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Redes sociales: Un mundo en tu bolsillo

Para qué y por qué usamos las redes sociales? Esas herramientas que forman parte de nuestro día a día y que se han convertido en medios cada vez más sofisticados de producción de contenido y a la vez en grandes escaparates donde mostrarlos, ya sean contenidos de tipo profesional o comercial, contenidos sobre nuestra vida privada o incluso contenidos sobre otras personas.
María Sol Sánchez ChinchillaMartes, 19 de marzo de 2019
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Haber nacido en la era digital no dota de códigos de identidad, autoestima, respeto y diálogo necesarios para manejar estos potentes medios.
® GOOD STUDIO

Según datos del Estudio Anual de Redes Sociales de IAB Spain (2018) y partiendo de una población de 16 a 65 años, pasamos una hora 33 minutos diarios en Whatsapp, una hora 27 minutos en Spotity, una hora 10 minutos diarios en Youtube, una hora tres minutos en Facebook, 57 minutos en Instagram… y así podemos seguir sumando horas diarias según las aplicaciones que suela utilizar cada usuario.

Según el mismo estudio, en ese tiempo diario dedicado a las redes realizamos actividades tan variadas como chatear o enviar mensajes privados, ver vídeos y escuchar música, ver qué hacen nuestros contactos, publicar contenido, adquirir nuevos conocimientos, colgar vídeos en directo, buscar trabajo, interactuar con otros usuarios según la ubicación, crear eventos o comprar/vender productos y servicios.

A un solo click tenemos posibilidades infinitas de conexión y todas esas posibilidades caben en nuestro bolsillo. Pero, si analizamos esas herramientas como espacios de identidad, relación, comunidad o aprendizaje, la opinión de algunos expertos nos hace reflexionar. En este sentido, Jaron Lanier, informático y escritor, pionero de internet y la realidad virtual, en su libro Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato tiene una opinión clara al respecto: “Las redes sociales están destruyendo tu capacidad de empatizar”.

1 h 33'
Whatsapp

Según datos del Estudio Anual de Redes Sociales de IAB Spain (2018) y partiendo de una población de 16 a 65 años, pasamos una hora 33 minutos diarios en Whatsapp

Revisemos algunas de las características de las redes que ponen en relación la hiperconectividad y su impacto en nuestra calidad de vida, nuestra percepción de nosotros mismos y nuestro comportamiento:

-Recompensa social. Al publicar estamos continuamente expuestos a valoración externa, lo cual genera expectativas de recompensa social que podrían influir en nuestro comportamiento.

-Inmediatez. En ese “mundo” que cabe en nuestro bolsillo nunca dejan de pasar cosas y esto genera síndromes como el FOMO (Fear of Missing Out o Miedo a perderse algo) que se refiere a la ansiedad que puede llegar a provocar la desconexión de las redes.

Alcance. Una vez publicado, el contenido deja de pertenecernos. La actriz Millie Bobby Brown, conocida por su papel de Eleven en la serie Stranger Things de Netflix, cerró su cuenta en Twitter por una serie de tuits que usaban su imagen para difundir comentarios homófobos.

-Cesión de la intimidad. Las redes sociales nos “ofrecen” la posibilidad de hacer pública nuestra vida privada a cambio de “likes” y reconocimiento público, dentro de lo que algunos llaman la “dictadura del like”.

Todas estas características implican una base de autoestima, autoconocimiento y habilidades sociales para hacer un buen uso de estas tecnologías de la información y la comunicación, ya que el filtro a la hora de crear contenido y de publicarlo, lo ponen los códigos de identidad, comunicación y respeto del propio usuario.

Esto es especialmente crítico en niños y adolescentes, por cómo estas prácticas afectan en su desarrollo, en la construcción de su identidad y en su manera de comunicarse y relacionarse, lo cual parece un buen motivo para preparar a los usuarios más jóvenes para un uso crítico y seguro de las redes sociales y dotarlos de herramientas para la participación, para una buena participación.

En este sentido, es posible que el término “nativos digitales” nos de cierta tranquilidad en lo referente al uso de tecnología y redes por parte de niños y adolescentes. Es cierto que las redes sociales son herramientas de muy fácil manejo desde el punto de vista de usabilidad y navegación para ellos, sin embargo con 12 o 13 años no alcanzan a distinguir para qué cosas pueden utilizarlas y para qué cosas no. Haber nacido en la era digital no les dota de los códigos de identidad, autoestima, respeto y diálogo necesarios para manejar estos potentes medios de comunicación.

En ese “mundo” que cabe en nuestro bolsillo nunca dejan de pasar cosas y esto genera síndromes como el FOMO

Desde la psicología de redes sociales podemos abordar el tema en áreas claves para el desarrollo de niños y adolescentes, como pueden ser:

-La construcción de su identidad personal vs identidad digital. Enseñándoles a hacerse preguntas ¿como quién soy y qué quiero comunicar?

-Su manera de comunicarse, respondiendo a la pregunta ¿cómo lo comunico? Para ello son necesarias técnicas de comunicación efectiva para dar forma al mensaje que vamos a publicar y garantizar una comunicación respetuosa y segura.

-Su manera de relacionarse, observando de manera crítica con quién comparten información en la red y revisando tanto sus contactos como sus opciones de privacidad.

Desde el ámbito educativo debemos formar a los nuevos usuarios de redes desde la competencia digital pero acompañada de habilidades blandas como la inteligencia emocional y la comunicación efectiva, de recursos para la formación de opinión, de herramientas de autoconocimiento e introspección necesarias para una buena comunicación en espacios abiertos, multidireccionales y públicos, como son las redes sociales.

Porque no es lo mismo utilizar estas redes sabiendo quién eres, cómo y para qué pueden servirte, que utilizarlas sin una dirección fija, arrastrado por lo que Lanier llama “el rebaño digital”. Pero, ¿cómo enseñarles a usar las redes sin permitir que sean las redes las que les usen a ellos? ¿Cómo enseñarles cómo, cuándo y para qué usamos la tecnología? Parece que en disciplinas como la psicología de redes sociales o la ciberantropología y en esas habilidades blandas puede haber respuestas para avanzar en una dirección: poner el valor de las personas por encima de la tecnología.

La autora es pedagoga especialista en Habilidades 21

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