Metodologías activas en los trabajos cooperativos
Identificar metodologías activas vinculadas a principios cooperativos, democracia participativa e impactos social y sostenible, son tres aspectos que van aquí unidos. © ADOBE STOCK
Estos ámbitos cooperativos, por su esencia, son entornos pedagógicos naturales. Cada miembro ejerce un doble rol: autónomo y parte del equipo, con voz en asambleas y responsabilidad en decisiones estratégicas. Aquí, el aprendizaje cooperativo –con sus principios de interdependencia positiva, responsabilidad individual y metas compartidas– no es una técnica importada, sino el espejo pedagógico del modelo organizativo. Técnicas como la tutoría entre iguales, la enseñanza recíproca o el método jigsaw permiten simular deliberaciones reales, fortaleciendo la capacidad de diálogo y consenso que define la cooperativa.
Identificar metodologías activas vinculadas a principios cooperativos, democracia participativa e impactos social y sostenible, son tres aspectos que van aquí unidos. En adultos, con trayectorias vitales ricas pero ritmos laborales intensos, enfoques como el aprendizaje experiencial o basado en problemas conectan directamente con su realidad. Estudios sobre educación de adultos destacan que estas estrategias mejoran el pensamiento crítico y la retención, al partir de la experiencia previa del alumnado.
Estrategias concretas para ello son: flipped classroom, gamificación y aprendizaje por proyectos. La clase invertida reserva sesiones presenciales para debates y simulaciones, ideal para cooperativistas que compaginan formación y trabajo. La gamificación, con retos ligados a objetivos reales –como optimizar procesos sostenibles–, genera engagement sin caer en superficialidades. Y el aprendizaje por proyectos culmina en diseños aplicables: desde planes de integración de nuevos socios hasta innovaciones ecológicas.
Las herramientas digitales –Moodle, MOOC, apps colaborativas– no pueden tomarse como como fines, sino como soportes para la transición ecológica y el aprendizaje cooperativo. Plataformas que facilitan foros, coedición y votaciones en línea replican la democracia digital de asambleas virtuales, democratizando el acceso en cooperativas multisitio.
Experiencias como las del LANKI Institute (Mondragón) o el Co-operative College ilustran el potencial: programas que integran metodologías activas con gobernanza participativa generan no solo competencias, sino identidad cooperativa fortalecida.
Para formadores, el reto es doble: dominar estas metodologías y adaptarlas a perfiles heterogéneos –con requisitos como ESO o certificados de nivel 1-2–. La evaluación continua, teórico-práctica y basada en rúbricas claras, garantiza competencias transferibles al puesto.
En un contexto de formación permanente obligada por la transición digital y ecológica, los trabajos cooperativos emergen como laboratorios educativos. Las metodologías activas no solo forman técnicos eficientes, sino ciudadanos económicos capaces de autogobernarse. Para la educación de adultos, este programa ofrece un modelo replicable: aprendizaje que coopera, porque la cooperación se aprende cooperando.
