familias y las asociaciones.

Con el tiempo he tenido muchos más alumnos y alumnas con estas características, pero el punto de inflexión llegó cuando diagnosticaron a mi hija en Infantil. Ese diagnóstico derivó en el mío propio. Comprendí que en mi familia llevaba generaciones presente y que afectaba de manera distinta a hombres y mujeres.

Sorprende que incluso con tu experiencia docente no se detectara antes el caso de tu hija. ¿Es todavía difícil identificarlo en el aula?
–Su profesora no supo decirme que tenía TDAH, pero sí me dijo literalmente: «Tu hija no es normal y tendríais que mirarlo». Era el subtipo inatento, que pasa desapercibido. Y a pesar de llevar años en la docencia, tardé en atar cabos.

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La empatía del docente es clave

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En muchos centros, un alumno con TDAH se percibe como un reto añadido. ¿Hay más sensibilidad?
–Depende mucho de la persona. Yo dedico el libro a mi profesora de Primaria, Tarsila. Ella vio mis dificultades cuando no existía ningún tipo de diagnóstico y decidió acompañarme, no estigmatizarme. Me llevaba libros, me los leía, me enseñaba a mi ritmo. La empatía del docente es clave.

A veces la docencia se puede llegar a entender como una lucha entre dos bandos, adolescentes por un lado, adultos por otro, pero si entendemos que todos vamos hacia el mismo lugar, la convivencia cambia radicalmente. Y la mirada hacia el alumnado con TDAH también.

¿Cuáles son los principales retos hoy para alumnado, familias y profesorado?
–El diagnóstico temprano sigue siendo fundamental. En los varones hiperactivos suele llegar a los siete años porque su conducta es muy visible. En niñas, en cambio, la media de diagnóstico está en los 36 años. La sintomatología es más internalizada y muchas veces deriva en problemas como ansiedad, depresión, dificultades para expresarse. Las niñas pasan mucho más desapercibidas.

Por otra parte, el sistema actual sigue exigiendo a cualquier adolescente estar seis o siete horas escuchando clases unidireccionales. Si eso ya es inviable para la mayoría, para alguien con TDAH es imposible. El gran reto es adaptar el aula al mundo real, y no al revés.

En tu caso, ¿qué significó recibir tu propio diagnóstico?
–Una comprensión profunda de mi vida. Yo sufrí muchísimo para estudiar. En mi familia nunca nadie había accedido a estudios superiores, y tuve la suerte de que me apoyaran con profesores particulares y muchísimo acompañamiento. Hoy soy catedrática, profesora y escritora porque una vez que mi cerebro maduró, a mi ritmo, pude desplegar un potencial que antes estaba silenciado.

Por eso insisto en que el TDAH no es limitación. También implica creatividad, intensidad, hiperfoco, sensibilidad. Tiene rasgos positivos que debemos reivindicar.

Ese enfoque positivo parece ser el marco del libro, especialmente por el significado del acrónimo.
–Sí. Cambié las siglas para titularlo Tenaz, Decidida, Apasionada y Humana. También somos todo eso. No quería que las nuevas generaciones se vieran definidas solo por lo más llamativo o disruptivo. Y quería decir públicamente que tengo TDAH porque notaba que a mis alumnos les relajaba, les hacía sentirse vistos.

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La literatura es una herramienta pedagógica poderosísima

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¿Cómo ha sido ese salto hacia la literatura juvenil con un tema tan complejo?
–Yo escribo sobre los problemas de los adolescentes, especialmente los que viven en silencio. Esta novela es ficción, pero está basada en experiencias reales que he conocido como docente y como madre. Sigo convencida de que la literatura es una herramienta pedagógica poderosísima.

El objetivo es llevarla al aula porque yo confío muchísimo en los profesores de literatura y veo que cuando un docente trabaja un libro en grupo y lo acompaña desde el conocimiento, se generan debates muy profundos que ayudan a comprender realidades como el ciberacoso, la ansiedad, las relaciones. Hemos visto que este tipo de debates tiene un impacto muy bueno en los jóvenes. Así que el siguiente paso, era llevar el TDAH a las aulas para que los docentes puedan empatizar con las fases que tiene una niña con TDAH, y también,  para que se entienda dentro de un aula, entre los compañeros. Para mí la literatura es la forma de que otra persona pueda empatizar con una condición como es esta.

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No podemos seguir intentando encajar a todo el alumnado en un mismo molde

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¿De qué trata la historia de Eva, la protagonista?
–El libro narra las vivencias de Eva, una niña con déficit de atención, en sus diversas etapas vitales, desde la infancia hasta la edad adulta, su paso por el aula, la relación con su familia, el impacto del diagnóstico, la medicación, las dificultades y también los talentos. Eva, como todas las personas con TDAH, tiene un cerebro que funciona de forma diferente, una mente intensa, creativa e indomable. Se muestra cómo funciona su mente cuando entra en hiperfoco, que es una de las partes más positivas del TDAH porque, cuando algo nos interesa, no podemos dejar de prestarle atención. Esa capacidad puede convertirse en una fortaleza enorme si está bien acompañada.

¿Qué te gustaría trasmitir a los docentes?
–Que la diversidad en el aula no es un problema, es una riqueza. Que necesitamos estrategias educativas reales, dinámicas prácticas y sensibilidad. Que no podemos seguir intentando encajar a todo el alumnado en un mismo molde.

Y, sobre todo, que un docente comprometido puede cambiar la vida de un estudiante. Yo soy quien soy gracias a una maestra que decidió ver mis potencialidades y no mis dificultades.

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Yo no quería que este libro fuera un caso aislado, sino que muchas niñas y mujeres se vieran reflejadas en él, que se identificaran con el TDAH y no de forma negativa

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Has presentado el libro en Palencia, donde precisamente su asociación ha publicado un libro sobre el TDAH en niñas y mujeres. ¿Por qué era tan importante para ti?
–Porque el TDAH femenino sigue siendo un terreno pendiente. Investigaciones como la que ha desarrollado la asociación de TDAH de Palencia son claves para visibilizarlo. Yo no quería que este libro fuera un caso aislado, sino que muchas niñas y mujeres se vieran reflejadas en él, que se identificaran con el TDAH y no de forma negativa.

En la jornada de Palencia se habló de inclusión. ¿Qué lugar ocupa el TDAH dentro de la inclusión educativa?
–Central. En el aula actual caben todo tipo de cerebros, pero el sistema aún funciona para el alumnado neurotípico. El reto es transformar la mirada, no expulsar a quienes aprenden distinto, sino integrar sus ritmos y talentos. La escuela debería ser el lugar donde más se respire diversidad.

En tus palabras aparece un mensaje esperanzador, pero también urgente. ¿Qué debería cambiar para empezar
–La formación docente. Que todos los profesores comprendan qué es el TDAH, cómo identificarlo, cómo acompañarlo. Y después, la flexibilidad metodológica, menos clase magistral y con más estrategias activas que permitan a cada estudiante aprender desde su manera de estar en el mundo.

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