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Las Escuelas de Segunda Oportunidad repescan cada año a 7.500 jóvenes

Más de 7.500 jóvenes se benefician anualmente de la mano que les tienden las Escuelas de Segunda Oportunidad, que mediante un trato personalizado y apoyo les hacen ser conscientes de su valía, a pesar de no haber encajado en el sistema educativo tradicional de una "sociedad excluyente".
RedacciónMiércoles, 3 de abril de 2019
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Alumnos de un programa de segunda oportunidad de la Comunidad Valenciana. JOVE OPORTUNITAT

Son los objetivos de estos centros que aunque funcionan desde hace años en España, en 2016 decidieron unirse en la Asociación de Escuelas de Segunda Oportunidad (E2O) que esta semana celebra en Madrid el IV Encuentro Nacional bajo el lema «#GenerandoTalento», en el que este miércoles participa la ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá.

«Son unas escuelas diferentes, que rompen las aulas, que no tienen libros y que están formando a los trabajadores que van a sostener la sociedad en los próximos años», explica Sara Martín, de la Federación de Plataformas Sociales Pinardi y detalla que se financian con el apoyo de administraciones autonómicas, locales y empresas.

Los 35 centros que hay acreditados en España para impartir esta formación, en los que trabajan unos 750 profesores, tienen una línea dedicada a formar en oficios y otra centrada en dotar a los jóvenes de la posibilidad de retomar los estudios y titularse, según Martín.

En este sentido, Ximo, uno de los educadores de Iniciàtives Solidaries de Valencia, advierte de que «el sistema está muy estructurado, muy estancado y no está hecho para todo el mundo» por lo que «si no entras dentro de ese cajón eres inviable y se te expulsa».

Martín rechaza que sean «los chavales los que no funcionan» y aboga por ir «a su contexto, entender la mochila que llevan detrás y conocer la situación que tienen en casa», antes de «centrar y crear un itinerario personalizado» y dejar claro que el fracaso no existe.

Los 35 centros que hay acreditados en España para impartir esta formación, en los que trabajan unos 750 profesores, tienen una línea dedicada a formar en oficios

Así lo comprobó Azahara tras abandonar sus estudios a los 12 años porque no le brindaban el apoyo que necesitaba y conseguir en el Centro de Acollida de Iniciatives Solidàries terminar Secundaria y «tener sueños y aspiraciones».

Azahara, que ahora lucha por ser diseñadora de fallas, asegura que reconoce que ha comprendido que se puede conseguir lo que se quiere «con un poco del apoyo que no te dan en el instituto. Una opinión que comparte Íñigo, que con 21 años se ha incorporado este curso a un taller de carpintería de la Cooperativa Peñascal de Bilbao, en el que ha experimentado «como la madera saca lo mejor de él». Destaca que estos centros «no se fijan en tu trayectoria anterior» y motivan continuamente a los alumnos, a los que, además, brindan apoyo psicológico.

Asegura sentirse «más en una empresa que en un instituto aprendiendo» por la formación práctica que imparten frente a los centros más tradicionales con profesores estancados «soltando el mismo rollo desde hace mil años».

Para Abdellatif Laqiasse la escuela de segunda oportunidad de la Fundación Don Bosco en Córdoba ejerció como salvavidas cuando era un menor extranjero no acompañado (MENA) desorientado y vapuleado. Hoy es educador social en la fundación, que le demostró cómo los estudios podían ser una excelente terapia contra un mundo que hasta entonces se había empeñado en hundirle, y trabaja «para ayudar a otros jóvenes a sacar su fortaleza para mejorar su vida».

Como Begonya Gasch Yägue, directora de Fundació El Llindar, también sintió que no encajaba, que molestaba, antes de entregarse a otros atravesando esa misma situación, porque, como proclamaba Gasch en el encuentro, «el fracaso debería verse como un tropiezo en nuestras escuelas» y «lo roto, lo herido, lo que parece estar desperdiciado, debería tener un lugar en la educación».

El ejemplo de la Comunidad Valenciana

  • Casi uno de cada cuatro jóvenes valencianos deja los estudios de manera temprana, una de las cifras más altas de la Unión Europea. Un dato alarmante ante el que el Institut Valencià de la Joventut (IVAJ) decidió hace un par de años dar un paso al frente y buscar una solución para ese 20% de jóvenes que por una u otra razón decide abandonar el sistema educativo. Para darle la vuelta a las estadísticas, el IVAJ puso en marcha en 2017 el programa Jove Oportunitat, un programa que rompe moldes y que se inserta en la Estrategia Europea 2020 que ha fijado como meta la reducción del Abandono Educativo Temprano (AET).
  • Tal y como explica el director general del IVAJ, Jesús Martí, el objetivo de JOOP, que ya va por la tercera edición, es conseguir que vuelven al sistema educativo para completar una FP de Grado Medio. Pero, previamente, necesitarán una intervención que trabaje sobre su motivación, el refuerzo de su autoestima y la ayuda para construir un proyecto integral de vida. La herramienta pedagógica de Jove Oportunitat es el asesoramiento actitudinal, en grupos de entre 8 y 15 participantes en cada municipio. En total, el año pasado más de 700 jóvenes participaron en este programa, y este año, algo más de 900 chavales buscarán a través de JOOP volver a tomar las riendas de sus vidas.
  • JOOP no parte de los listados del paro, sino de jóvenes desmotivados que han abandonado los estudios por diferentes motivos. Para el director general del IVAJ, uno de sus rasgos específicos es que sean los departamentos de Juventud de los ayuntamientos los que propongan a la juventud participar. “Los municipios están a pie de calle, conocen a sus jóvenes. Si queremos provocar un cambio de actitud debemos buscar a jóvenes, escucharles, motivarles, que se sientan en un entorno en que su vida, su futuro, es importante para que construyan un proyecto vital. Como programa de segunda oportunidad, JOOP acude en su apoyo y constituirá, para ellos y ellas, una experiencia vital de cambio”, asegura Martí.
  • Las claves del éxito de este programa, con una tasa que supera el 70%, reside en una “combinación de motivación, visitas a empresas, buenas actidudes, la colaboración de centros educativos y ayuntamientos, así como el conocimiento de entornos laborales en los que pueden definir sus expectativas vitales, pero sobre todo la buena comunicación entre el equipo de coaching y el grupo juvenil, o como nos gusta llamarles «joopers». Y que sigan estudiando”, concluye Jesús Martí.
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