Orienta+: la brújula educativa que impulsa a los jóvenes hacia nuevas oportunidades
La Fundación Tomillo acaba de cumplir 41 años de trabajo comprometido con la promoción educativa y social de la juventud en situación de vulnerabilidad. Cuatro décadas han demostrado que acompañar a las y los jóvenes exige una revisión continua de las prácticas, la creación de conocimiento propio y la capacidad de adaptarse a desafíos que cambian tan rápido como cambia la sociedad. Esa vocación de aprendizaje permanente es la que ha impulsado el desarrollo de modelos innovadores como Orienta+, una propuesta que demuestra que reducir el abandono educativo es posible cuando se sitúa a la persona en el centro.
Orienta+ no sólo acompaña las trayectorias educativas, sino que fortalece competencias clave, genera referentes positivos y ofrece oportunidades reales para ampliar horizontes. Para entender mejor el origen de esta propuesta, su funcionamiento y los retos que implica poner en marcha un modelo integral de acompañamiento, hablamos con Tomás Borgogna, Director de la Unidad de Pedagogía y Desarrollo Metodológico de Fundación Tomillo.
¿Cómo surge el proyecto Orienta+?
–Orienta+ surge como la evolución natural de una trayectoria de más de cuatro décadas de innovación socioeducativa en Fundación Tomillo. En 2022 iniciamos un proceso interno de reflexión participativa que nos permitió mirarnos con honestidad y reconocer que, con el paso del tiempo, habíamos ido configurando una estructura organizativa fragmentada, organizada por programas y departamentos, lo cual dificulta aplicar una mirada verdaderamente integral sobre la trayectoria de cada persona. A partir de estas jornadas de trabajo colectivo, volvimos a hacernos las preguntas fundamentales: cómo trabajamos, por qué lo hacemos así y qué resultados esperamos obtener. Esta revisión profunda fue, precisamente, el punto de partida para diseñar el esqueleto conceptual y metodológico de Orienta+.
¿Cuáles son los objetivos específicos de Orienta+?
–El objetivo más inmediato de Orienta+ es el desarrollo de las competencias socioemocionales. Esta base es la palanca principal para cualquier cambio sostenible y permite fortalecer la autonomía de las personas. Buscamos que cada participante pueda gestionar su propio proceso, sostener compromisos y tomar decisiones responsables sobre su trayectoria educativa y profesional. Como consecuencia directa de este fortalecimiento competencial, facilitamos el acceso y la permanencia en el empleo y la continuidad formativa. Además, Orienta+ aspira a que quienes participan actúen como agentes de cambio en sus comunidades de referencia. El objetivo es que parte de los aprendizajes y habilidades adquiridas se reinviertan en el entorno, contribuyendo al tejido social y reforzando la cohesión comunitaria.
Orienta+ aspira a que quienes participan actúen como agentes de cambio en sus comunidades de referencia
"¿A cuántos jóvenes atiende actualmente el proyecto?
–El proyecto se ha aplicado a 876 jóvenes entre 16 y 29 años de los distintos programas de Fundación Tomillo. Esta primera iteración del modelo además está acompañada por un proceso de evaluación a cargo del grupo de investigación TABA de la UNED que está analizando cuáles han sido los efectos de su aplicación en 510 jóvenes.
¿Qué tipo de perfil participa en el proyecto?
–El perfil tipo que ha participado directamente en el proceso de evaluación tiene entre 16 y 25 años (media cercana a los 18), mayoritariamente se trata de chicos (62%). Casi la mitad cursa FP Básica (49%), un 38% FP de Grado Medio y un 12% Formación Especializada para el Empleo. El 27% tiene nacionalidad extranjera —principalmente de Colombia, Honduras, Perú y Venezuela.
¿Qué metodologías o enfoques pedagógicos y sociales se emplean desde la Fundación para prevenir el abandono educativo temprano?
–En Fundación Tomillo trabajamos desde un enfoque común en todos nuestros programas. En primer lugar, ponemos el foco en el vínculo: la relación es el motor del cambio. En segundo lugar, apostamos por un aprendizaje activo y experiencial. El aprendizaje se construye a través de experiencias reales, vinculadas a contextos profesionales y situaciones auténticas. En tercer lugar, incorporamos el desarrollo socioemocional en todos los programas. No solo trabajamos contenidos técnicos: todas las actividades incluyen objetivos de aprendizaje socioemocional. Contamos con un marco propio, inspirado en el modelo internacional CASEL, que organiza el desarrollo en tres grandes ámbitos: el conocimiento y regulación de una misma persona (YO), las habilidades sociales y relacionales (YO EN RELACIÓN) y la toma de decisiones responsable y el compromiso prosocial (YO EN ACCIÓN). En cuarto lugar, aplicamos una mirada integral del acompañamiento. Nos acercamos a cada joven desde una visión completa de su realidad, teniendo en cuenta no solo su formación o la búsqueda de empleo, sino también factores como la situación familiar, la vivienda, la salud o su red de apoyo. Y, en quinto lugar, trabajamos en red. La intervención integral exige alianzas sólidas con centros educativos, servicios públicos, organizaciones sociales y empresas.
La intervención integral exige alianzas sólidas con centros educativos, servicios públicos, organizaciones sociales y empresas
"¿Cómo intervienen los profesionales de la Fundación en todo este proceso?
–El acompañamiento personalizado se articula a través de una figura clave: la persona referente del itinerario. Cada joven que llega a la entidad es acogido por esta figura profesional, que guía las primeras fases del proceso y establece el marco de confianza necesario para iniciar un trabajo conjunto. La persona, acompañada por su figura de referencia, comienza a diseñar su Plan de Acompañamiento Personalizado (PAP): un documento vivo donde se formulan objetivos, se acuerdan compromisos mutuos y se identifican las palancas de cambio y las actividades formativas, sociales o laborales que mejor pueden favorecer el avance del joven. Refleja sus decisiones, sus ritmos y sus aspiraciones.
¿Qué indicadores utilizáis para evaluar el éxito del proyecto?
–Actualmente, el modelo Orienta+ está siendo evaluado por el grupo de investigación TABA de la UNED, con quién cooperamos estrechamente. La evaluación combina enfoques cuantitativos y cualitativos, de manera que podamos entender tanto los cambios en los participantes como la correcta implementación del modelo. Entre los indicadores cuantitativos que utilizamos para medir el desarrollo de los jóvenes destacan: el Social and Emotional Competences Questionnaire, que mide competencias socioemocionales, la Brief Self-Control Scale, para valorar autocontrol y regulación, la Escala de Autonomía Juvenil, que nos permite ver cómo cada joven gana capacidad para gestionar su vida y decisiones.
Por su parte, las técnicas cualitativas, como focus group u observaciones en aula,
nos ayudan a analizar cómo se aplican los planes de acompañamiento personalizados, los procesos de acogida y otros elementos de innovación social que forman parte de Orienta+.
¿Cuáles han sido los elementos clave que han permitido reducir significativamente la tasa de abandono escolar?
–Por un lado, la aplicación de metodologías activas, que ponen en valor el aprender haciendo y no solo memorizar conceptos. Y, sobre todo, el vínculo positivo que los jóvenes establecen con los profesionales que les acompañan. Sin estos pilares, el resto de la propuesta probablemente no tendría la misma eficacia. Dicho esto, estamos muy atentos a los resultados completos de la evaluación del modelo, que nos darán datos objetivos para entender con más precisión qué funciona y cómo seguir mejorando.
¿Qué desafíos enfrentan hoy en la implementación y expansión del modelo Orienta+?
–El principal desafío en este momento tiene que ver con los tiempos. El modelo Orienta+ se diseñó durante 2024 y comenzó a probarse en 2025. Ahora mismo estamos a la espera de que el equipo de investigación TABA de la UNED finalice el análisis de los datos de esta primera iteración. Esa información será clave para identificar, con evidencia, qué elementos están funcionando bien y cuáles necesitan ajustes.
¿Cuál es el plan a futuro del proyecto?
–A corto plazo, el futuro del proyecto pasa por integrar los resultados de la investigación que está realizando la UNED, que nos ofrecerá una base objetiva para identificar qué elementos del modelo deben reforzarse o ajustarse. En paralelo, estamos trabajando en cómo organizar el modelo en diferentes módulos o paquetes, lo que permitirá dotarlo de mayor flexibilidad y facilitar su uso en otros contextos y tipologías de intervención. Aunque todavía nos encontramos en una fase de análisis de resultados y es pronto para definir un plan de escalado interterritorial, en Tomillo mantenemos una actitud abierta a la transferencia y a la posible replicación del modelo en otras comunidades si las condiciones lo permiten.



