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Los países de la OCDE fracasan en la alfabetización para la era digital

Más de la mitad de alumnos de 15 años no sabe distinguir hechos y opiniones. Casi todos los usos de tecnología digital en el aula se asocian con un peor rendimiento en lectura.
Rodrigo SantodomingoMartes, 18 de mayo de 2021
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© GOLDEN SIKORKA

Es un campo abonado para la especulación, los diagnósticos intuitivos, las opiniones con escaso sustento. ¿Cómo afecta la omnipresencia digital a la comprensión lectora de las nuevas generaciones? ¿Realmente impide –o dificulta en alto grado– la concentración sostenida, requisito sine qua non de una lectura mínimamente profunda? Y frente a la avalancha de nuevos textos y formatos, sin filtro y con escaso rigor, ¿estamos enseñando a leer con mirada crítica? ¿a separar el grano de la paja?

Publicado hace un par de semanas, el estudio 21st Century Readers. Developing literacy skills in a digital world («Lectores del siglo 21. Desarrollando competencias lectoras en un mundo digital») responde con datos a estas y otras muchas preguntas. El informe –coordinado y en gran parte escrito por el español Javier Suárez Álvarez, analista de la OCDE– disecciona durante sus más de 200 páginas los resultados en lectura del PISA 2018. Enfoca el microscopio a la busca de hallazgos que detecten carencias e identifiquen buenas prácticas. Cruza la ingente mina cuantitativa de PISA con otros datos de diversa procedencia. Y ofrece un buen número de reveladoras repuestas.

Quizá sea el hallazgo que más salta a la vista: el 53% de los chavales OCDE son incapaces de distinguir hechos y opiniones en un texto relativamente asequible, en este caso sobre el colapso de la civilización de la Isla de Pascua. En España, la cifra asciende hasta casi el 59%. Es decir, 6 de cada 10 estudiantes de nuestro país se muestran, a sus 15 años, a punto de terminar su Educación obligatoria, muy vulnerables a la manipulación y las fake news, a que fuentes interesadas les pasen gato por liebre.

También parecen ser muchos alumnos OCDE víctimas potenciales de timos y otras estratagemas online. En caso de que recibieran un correo con claros indicios de spam (una compañía les anuncia que han ganado un smartphone, solo tienen que rellenar un sencillo cuestionario con sus datos), el 40% caería en la trampa. Nada menos que 4 de cada 10 consideran apropiado o muy apropiado abrir el correo, pinchar el enlace y completar sin demora el cuestionario con información personal. En España, la cifra asciende al 45%. Y a nivel global, las diferencias por estatus socioeconómico se antojan (en este item y en el referido a la distinción entre hechos y opiniones) tremendamente abultadas.

53%
Hechos y opiniones

de los chavales OCDE son incapaces de distinguir hechos y opiniones en un texto relativamente asequible

La buena noticia es que no todos los países están fracasando de igual manera a la hora de proveer a sus alumnos de una correcta alfabetización para la era digital. En EEUU, 7 de cada 10 quinceañeros sí saben diferenciar hechos y opiniones. En Reino Unido, solo un 27% de encuestados proporcionaría sus datos ante la promesa de un smartphone gratis. Los mejores resultados corresponden a países anglosajones y estados del norte de Europa como Estonia, Dinamarca o Suecia. Aunque Suárez Álvarez explica que esto podría deberse a un conjunto de factores, no solo puramente educativos, lo cierto es que el papel de la escuela resulta clave. Las mejores puntuaciones coinciden con los porcentajes más altos de alumnos que aseguran recibir formación en su centro sobre estas cuestiones concretas.

21st Century Readers también establece una correlación negativa entre competencia lectora y ciertos usos de tecnología digital en el aula. De hecho, de las tareas incluidas en el informe, solo una (utilizar intenet para el trabajo escolar) parece tener un impacto positivo en el rendimiento en lectura. Para las 9 restantes, los alumnos que afirmaron realizarlas en la escuela puntuaron peor que aquellos que dijeron nunca llevarlas a cabo. Por ejemplo, jugar con simulaciones en clase hace caer 56 puntos PISA (un curso escolar corresponde a 40 puntos) el rendimiento en lectura. Que el alumno cuelgue sus tareas en plataformas y webs de centro se asocia a un descenso de 50 puntos. Y utilizar apps educativas implica, de media, una caída de 27 puntos.

El informe matiza que se trata de cifras agregadas, que las diferencias entre países y dentro de los países son, en ocasiones, significativas. Admite también que pueden existir problemas de representatividad de muestra que, del alguna forma, desvirtúen sus hallazgos. Pero todo esto no le impide apelar a la reflexión y la cautela en el dilema tecnología sí o no: “Los resultados sugieren que los dispositivos digitales ayudan más en algunas actividades que en otras”. Más importante, anima a preguntarse si “el uso de dispositivos podría estar desplazando a otras actividades educativas” que quizá arrojen mejores resultados de aprendizaje y no precisen de tecnología digital.

21st Century Readers lanza un mensaje de esperanza respecto a la supervivencia del papel en un mundo de hegemonía digital. Si hubiera que elegir, la lectura analógica está asociada a un mejor rendimiento en PISA que la digital. Aunque los mejores resultados corresponden a los chavales lectores que combinan ambos formatos.

Navegación deficiente

  1. Para nuestro desarrollo económico, España fracasa estrepitosamente en una competencia clave del siglo XXI: la navegación online. Solo uno de cada cuatro alumnos es capaz de moverse en internet con agilidad bajo un objetivo claro o de extraer el potencial de descubrimiento en red. Son los dos tipos de navegación que la OCDE considera óptimos en el camino hacia la alfabetización digital. Ambos están claramente asociados a un mejor rendimiento en lectura.
  2. Los otros dos (donde se incluyen tres de cada cuatro chavales) hablan de una navegación limitada o de una clara incapacidad para circular online. El rendimiento de España en este item es similar al de México, Indonesia o Montenegro (el informe incluye también a países que no pertenecen a la OCDE). Nos superan claramente Portugal o Italia, y del ámbito cultural al norte de los Pirineos o del Lejano Oriente nos separa una distancia sideral.

Medias y matices

  1. El tamaño importa (pero no tanto). Haber leído textos de más de 100 páginas se vincula con una mejora sustancial del rendimiento en competencia lectora. Pero los alumnos asiáticos (Singapur, Corea del Sur, China) leen textos mucho más cortos y se sitúan muy por encima de la media OCDE.
  2. Caída del disfrute en la lectura. Desde el año 2000, el placer de leer se ha desplomado entre los quinceañeros de la OCDE. En 2018, el 49% aseguraron leer solo cuando están obligados a hacerlo.
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