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La Educación sexual que propone el PSOE mezcla contenidos ideológicos y sanitarios

La Ley de Salud Sexual y Reproductiva contempla que la Educación sexual se imparta en todos los centros a partir de los 11 años de forma obligatoria y por parte de profesionales externos al centro, lo cual atentaría a la neutralidad ideológica.
Diego FranceschMartes, 26 de enero de 2010
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Lo anunció hace unos meses la ministra de Sanidad. El Gobierno proyecta implantar Educación sexual en todo el ámbito escolar de forma obligatoria desde los 11 años y por personal ajeno a los centros. El secretario general del Ministerio fue más allá al afirmar que esta asignatura tendrá por objeto derribar tabúes.

La Asociación de Boética de Madrid (Abimad) ha realizado un análisis sobre la conveniencia de este tipo de Educación. El documento, titulado Análisis de Evidencia de Intervenciones Preventivas en Salud Sexual y Repercusiones Éticas afirma que “la eficacia de los programas de Educación sexual basados en la promoción de preservativos y anticoncepción sigue siendo un tema de controversia”. El motivo es que “la base ética para implantarlos a edades tan tempranas como los 11 años no parece estar aclarada, ya que su efecto puede ser perjudicial, alterando el normal desarrollo emocional de los menores”.

El Informe Onusida de noviembre de 2009 recomienda, por otro lado, que los programas “deben ir enfocados a los grupos de riesgo, debiendo abandonarse, por tanto, los mensajes dirigidos al común de la población”.

Según el doctor José Jara, presidente de Abimad, “los objetivos del Proyecto de Ley de Salud Sexual y Reproductiva van más allá de la mera información sanitaria, incluyendo aspectos sobre los que existe una confrontación ideológica en la sociedad”. Este tipo de formación no debería hacerse de espaldas a los padres y al ideario del centro como pretende el Ministerio de Sanidad al adjudicarla a farmacéuticos o personal no docente.

Desde el punto de vista jurídico, además, se vulneraría el derecho de los padres a orientar la educación de sus hijos, como ya fue advertido por el Consejo de Estado, al señalar los riesgos sociales de su implantación.

Inmaculada López, secretaria de la Federación España Educa en Libertad, manifiesta a este respecto que “los padres no van a permitir que el Estado les suplante en esta cuestión de profundo calado moral y vital para el futuro de sus hijos, ya que son éstos quienes mejor pueden conocer su desarrollo psicológico y afectivo de modo individual”. López espera que “los centros no colaboren, en ningún caso, con este proyecto ideológico”.

Desde el punto de vista del personal de Enfermería, Ana de Arístegui reconoce que algunos profesionales dan una información exclusivamente biologicista, recomendando preservativos y anticonceptivos, exclusivamente. De ahí que se demande una formación “más diversificada, que incluya aspectos morales y psicológicos”. Pero los expertos reconocen que “aún así el conflicto puede ser inevitable ya que los padres pueden y deben querer ser los principales responsables de la Educación de sus hijos para que no se banalice el contexto de las relaciones sexuales”.

Abimad recomienda que se realicen campañas para concienciar a los padres aún no implicados en esta tarea educativa. También para que las intervenciones desde el punto de vista de la medicina preventiva se enfoquen sobre los grupos de riesgo siguendo las directrices de los organismos internacionales.

Ética de los contenidos
Aunque para los expertos en Bioética sería deseable que la Educación sexual pudiera ser ofertada en el ámbito educativo desde la neutralidad, es un campo en el que no hay consenso social, sino más bien de enfrentamiento entre dos cosmovisiones éticas acerca de cómo debe vivirse la sexualidad: la Educación basada en compromisos estables y la Educación para la independencia sexual.

En este sentido sería necesario salvaguardar la neutralidad ideológica del Estado ante ambas cosmovisiones. En concreto, los objetivos que la Ley de Salud Sexual y Reproductiva pretende conseguir en el ámbito educativo (Título I, cap. III) respecto a la promoción de la igualdad entre los sexos, por ejemplo, se aborda desde la perspectiva de género, es decir, la visión según la cual los sexos masculino y femenino son sólo construcciones sociales, sin base en la naturaleza.

Lo mismo puede decirse sobre el reconocimiento de la diversidad sexual, el desarrollo armónico de la sexualidad o la prevención de enfermedades de transmisión sexual, la prevención de embarazos no planificados u otros asuntos que se pueden abordar desde distintas perspectivas.

En definitiva, Abimad asegura que “parece constatable que la Educación sexual no puede ser expuesta como un ámbito de neutralidad ideológica salvo que se decida transmitir incertidumbres y dudas a los menores”. En este sentido es cuestionable que profesionales ajenos al centro sean capaces de transmitir una formación colectiva con connotaciones éticas que no les son propias, mejor que los padres, que conocen el desarrollo afectivo y emocional de sus hijos de modo individual.

Mucha menos justificación ética parece haber aún para asumir que estos profesionales desarrollen su labor educativa a espaldas o en contraposición a los padres y violando los derechos inherentes a la patria potestad.

Al margen de los padres
Aunque las campañas de salud sexual dirigidas a adolescentes en España no parecen haber tenido en cuenta el medio familiar, diversas encuestas revelan que los jóvenes desearían poder hablar con libertad de estos temas con sus padres. Y, en este sentido, echan en falta que se les expliquen habilidades de comunicación con el sexo opuesto, mejoras en el aprendizaje de la resolución de conflictos y de aspectos relacionados con el respeto mutuo y la explotación sexual.

Además, en estas mismas encuestas manifiestan problemas a la hora de expresar sus propias necesidades y deseos, y se tienen que acoplar en bastantes casos a las presiones del grupo al que pertenecen o de su pareja.

Desde el punto de vista jurídico, el Consejo de Estado ya ha emitido dictamen y manifestado dudas en relación con el artículo 27.3 de la Constitución, que se refiere a la formación religiosa y moral de acuerdo a las convicciones. “Es claro –dice el Consejo de Estado– que la Educación sexual puede incidir en tales convicciones”.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos avalaba y confirmaba esta doctrina en la Sentencia 1976/5, de 7 de diciembre, en relación con el caso Handyside contra el Reino Unido, al afirmar que se “debe excluir toda tendencia al adoctrinamiento, de modo que no debe exaltar el sexo ni incitar a los alumnos a dedicarse precozmente a prácticas peligrosas para su equilibrio, su salud o reprensible para los padres”.

En definitiva, la sexualidad no es un mero problema sanitario. Los mensajes deberían revisarse y adecuarse al contexto de los destinatarios, involucrar a la familia, y no caer en reduccionismos ni prejuicios.

Lo que dice la Bioética

La Asociación de Bioética de Madrid hace las siguientes reflexiones:

–Visión reduccionista
La sexualidad excede la visión puramente anatómica o fisiológica.

–Libertad ideológica
No puede ser enseñada de modo neutral ya que no puede ser entendida como mera información, sino como formación. El modo de vivirla implica una gran carga ética.

–No está clara la eficacia
No se ha logrado establecer claramente la eficacia de dicho tipo de intervención sobre la prevención de embarazos no deseados ni sobre el número de abortos.

–Experiencia de los EEUU
En países como los EEUU, donde existen estos programas desde hace décadas, prevalecen tasas de embarazos en la adolescencia, abortos y enfermedades de transmisión sexual mucho más elevadas que en nuestro país.

–Opciones no impuestas
Diferentes opciones libres sobre el ejercicio de la sexualidad no pueden imponerse obligatoriamente como correctas, ni siquiera proponerse como deseables a los menores.

–Terminología
“Sexo seguro”, “sexo responsable” y otras expresiones para justificar la introducción en la escuela de la Educación sexual no son realistas y pueden crear falsas expectativas.

–Edad apropiada
Hablar de Educación sexual a edades tempranas puede desajustar el desarrollo psicoafectivo de la infancia y puede dar lugar a mayor precocidad.

La Educación sexual por países

La tasa de abortos en nuestro país es de las más bajas de Europa, situándose sólo por encima de Bélgica, Holanda y Austria (2006). en el Informe de 2008 esta tasa se sitúa en 11,7 por 1.000 mujeres en edad fértil.

Esta tasa es cinco veces superior en EEUU y tres veces superior en el Reino Unido. Tanto en EEUU como en Canadá, los programas escolares no están funcionando en cuanto a prevención.

En Suecia, la Educación sexual obligatoria desde edades tempranas y la atención sanitaria pública dirigida a adolescentes no ha logrado mejorías significativas en embarazos ni enfermedades de transmisión sexual. El uso de preservativos sigue sin ser mayoritariamente aceptado por los adolescentes, a pesar de las recomendaciones sobre su uso en este país.

Después de tres años de campaña centrada en el sexo seguro, en Suiza el porcentaje de adolescentes de 16 años que mantienen relaciones sexuales completas se ha incrementado de un 36% inicial a un 57% en mujeres y desde un 58% a un 63% en los varones. La proporción de varones que usaba preservativo seguía siendo baja.

El Informe Onusida de noviembre de 2009 pone de manifiesto que la tasa de contagios entre hombres entre 2000 y 2005 aumentó un 3,3% al año. La media de la UE en ese período: 40%.

Lo que dicen las encuestas

La primera vez
En el Reino Unido, alrededor del 10% de los jóvenes afirma que se encontraba ebrio cuando tuvo su primera relación sexual y el 11% de las chicas menciona haber sido presionada por sus compañeros sexuales en esas primeras relaciones.

Por debajo de 16 años
Por debajo de los 16 años, entre la tercera parte y la mitad de los encuestados manifestaron que sus relaciones sexuales se realizaron sin protección, no por falta de información sino por valoraciones personales en relación con la espontaneidad del acto sexual.

El entorno familiar
La familia sigue siendo imprescindible para desarrollar convicciones respecto a la actividad sexual personal, evitando situaciones de riesgo. Los intentos de paliar esta formación a nivel educativo no se muestran capaces de transmitir cambios de actitudes con auténtico impacto social en la adopción de conductas más responsables de los jóvenes.

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