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La importancia del profesor-orientador

Rodrigo SantodomingoMartes, 11 de octubre de 2016
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El profesorado tiene una elevada influencia en el desarrollo vocacional del alumnado, ya sea por acción o por omisión. La dinámica diaria del aula configura el espacio fundamental de socialización y aprendizaje de los alumnos y sienta las bases para su desarrollo personal, social, académico y vocacional. El docente con sus comentarios, sus actitudes, los ejemplos y ejercicios que propone va configurando un universo referencial para su alumnado que va a tener una gran influencia en sus elecciones futuras. Naturalmente no es el único agente (el alumnado, sus familias, el orientador y el contexto socioeconómico también configuran y modelan el itinerario del alumnado) pero sí uno de los más importantes.

Desde el punto de vista del alumno, la actividad académica en el aula ocupa la mayor parte de su tiempo en el centro educativo y buena parte de su tiempo vital, y configura de una manera continua y persistente un potente vector de influencia en su manera de verse a sí mismo, de contemplar la formación, el mundo del trabajo y de las relaciones con los demás. Nadie duda que la autoestima y motivación del alumno tiene una potente fuente de alimentación en lo que le sucede dentro del aula y es bien conocido desde hace décadas que los niveles de autoestima y de motivación correlacionan con las aspiraciones y el nivel de expectativas de los alumnos.

El desarrollo de una propuesta articulada de orientación en un centro requiere de la colaboración de los orientadores con el profesorado. La inclusión de la orientación en el aula pretende facilitar transiciones suaves y fluidas entre etapas formativas o entre la formación y el trabajo.

Finalmente, en el marco del desarrollo de la cultura de la orientación y partiendo de los cuatro interrogantes del modelo DOTS de Watts, el trabajo del profesorado puede contribuir claramente a desarrollar las respuestas a todos los interrogantes que el modelo plantea:
Así, por ejemplo, en el proceso de autoconocimiento y consciencia de uno mismo (relacionado con la pregunta “¿Quién soy?”), es a través de las actividades curriculares del aula que el alumnado puede explorar sus capacidades, competencias, potencialidades y motivaciones. El alumno, en su desempeño en Matemáticas, Lengua, Ciencias o cualquier otra asignatura aprende no sólo los contenidos propios de la asignatura sino su relación con ellos (¿Qué se me da mejor? ¿Qué me gusta? ¿En que ámbito me gustaría seguir estudiando? ¿Me gustaría dedicarme a una profesión relacionada con estos contenidos?).

A través de los ejemplos, casos, problemas, ejercicios o trabajos de clase cada alumno puede tomar conciencia de las oportunidades formativas y laborales y descubrir las posibilidades del entorno (“¿Dónde estoy?”); aún más si realiza algún tipo de trabajo de campo, de prácticas o también a través de un conjunto organizado de visitas o colaboraciones. Así, el alumno en cada asignatura puede preguntarse: ¿Qué estudios tienen que ver con esta asignatura que tanto me gusta? ¿Dónde los imparten? ¿Qué requerimientos tienen? Si tengo dudas respecto a la continuidad formativa relacionada con una asignatura, ¿le puedo preguntar a mi profesor o profesora?.

Respecto a la pregunta “¿Qué haré?”, nada mejor que tomar decisiones –y tener conciencia de ello– respecto a las responsabilidades cotidianas relativas al trabajo en el aula, fuera de clase, individualmente o en equipo . La mejor manera de aprender a tomar decisiones es practicar esta competencia en situaciones habituales del aula. Tomar una decisión sobre una simulación laboral pero sobre todo tomar decisiones respecto al estudio y de cualquier asignatura y por su puesto decisiones sobre sus itinerarios formativos: asignaturas optativas, especialidad post-obligatoria, ciclo formativo o el Bachillerato, etc. Estas son decisiones reales de distinta trascendencia en las que el alumno debe implicarse.

Finalmente la planificación en la forma de implementar las decisiones y afrontar sus consecuencias (“¿Cómo lo haré?”) tiene relación directa con las estrategias de estudio, de búsqueda de información, de preparación de un trabajo, ejercicio o problema o exposición, que tienen siempre un efecto o resultado (una consecuencia) y que se desarrollan también en el aula. Relacionar las estrategias utilizadas, el plan ejecutado, su proceso y sus resultados es algo que se puede producir cotidianamente en el aula, en todas las asignaturas.

Por todo ello, es importante resaltar la figura y tarea del profesor-orientador. El equipo docente es en buena medida el principal modelador de las oportunidades, expectativas y aspiraciones académicas y profesionales de los alumnos. En este sentido, se trata no de cambiar la totalidad del perfil profesional del docente sino de considerar la importancia de una de sus funciones que es la de orientar.

En la legislación española, se contempla la acción tutorial como aquella actuación de todos los docentes para sus alumnos y alumnas con el fin de ayudarles, desde la perspectiva del desarrollo integral, en sus aprendizajes y en la formulación de un proyecto personal, académico y profesional. La legislación educativa española prevé, dentro de las funciones del profesorado, la orientación educativa, académica y profesional de los alumnos, en colaboración con los servicios o departamentos especializados que les deben dar apoyo (LOE, Art. 91.1-d y art. 157-h) así como el reconocimiento (en el caso de los centros públicos) de la función tutorial (LOE, Art. 105-a).

Es evidente que el principal protagonista del proceso debe ser el alumno, que debe fortalecerse para tomar las riendas de su futuro formativo y vocacional. De hecho, para la red europea de políticas de orientación a lo largo de la vida, uno de los elementos de calidad de cualquier servicio o producto de orientación es justamente la involucración del usuario tanto individual como grupalmente, en nuestro caso del alumno.

El profesor-orientador es el rol que puede llegar a desarrollar cualquier profesor de un centro educativo – deseablemente todos los docentes y a ser posible de manera coordinada con los demás profesores y con los orientadores – a través del cual proporcionará un apoyo a todo su alumnado para que pueda tomar decisiones sobre su itinerario formativo y su futuro profesional en las mejores condiciones posibles.

Marius Martínez
Vicerrector de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona

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