fbpx

Cultivando la confianza con nuestros hijos y alumnos

© JULAND
0

Una de las demandas más recurrentes que nos hacen los padres es sobre cómo mejorar la confianza y la comunicación con sus hijos, bien porque perciben que son poco expresivos, o bien porque creen que les cuentan pocas cosas o se ponen a la defensiva cuando les preguntan. Una de las claves para conseguir hacer cambios es empezar a echar un vistazo a nosotros mismos para ver cómo les transmitimos a los niños que confiamos en ellos. Comenzamos con una respiración profunda y, mientras cerramos los ojos, podemos preguntarnos desde la serenidad y el no juicio: ¿le transmito seguridad cuando hace cosas por él mismo?, ¿cómo reacciono cuando me cuenta las cosas?, ¿soy capaz de ir más allá de lo que me dice y entender cuál es su necesidad?… Muchas veces los adultos les decimos a los niños que pueden confiar en nosotros, pero esto no coincide con la forma en que reaccionamos, por ejemplo, cuando se acercan a contarnos algo, cuando intentan comunicarse con nosotros mostrándonos algo de su interés, o cuando sienten miedo… Ahí es cuando entran en juego muchos de los “enemigos de la confianza”, ¡veamos algunos de ellos!:

  • Cuando nos cuentan algo, sin darnos cuenta tenemos la tendencia a regañar, juzgar o culpabilizar, centrándonos en el error que han cometido con frases tipo: ¿cuántas veces te he dicho que las cosas no se hacen así?, ¡ah! ya sabía yo que te iba a salir mal, si es que estás despistado. Podemos probar a escuchar, poniéndonos a su altura, y cuando termine, preguntarle si quiere que busquemos una solución juntos… ¡os sorprenderéis!
  • No escuchar o quitar importancia a las cosas que te cuenta diciendo cosas parecidas a: eso es una tontería, no tienes por qué ponerte así, siempre estás igual, ¿otra vez con líos en el patio?, vaya tonterías que te gustan… Una de las cosas que más ayudan es aprovechar las oportunidades de conexión que tenemos en el día a día, y para ello debemos abrir bien los ojos y observar qué les interesa a nuestros hijos, ya que si fomentamos que fluya la comunicación y se sienta entendido y escuchado ante temas banales, es más probable que se sienta así también cuando la situación sea más delicada.
  • No creerle o dudar de lo que te dice: ¿seguro que fue así?, me extraña mucho que la otra niña te haya dicho esto… Los niños cuando son pequeños tienen dificultades para entender los puntos de vista, por lo que muchas veces no es que mientan, sino que viven la situación desde su visión. Ayudarles a entender la situación sin invalidar cómo ellos lo han vivido les ayudará mucho, además de que se sentirán entendidos.
  • Hablar delante de él con otras personas o contar cosas que te ha contado en la intimidad: por pequeñas cosas que sean para el niño serán lo más importante del mundo, y por mucho que sean pequeños, debemos demostrarles que merecen todo nuestro respeto.
  • Centrarnos en lo positivo, pero invalidando lo que está viviendo: ¡no me cuentes más, cero pensamientos negativos!… Como en todas las situaciones, los extremos no son adecuados. Es correcto enseñarle a ver el lado positivo de las cosas, pero siempre trasmitirles que entendemos cómo se sienten ahora y que está bien si necesitan llorar.

Si te sientes identificado con alguna de estas frases, quizá es un buen momento para empezar a modificar la forma que tenemos de responder, ya que como adultos tenemos la responsabilidad de organizar y acompañar a nuestros hijos en las cosas que les pasan, escuchándolos, validándoles y siendo su sostén emocional.

Bárbara Martín, psicóloga infantil y juvenil, coautora de 6 cuentos para educar en disciplina positiva.

0