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Educación y postpandemia en Iberoamérica, ¿y ahora qué?

"Será necesario avanzar con propuestas educativas que superen su situación tradicional endogámica y apuesten por sistemas de formación integrales e integradas con los actores sociales, que sean innovadores tanto en metodologías de formación como en cuestiones técnicas y procedimentales", afirma el autor del artículo.
Gustavo GándaraMiércoles, 25 de octubre de 2023
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© ADOBE STOCK

Las políticas educativas en Iberoamérica se enfrentan a desafíos estratégicos de cara a las situaciones de pobreza y exclusión que atraviesan a la región, especialmente, pasada ya la nefasta pandemia que agravó estas problemáticas. Frente a un panorama de ampliación y diversificación de las estructuras socio-productivas y del mercado de trabajo, resulta fundamental avanzar en políticas educativas que consideren las heterogeneidades propias de nuestras sociedades, atravesadas aún por brechas sociales y económicas muy significativas.

En este sentido, se configuran en la región diferentes segmentos en el campo educativo, productivo y laboral con fracturas y distancias muy relevantes en sus condiciones de trabajo, productividad, dominio de tecnologías, calificaciones o ingresos. Así, encontramos sectores más dinámicos, asociados a las tecnologías y las industrias 4.0, a la bioeconomía, a las energías renovables y a la eficiencia energética, a la economía del conocimiento, con trabajadores de altas calificaciones y alto nivel educativo. Por otro lado, están los segmentos más tradicionales –industrial, comercial y de servicios– con oficios convencionales que requieren recalificarse y, por último, los sectores de bajas calificaciones, de condiciones de trabajo precarias y nulo contenido tecnológico en sus puestos de trabajo.

Dicho esto, las políticas educativas en los países iberoamericanos deberán integrar a los segmentos más vulnerables a la economía del conocimiento, pensando en una transición tecnológica que detenga la consolidación de las brechas sociales.

Esto supone una propuesta de articulación educación-trabajo que permita pensar políticas públicas sistémicas que faciliten el ingreso y egreso al sistema educativo de manera fluida, y que articulen la dinámica del sistema productivo con las trayectorias laborales y/o educativas. Debe contemplar también la institucionalización del Diálogo Social Tripartito entendiendo que es necesario reunir la mayor cantidad de esfuerzos para avanzar en propuestas integrales que faciliten el acceso al mundo del trabajo de los jóvenes y las poblaciones más vulnerables, así como también la articulación con el complejo científico-tecnológico y el sistema  de la educación superior de cada país, la certificación de competencias de los trabajadores, la formación en competencias digitales y socioemocionales y la orientación socio-laboral.

Estas políticas educativas deberán considerar también las transformaciones que la revolución informática produjo en todos los sectores económicos, y cómo su aplicación contribuyó también al despegue de otras ramas de la tecnología, como la biotecnología o la nanotecnología, lo que potenció los procesos de producción basados en la valorización del conocimiento. A esto debe sumarse la economía de plataformas, es decir, de infraestructuras digitalizadas.

Resulta fundamental que nuestra región sepa combinar políticas de inserción social, de transferencia de tecnología y de acercamiento a los sectores productivos, un puente que permitirá transferir capacidades innovadoras al conjunto de la sociedad

En definitiva, resulta fundamental entonces que nuestra región sepa combinar políticas de inserción social, de transferencia de tecnología y de acercamiento a los sectores productivos, un puente que permitirá transferir capacidades innovadoras al conjunto de la sociedad.

Para ello, resulta clave insistir en la importancia de la articulación entre niveles y modalidades del sistema educativo (pasarelas, reconocimientos cruzados, etc.), la sistematización de la oferta formativa, la integración de los campos de la educación y el trabajo, el fortalecimiento de la formación y el desarrollo de los equipos docentes. Esto debe ser complementado con la generación de canales de transferencia de información y conocimientos, a partir de investigaciones sobre la situación actual, así como con estudios que se lancen a advertir proyecciones a futuro, como, por ejemplo, el informe El futuro de la inteligencia artificial en educación en América Latina, publicado este año por la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y ProFuturo, que arroja luces al respecto.

Será necesario avanzar con propuestas educativas que superen su situación tradicional endogámica y apuesten por sistemas de formación integrales e integradas con los actores sociales, que sean innovadores tanto en metodologías de formación como en cuestiones técnicas y procedimentales. Asimismo, que promuevan la igualdad de oportunidades y la inclusión social, que contengan todas las necesidades de los niños, jóvenes y adultos, se desarrollen bajo condiciones apropiadas y saludables de trabajo, y que respondan a los requerimientos de desarrollo productivo y a los cambios demográficos.

Finalmente, se deberá trabajar en la formación de competencias digitales y socioemocionales claves para el trabajo del futuro, transferibles a distintas ocupaciones. Capacidades que son la base para la adaptación a los cambios tecnológicos y de organización del trabajo en la que nuestra región iberoamericana ya está inmersa y para la que ya no hay vuelta atrás.

Gustavo Gándara es miembro del Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

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