Luis González: “Es más compatible ser vago con enviar un texto que un audio”

Lleva ocho años utilizando interfaces de voz para el mundo de la Educación, casi siempre con poco éxito, aunque reconoce que ha aumentado su desarrollo e interés en los últimos meses. Luis González Lorenzo es CEO y director de Turing Technologies y Head of Human Science en Immune Coding Institute.

¿Cómo está influyendo la tecnología de voz en nuestras vidas?
—Yo he estado muchos años intentando hacer chatbots de la nada, y no les veía mucho impacto, pero ahora gracias a Google Home o Alexa sí que ha habido un salto exponencial muy importante. A día de hoy, estas tecnologías sí que pueden solucionar problemas, y eso se refleja en que hay el doble de personas utilizando Alexa que el año pasado, por ejemplo. Esa es la tendencia.

En el ámbito educativo, tengo la sensación de que existen proyectos, pero aún están poco implantados.
—Hay muchas universidades haciendo experimentos, pero casi todos ellos relacionados con el campus, los horarios, cómo llegar a un determinado lugar… Lo que estamos haciendo nosotros en Turing Technologies es mucho más ambicioso, porque queremos quitar la interfaz visual de la plataforma en la medida de lo posible y convertirla en una interfaz completamente de voz. Al final, la parte visual genera muchísimos obstáculos para el alumno, como por ejemplo el login o el menú, que entorpecen y tampoco aportan mucho. El alumno cuando accede a la plataforma lo que quiere saber es el listado de actividades, cuándo tiene la próxima sesión obligatoria o el próximo examen, y todo ello sin tener que rellenar espacios en blanco. La voz, por tanto, te ofrece directamente lo que quieres, te ahorra tiempo y se parece más a un profesor real.

¿Cómo se trabaja con las interfaces de voz?
—En nuestro caso, en vez de que los alumnos nos envíen los trabajos en PDF, los envían con un audio, lo que nos permite obtener más información, porque es más difícil copiar un audio y pegarlo que un texto. Seguramente cuando cuentas algo, aunque solo sea para que se entienda en una grabación, realizas un proceso de aprendizaje extra, porque no es lo mismo copiar una biografía de la Wikipedia que tener que narrarla y explicarla a través de la voz.

¿Se corre el riesgo de que esta tecnología acabe sustituyendo a la escritura?
—No basta solo con la escritura. A partir de ahora vamos a pedirles que escriban, y que además lo interpreten. Cuando yo tengo que grabar un audio, no me veo capaz de estar una hora hablando sin ningún esquema, por muy bien que me lo haya preparado. La escritura, que ahora es el único paso en muchas actividades, va a pasar a ser uno de los pasos, quizá no el más importante.

¿Qué ventajas va a tener para los alumnos?
—La forma de recibir lo que les interesa va a ser más ágil. Va a haber mucha gente que se decante por envíos de voz en lugar de emails; vamos a poder ser más rápidos, hacer cursos mientras montamos en bici, estamos en el gimnasio o hacemos la cena, porque no vamos a tener que estar mirando una pantalla. Hay muchos vídeos en los que la imagen es completamente prescindible porque consisten en ver a un señor moviendo la boca. En vídeos largos, además, si te obligo a verlos mientras los escuchas, seguramente no los veas seguidos y hagas descansos o desconexiones durante un tiempo para hacer otras cosas. El audio no tiene esos problemas, porque puedes hacer lo que te apetezca mientras lo escuchas, por lo que también se incrementa nuestro tiempo de atención. Utilizas los oídos para aprender y las manos y los ojos para otras cosas.

¿Cómo cambia el rol del profesor con toda la tecnología de voz?
—Habría que preguntarse: ¿cómo ha cambiado internet el rol del profesor? Pues creo que les ha traído más ventajas que inconvenientes. No conozco a profesores que se hayan quedado sin trabajo por culpa de internet. Lo que sí sé es que les hace la vida más fácil. Aquí pasa lo mismo: el audio es un canal nuevo que les va a permitir ahorrar tiempo y optimizar muchas tareas. Seguro que a muchos profesores no les apetece grabarse en vídeo, pero grabarse en audio es mucho más sencillo, también a la hora de editarlo.

¿Qué tiene que saber un profesor que quiera hacer podcasts?
—El profesor tiene que pasar de ser un escritor a un locutor, y eso conlleva una adaptación al nuevo medio. Es como si a un escritor le pides que haga podcasts, va a tener que prescindir de las formas subordinadas larguísimas e ir más al grano. El mundo del texto es mucho más extenso, se puede matizar más pero no se puede interpretar nada, mientras que en el mundo de la voz sí puedo hacer énfasis en lo importante. Esa capa adicional de contenido es bueno que la conozcan los profesores.

¿Puede ser que los alumnos se vuelvan más vagos al no tener que escribir?
—Por lo menos, de forma personal, cuando yo sé que estoy aprendiendo mucho, me alejo del mundo de la vaguería. Lo que sí puede darme más pereza es hacer un curso que no me aporta nada. Si estas tecnologías las enfocas como una herramienta para que los alumnos aprendan mejor, optimicen el tiempo y eviten esos obstáculos con menús interminables, seguramente se esfuercen más. A mí me parece que es más compatible ser vago con enviar un texto que con enviar un audio.

Implica también una mayor comprensión.
—A mi modo de ver sí. Con el acceso a todo el conocimiento que hay, si tú me pides un trabajo sobre un tema del que nunca he oído hablar, quizá en 20 minutos te pueda enviar un PDF, pero si tengo que enviarte un audio explicándolo con mi voz, quizá en 20 minutos no pueda hacerlo.