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Dossier Espacio para el análisis y la reflexión

Educar en grupo para lograr una buena vida digital

Hoy la tecnología la utilizamos todos y hemos de evitar que ella nos utilice más allá de ciertos límites. La incógnita está en saber cuáles son y cómo acotarlos. Afortunadamente, ya hay muchas propuestas en formatos diversos (libros, artículos, videotutoriales, estudios de caso...).
Evaristo GonzálezLunes, 23 de mayo de 2022
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© LAROSLAV

Hoy cualquier tiempo vital está lleno de ejemplos con los efectos de la ya imprescindible  digitalización de nuestras vidas, a menudo demasiado expuestas y sin filtros. Quien se atreva a mirar hacia sí mismo puede confirmar en carne propia las visiones ajenas comunes entre la población, con un mimetismo sociológico de afectaciones globales.

Costumbres, rituales, símbolos, palabras, hábitos y dispositivos conforman nuestra cotidianidad, con el silencio como el gran ausente o el enemigo a evitar. No obstante, también crecen las reflexiones colectivas, las propuestas, los libros, las guías y los consejos para analizar hábitos y atenerse a criterios.

Todo dentro de bastantes parámetros educativos extraídos también  de las aulas de la vida, en entornos colectivos que cada vez se analizan más para aprender.

Observemos dos entornos:

  • Entornos muy cautivos

Primera muestra colectiva de un hecho común, un estudio de caso habitual.

Una estudiante adolescente conocida, inmersa en  las herramientas y dispositivos habituales, muy concienciada sobre el aburrimiento que hoy generan muchas clases obligatorias de la educación formal y los efectos del uso y abuso de todo, se dedicó a observar el panorama visual del entorno durante un viaje vacacional en grupo desde Barcelona a Sevilla en coche, con posterior estancia turística en esta ciudad andaluza motivada por el atractivo del marco urbano, el ambiente festivo y las tradiciones de la Semana Santa.

Además de impresionarse por la enorme cantidad de pantallas en interiores y exteriores, las conversaciones con sus amistades giraban casi exclusivamente sobre contenidos enviados, recibidos o vistos en los dispositivos, en una continua interactividad y en un salto imparable y casi reflejo entre apps, plataformas, retransmisiones y contenidos audiovisuales, con una casi permanente recreación de mundos más virtuales que físicos, en formato audiovisual y fotográfico. ¿Textos?: solo en los whatsapps, llenos de emoticonos.

Quedaron impresionadas en una procesión nocturna. La cantidad de pantallas iluminadas de teléfonos móviles casi eclipsaban los Pasos. Fotos, vídeos, retransmisiones en vivo, envío de notas de voz, respuestas grabadas, subida continua de imágenes a las redes, consulta allí mismo de instantáneas ya presentes en las apps de moda, hasta hubo quienes aprovechaban para grabar algún Tik Tok allí en medio.

La búsqueda de informaciones por sí mismos quedaba suplantada por las recomendaciones compartidas, por visualizaciones reenviadas y por muchas y muy diversas superficialidades. No fueron capaces de contar a cuántas personas seguían, con cuántas interactuaban y a las que solo observaban por parte de los componentes del grupo durante aquellos días.

Viajes y estancias muy amenas, variedades propias de un siglo digital, potenciación del contexto y casi suplantación del aprendizaje formal por el informal, aunque aquí predomine más de lo mismo: las tendencias, la viralización impulsiva y las recomendaciones de las fórmulas algorítmicas que nos gobiernan.

Después de ver muchos vídeos, casi siempre en la misma app, Tik Tok, la estudiante propuso a su grupo un toque de reflexión en voz alta: se preguntaba porqué esta app es tan cautiva, cuál es su capacidad de enganche. Se interesaron por saber más.

Alguien encontró una clave en un buscador. Comentaba en voz alta la noticia periodística que explicaba cómo su diseño interno necesita de 15 segundos para recomendar y seguir al usuario. Les leía un estudio que encontró, al que hacía referencia el diario La Vanguardia del 7 de abril, sobre su poder adictivo: El algoritmo de recomendación de Tik Tok ‘es capaz de descubrir contenidos que regulan la actividad de un conjunto de subregiones de la red neuronal por defecto y del área tegmental ventral –donde se libera dopamina– para reforzar el comportamiento de ver vídeos. Más aprendizaje informal: se centraron en obtener más resultados con la búsqueda de la frase el poder adictivo de Tik Tok. Se asustaron cuando leían que esta app conoce a sus usuarios mejor que ellos mismos creerían, que es una droga digital china que nos consume día a día, que fue fabricado para ser adictivo, cinco razones por las que tiene tanto éxito, un algoritmo con aprendizaje automático, con personalización extrema, etc.

Por todas partes de la ciudad había QR para acceder a cualquier información. Uno de los efectos de la pandemia, decían, era la gran proliferación de estos códigos para evitar tocar y ahorrar papel. Ofertas continuas de alojamientos en las webs. Buscaban la de un hotel o apartamento  en concreto y solo aparecían las referencias en las grandes plataformas turísticas que pagan por su posicionamiento preferente. La web en cuestión quedaba relegada muy atrás, casi al olvido.

Sí les preocupaba tanta cautividad, que te vayan conduciendo a todo. Las alarmas crecieron cuando las procesiones religiosas y otros actos en la calle concentraban grandes aglomeraciones de gente. Todo móvil pero todo en movimiento desde un sitio fijo, multitudes haciendo lo mismo, cautivadas por el artefacto y por sus efectos. Después, la estudiante se preguntaba y compartía cuestiones sobre las consecuencias de la tecnología en las masas, la repetición de comportamientos, el intento de autoaprendizaje solo por necesidad, la ausencia de educación digital en las aulas aunque se utilicen algunos dispositivos.

Ella, muy concienciada y reivindicativa, les seguía sugiriendo aquello que le había oído a su profesora preferida: un auténtico cambio en la formación y en los contenidos, transformaciones reales en las que las competencias digitales, las metodologías, los entornos y artefactos tecnológicos sean transversales y obligatorios. Que las aulas no sean un mundo fuera del mundo en que vivimos. Profesora y estudiante  proponían construir de forma conjunta esa otra forma de educar, posible y ahora imprescindible.

  • Entornos cocreadores

Segunda muestra colectiva, enfocada a consensuar un decálogo sobre buenas prácticas en la educación digital.

Hoy la tecnología la utilizamos todos y hemos de evitar que ella nos utilice más allá de ciertos límites. La incógnita está en saber cuáles son y cómo acotarlos. Afortunadamente, ya hay muchas propuestas en formatos diversos (libros, artículos, videotutoriales, estudios de caso, experiencias a pie de aula, tesis doctorales) que muestran en público resultados colectivos sobre educación digital, demandas y reivindicaciones para mejorarla. 

Algunas tienen la particularidad de surgir de espacios de co-creación, laboratorios donde convergen personas diversas y aportan sus puntos de vista en ecosistemas de innovación, intercambio y producción colectiva gracias a la participación activa de ciudadanía diversa. Es el caso del programa de experimentación y aprendizaje BIT A BIT Living Lab del Ayuntamiento de Barcelona que, junto con el laboratorio de innovación social L!CHEN, realizaron un exhaustivo trabajo. Lo conocemos en primera persona por haber participado de forma activa. Un punto de vista desde el usuario, no desde la teoría. Para ello se ha trabajado teniendo en cuenta el Plan de Privacidad y Digitalización Democrática de las Escuelas del Ayuntamiento de Barcelona.

El principal resultado fue el Decálogo Colectivo de Buenas Prácticas que definen la educación digital, siempre desde la experiencia de personas relacionadas con la educación (profesorado, alumnado y familias), en un proceso de búsqueda de propuestas para una buena vida digital.

Las dos muestras colectivas anteriores, extraídas de dos entornos concretos, surgen de la vida diaria, con el primer ejemplo de las vacaciones de la estudiante adolescente y su inmersión en la digitalización y, con el segundo ejemplo de cocreación para elaborar un decálogo colectivo en torno a la educación digital (la versión completa se puede consultar en abierto en castellano y en catalán).

Hoy el factor grupo es el que mayor impacto presenta tanto en experiencias repetidas y compartidas como en la eficacia de los procesos educativos, en los que es imprescindible la participación y la implicación colectiva para  que se consiga el objetivo principal: una buena vida digital. El reto educativo está ahí y nos afecta a todos.

Según este Decálogo, la educación digital debe ser:

  1. Humana: ha de favorecer el respeto, la empatía y la socialización. Se necesita planificación específica para conseguir una formación de los estudiantes e identificar las posibles brechas que la educación digital pueda generar, con una correcta preservación de las relaciones interpersonales. Propuestas a la comunidad: herramientas digitales para desarrollar la empatía, promover la participación, el patio virtual y la innovación social digital.
  2. Lúdica: explorar todas las posibilidades del juego para el desarrollo personal y emocional. Los videojuegos ofrecen muchos recursos. Los hay que ayudan al diseño de nuevos modelos educativos. Propuestas: evaluaciones gamificadas, videojuegos educativos, metaverso educativo y emojis como lenguaje educativo.
  3. Accesible: minimizar las barreras y asegurar el derecho a la individualidad. Se propone asistentes virtuales de voz, herramientas de código libre y coordinación asíncrona.
  4. Considerar el mundo físico: tener en cuenta la interacción de los estudiantes con los estímulos de su entorno desde formatos digitales. Propuestas: aprendizaje basado en proyectos, servidores propios, diseño considerando la brecha tecnológica y acceso.
  5. Segura: favorecer entornos seguros a través de la protección de datos, la privacidad, la transparencia y estándares no discriminatorios y éticos. Las propuestas giran en torno al control de la soberanía de datos, trabajar el tema como asignatura, visibilizar las condiciones de uso y la fiabilidad de las fuentes de información.
  6. Personalizada: un aprendizaje que se adecúe a cada estudiante, a sus fortalezas, intereses pero también a las dificultades que hay que reforzar. Propuestas: bots asistentes, herramientas de seguimiento de uso, aprendizaje por proyectos libres, modelos predictivos que se adapten a las preferencias personales.
  7. Datos: la Educación trabaja y genera muchos datos que han de ayudar a la optimización de la formación y el aprendizaje. La gestión de datos educativos es una de las grandes asignaturas pendientes en las organizaciones educativas. Evitar discriminaciones en los algoritmos. Como propuestas, inteligencia artificial para mejorar el aprendizaje, el big data para mejorar el aprendizaje del alumno y plataformas con datos y algoritmos dirigidas al docente.
  8. Salud mental: la salud, el manejo de las emociones como medida importante para tener herramientas de cara a enfrentarse a situaciones del futuro. Promover hábitos digitales saludables. Propuestas: desconexión, prevención del bullying, autogestión de la salud mental.
  9. Colaborativa: potenciar el aprendizaje colectivo. El entorno digital facilita las conexiones entre personas. Se propone la mentoría, interacción internacional, visibilizar prácticas innovadoras del alumnado y chats para ayuda entre pares.
  10. Integrada: se propone una transformación del modelo de enseñanza. Se precisa integrar contenidos y herramientas digitales con el fin de llegar a un mejor nivel de aprendizaje. Como ideas de la comunidad: efectuar clases por móvil, ya que es un dispositivo muy generalizado desde el que sería muy fácil interactuar para aprender, tanto en enseñanza formal como informal.

©  APINAN

Evaristo González Prieto. Profesor y director del INS “Torre del Palau” de Terrassa (Barcelona)

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