fbpx

Nos acabamos de separar y no quiere ir con papá

Cada día hay mayor número de custodias compartidas, pero sigue siendo habitual también encontrar la clásica custodia de fines de semanas alternos y un día o dos entre semana. Ya sea en uno u otro caso, nos encontramos que la mayoría de las veces el que sale de la vivienda familiar es el padre y a los peques les cuesta asumir esta nueva realidad.
0

® Andrew_rybalko

¿Cómo nos tomamos esto los adultos? Sobre todo, cuando las separaciones son conflictivas tendemos a pensar con suspicacia de la otra parte. Por un lado el progenitor que se queda en la casa familiar suele tender a tener ideas del tipo: “no le estará atendiendo bien”, “le dejará solo mucho tiempo”, “no le hará mucho caso”, “no sabe qué cosas le gustan”,… y, por la otra parte, el progenitor que sale de casa tiende a pensar: “le hablará mal de mi”, “como yo soy el que estoy fuera creerá que soy culpable”, “ya no me quiere como antes”, “seguro que le dicen cosas para que no se venga”,… estas formas de pensar, al final, lo que hacen es que actuemos con nuestros hijos haciendo preguntas más relacionadas con la otra parte que con el sentimiento del propio menor: ¿es que papá no te hace suficiente caso? ¿es que mamá no te deja venir? ¿es que papá está siempre a lo suyo? ¿es que mamá está siempre con miedos?… de tal manera que ellos empiezan a percibirse en el medio de una batalla entre las personas que más quieren y sin querer traicionar a ninguna.

¿Es normal tener este tipo de miedos referentes a la otra parte? La respuesta es sí. Cuando nos separamos solemos perder parte de la confianza hacia la persona que hasta entonces compartía vida con nosotros, pero debemos evitar trasmitir esa falta de confianza a nuestros hijos, pues la relación con sus progenitores se debe mantener intacta. Para ello, vamos a ponernos en el lugar de nuestro peque y veamos qué cambios pueden observar ellos:

  • Si estamos en custodia compartida, en semanas alternas tengo que ir a una nueva casa a la que me tengo que adaptar.
  • Si tenemos que ver a papá o mamá entre semana, antes lo veía directamente en casa, ahora es probable que la casa pille más alejada y tenga que pasar tiempo en una cafetería o en un parque, no yendo a casa directamente.
  • Los fines de semana que paso en la nueva casa de papá o mamá, puede que no tenga la opción de ver a mis amigos o empiece a hacer nuevas rutinas que antes no hacía cuando estábamos todos en casa.
  • Incluso puedo preferir estar en la nueva casa porque como siempre voy en vacaciones o fines de semana no tengo que hacer tareas escolares y en la casa de siempre todos los días hay que hacer deberes.

Estos son sólo algunos ejemplos que nos muestran que no suele estar relacionado con la otra parte, si no con el propio cambio en la vida del menor.
Por tanto, ¿cómo podemos actuar?:

  • Lo principal es no trasmitir mensajes de desconfianza hacia la otra parte: “a ver qué tal te lo pasas este fin de semana”, “espero que no te aburras mucho”… lo podemos cambiar por otros como: “¿has preparado algún plan para este finde?, ¿por qué no llamas y le propones alguna propuesta que te guste?”.
  • Cuando se va o cuando regresa, no trasmitir mensajes de “me quedo sola/o y te voy a echar mucho de menos”, “este fin de semana sin ti ha sido un aburrimiento”, “vaya, te lo pasas mejor con él/ella que conmigo”. Estos mensajes que nosotros interpretamos como una forma de decirles que los queremos, ellos los interpretan como responsabilidad y culpabilidad. Responsabilidad de que sin ellos no nos divertimos, y culpabilidad por pensar que disfrutar con uno es traicionar al otro. Por tanto, podemos cambiarlos por mensajes de: “disfruta y pásalo bien”, “cuando vuelvas me cuentas qué has hecho”, … de tal manera que les demos confianza y seguridad.
  • Hacerles ver que es normal que les cuesten los cambios. A todos nos cuestan los cambios, incluso los cambios a mejor nos cuestan. Por tanto, si nos dicen que no se quieren ir con papá el fin de semana, ponernos en su lugar, validar lo que sienten e intentar, entre los dos, buscar una forma de hacerlo más fácil. Por ejemplo, “es normal que no quieras irte porque dejas de ver a tus amigos y de dormir en tu cama a la que tanto estás acostumbrado. Pero podemos ver cosas buenas de la nueva cama, puedes buscar unos amigos nuevos y así tienes más,…”.

En conclusión, si desde el principio tenemos en cuenta estas cuestiones, en poco tiempo se adaptarán a la nueva situación, siempre estando atentos a lo que les desagrada para poder poner una solución, pero evitando pensar que el responsable es la otra parte adulta. Aunque nos separamos seguimos queriendo lo mejor para nuestros hijos.

Rosa del Rincón, psicóloga

0