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La conducta más inteligente de las redes sociales

El problema no es solo el uso de las RRSS, sino la unión tan estrecha que existe con los dispositivos personales, los cuales pueden ser ideales para una modificación masiva del comportamiento.
Jorge CalvoViernes, 24 de junio de 2022
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© Softulka

Qué está ocurriendo en nuestra sociedad cuando hablamos de RRSS o de plataformas que atraen nuestro tiempo de ocio? Probablemente si intentamos responder a esta pregunta pensaremos que no hay nada preocupante y que todo sigue el desarrollo natural de una transformación digital que nos está abordando cada vez más.

Pero realmente esa no es la repuesta, una cosa es que no pase nada y otra muy distinta es nuestra falta de percepción por lo que está ocurriendo.

Algo sucede cuando las grandes plataformas de entretenimiento online no luchan por una competitividad real entre ellas, si no contra un hábito natural de las personas, el sueño, nuestras horas de descanso. Rescato las palabras de Reed Hastings, el actual CEO de Netflix: «Cuando ves una serie de Netflix y te enganchas, te quedas hasta tarde viéndola. Realmente, y al final, estamos compitiendo con el sueño».

No podemos obviar que algo está ocurriendo, cuando las compañías digitales más influyentes del mundo sobre la conducta y entretenimiento de sus usuarios, no les importa luchar contra el hábito más saludable del ser humano, su propio descanso. Debemos estar educados para este nuevo escenario y, sobre todo, aún más cuando en este juego entran nuevas generaciones, como nuestros hijos e hijas. Desde edades muy tempranas se convierten en grandes consumidores de estos contenidos. En mi opinión no debemos entender esta nueva situación como una amenaza e intentar huir de ella, si no en poder adaptarnos y reeducarnos en un escenario digital que puede ser positivo.

El creciente uso de las redes sociales ha hecho que surjan preocupaciones éticas y de privacidad con respecto a la gestión de nuestros datos y cómo estas mismas redes entrenan algoritmos para organizar el contenido que nos muestran.

Todas estas circunstancias generan un escenario que no conocíamos hasta ahora, especialmente sobre los adolescentes, y donde el problema no es solo el uso de las RRSS, si no la unión tan estrecha que existe con sus dispositivos personales, los cuales pueden ser ideales para una modificación masiva de su comportamiento.

Anteriormente se podía medir si un producto funcionó mejor o tuvo gran impacto después de haberlo publicitado y analizado esos datos a posteriori, pero ahora el escenario ha cambiado y las empresas están midiendo si las personas cambian sus comportamientos mientras navegan, visualizan e interactúan y donde los feeds de cada usuario se ajustan constantemente para obtener la información deseada. En resumen, nuestro comportamiento se está convirtiendo en un producto.

Toda esta forma de alimentar a estos algoritmos para que nos conozcan y nos recomienden cada vez de forma más efectiva se logra principalmente a través de los dispositivos personales conectados, especialmente, los teléfonos inteligentes, que mantenemos prácticamente pegados a nuestros cuerpos. Se recopilan datos sobre las comunicaciones, los intereses, los movimientos, el contacto con los demás, las reacciones emocionales ante las circunstancias, las expresiones faciales, las compras, los signos vitales de cada persona: una variedad de datos ilimitada y en constante crecimiento.

"El creciente uso de las redes sociales ha hecho que surjan preocupaciones éticas y de privacidad con respecto a la gestión de nuestros datos"

Estos algoritmos correlacionan nuestros datos con los de otros usuarios. Las correlaciones son teorías sobre la naturaleza de cada persona, y esas teorías se miden y clasifican constantemente por su capacidad predictiva. Como todas las teorías bien manejadas, mejoran a través de la retroalimentación adaptativa.

Los feeds personalizados se optimizan para «atraer» a cada usuario, a menudo con señales emocionalmente potentes, lo que puede llevar con más frecuencia en edades más tempranas a una cierta adicción. El objetivo predeterminado es hacer que cada vez pasemos más tiempo en el sistema, de esta forma la cantidad de datos será mayor y la optimización de los algoritmos será exponencial.

Si estamos leyendo en nuestro dispositivo, el comportamiento de nuestra lectura se correlacionará con los de otras personas. Si alguien que tiene un patrón de lectura similar al nuestro compró algo después de que se le presentara de una manera particular, entonces las probabilidades de que obtengan el mismo resultado con nosotros pueden ser muy altas.

Sabemos que el uso de estos contenidos, y en especial de las redes sociales por parte de los adolescentes, aumentó durante la pandemia y, junto con este aumento en el tiempo, hemos visto aspectos tanto positivos como negativos.

La socialización es un componente crucial del desarrollo saludable de los adolescentes, y las redes sociales los conectan con amigos, familiares y compañeros de ideas afines. En ausencia de reuniones en persona, las redes sociales se convirtieron en un salvavidas para que muchos adolescentes buscaran amistad y apoyo, especialmente cuando estaban atrapados en casa o con posibles conflictos familiares.

En general, cuando las redes sociales se utilizan para la conexión social directa, ya sea enviar mensajes a un amigo, mantenerse en contacto, compartir algo divertido o inspirador puede ser muy beneficioso.

Debemos entender que las redes sociales impactan en los adolescentes de manera diferente según sus fortalezas y vulnerabilidades preexistentes. Para algunos adolescentes, el uso de las redes sociales tiende a ser relativamente neutral o quizás incluso beneficioso. Sin embargo, para muchos otros, los efectos positivos y negativos de las redes sociales puedan amplificarse, es aquí la importancia de estos algoritmos de inteligencia artificial donde pueden manipular con mayor facilidad la conducta. Efectos como las conocidas “jaulas de oro” provocan que los adolescentes vayan cerrando su círculo de visualización e interacción sobre temas muy concretos, perdiendo la visualización de otros contenidos y la percepción más amplia de lo que están visualizando.

La actuación de los centros educativos es de suma importancia en este nuevo escenario ya que los adolescentes que han recibido educación sobre alfabetización digital en sus aulas entienden el ecosistema de la información de una manera que no solo genera resiliencia, sino que les permite analizar y evaluar todo el contenido de los medios, ya sea una imagen de las redes sociales o una noticia creada para su credibilidad. Comprender la forma en que viaja la información, la forma en que funcionan estos algoritmos, las estructuras de poder de las empresas tecnológicas, las técnicas persuasivas de los anuncios, la cultura de los influencers o la cultura de cancelación les brinda las suficientes herramientas para poder enfrentarse a esta nueva situación.

La preocupación de las familias y centros educativos sobre el uso de las redes sociales son presagios de lo que aguarda en un futuro relativamente cercano. Los valores, los sistemas políticos, las interacciones sociales y la economía están cambiando con la llegada de la inteligencia artificial, los algoritmos, el metaverso, la realidad virtual, las redes 5G y el crecimiento exponencial de la computación. A medida que estos efectos vayan creciendo y se vuelvan más complejos es más necesario un programa de educación digital dentro de nuestra comunidad educativa.

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