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José Carlos González-Hurtado: “Nos hemos acostumbrado a la vida y, sin embargo, no debería existir”

Acaba de publicar ‘Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios', un libro con el que desmonta uno de los mitos y leyendas que habitan en el imaginario colectivo: “Hay pruebas tan grandes de que Dios existe que cualquier otra conclusión no sería científica”, asegura.
Rubén VillalbaMiércoles, 18 de octubre de 2023
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José Carlos Gónzalez-Hurtado es presidente de EWTN España.

Esta entrevista empieza en la biblioteca y acaba en una capilla. Este es, según José Carlos Gónzaléz-Hurtado (Madrid, 1964), el camino hacia Dios: “Como decía San Agustín, si no piensas, no puedes tener fe”. Porque sostiene que, además de voluntad, se necesita inteligencia. Cada vez que bordeamos la frontera entre ciencia y religión, advierte: “Se puede llegar a la existencia objetiva de un dios creador sin tener fe religiosa; le pasó a Aristóteles”. Es prudente: no quiere alimentar el mito que pretende desmontar con el libro que acaba de publicar, Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios (Voz de papel). Ciencia y Dios no es que sean contrarios; es que la una sustenta la existencia del otro, pese al relato dominante.

O sea, Dios está científicamente demostrado.
—La respuesta rápida es sí. Pero no es que esté científicamente demostrado: es que hay evidencias tan grandes que cualquier otra conclusión no sería científica. Christian Anfinsen, Premio Nobel de Química, decía: “Hoy, para ser ateo, se necesita ser idiota”. Quizá no lo diría así, pero desde luego es estar mal informado. Yo, para provocar, suelo decir que ser ateo es de letras, no de ciencias.

En el libro cita a Einstein como uno de los científicos que se retractaron de su ateísmo.
—Einstein no era religioso, lo que no significa que no fuera teísta. En numerosas ocasiones reconoció que creía en una inteligencia superior, en un creador. Incluso cito unas declaraciones suyas en las que se enfada con los ateos que le han utilizado perversamente.

¿Por qué hay científicos que no se manifiestan como cristianos?
—Por miedo. Hoy ser religioso es difícil: la sociedad es pagana y vive de espaldas a Dios. Según una encuesta de la Federación de Científicos de Estados Unidos, solo un 10% de los científicos se considera ateo.

A lo largo de la historia muchos han cambiado de opinión…
—Fíjate en el caso de Antony Flew, que fue durante décadas el referente del ateísmo. Antes de morir se convirtió y publicó el libro Hay un Dios: cómo el ateo más influyente del mundo cambió de opinión. Se necesita mucha honestidad intelectual para reconocer, después de haber sido referente tanto tiempo, que uno se ha equivocado. Él acabó admitiendo que el descubrimiento de lo inmenso, es decir, el Big Bang, y de lo ínfimo, o sea, el ADN, le llevaron necesariamente a creer que hay una inteligencia superior.

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Incluso si Dios no existiera, creer en él, como dijo Blaise Pascal, no solo es positivo sino también práctico

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En cambio, hay quien asegura que el Big Bang desdice la existencia de Dios.
—Es lo que piensa la mayoría, pero es justo lo contrario. La teoría del Big Bang fue modelizada por un sacerdote católico, el padre Georges Lemaitre, y contra él se han movilizado muchos científicos ateos porque les deja en una situación muy comprometida, pues el Big Bang lo que viene a decir es que el universo no es infinito; por tanto, si no es eterno, alguien lo tuvo que crear.

¿Y fue Dios quien lo creó?
—Sí. El problema surge muchas veces por el uso del término “Dios” para referirse al principio creador, sobre todo, por parte de agnósticos y ateos. Pero Dios no es un señor con barba y toga que juzga desde el cielo. Eso no es Dios…

¿Entonces?
—Dios es un ser, una inteligencia, que no es temporal ni material, que es bueno, que creó todo y que cuida de su creación. Esto es lo que demuestra el Big Bang. Hace 13.700 millones de años todo fue creado. Antes no existía ni la materia ni el tiempo, lo que te obliga a pensar que quien creó todo es inmaterial y atemporal. También es inteligente porque en una millonésima de segundo creó todo y desde entonces, además, funciona. Esto, como decía Einstein, es una sorpresa porque lo lógico o estadísticamente probable es que el universo fuese caótico, que no hubiera habido vida. Nos hemos acostumbrado a la vida y, sin embargo, no debería existir.

A Dios, entonces, se le presupone bondad.
—Es que Dios no puede ir contra su propia esencia. Por cómo parece haber creado el universo, no es un Dios que nos abandonó, sino que está interviniendo para que el universo funcione.

¿Y no puede ser Dios eso que otros llaman “energía”?
—Quienes son ateos no creen en eso que tú llamas “energía”: creen que todo lo que existe es material. Los teístas, en cambio, creemos en una inteligencia inmaterial porque, como te decía, antes de la creación la materia no existía. Esto, como cito en el libro, lo demuestran las matemáticas, en concreto, el teorema de la negación de los infinitos actuales, según el cual, el universo no puede haber sido infinito. Siendo así, tiene que haber algo fuera de él y ese algo es a lo que llamamos Dios.

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El multiverso es un escapismo intelectualmente frágil: si existen muchos universos paralelos, necesitan haber sido creados por alguien, o sea, volvemos a que tiene que haber un principio creador

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Si el universo no es infinito tendrá, por tanto, un final.
—Es lo que dicta la segunda ley de la termodinámica: dentro de trillones de años se producirá una muerte térmica del universo, toda la energía se irá dispersando, las estrellas se apagarán poco a poco y aumentarán los agujeros negros.

¿Y habrá vida después?
—Eso ya no es ciencia: es fe.

¿La fe es un don?
—No necesariamente. Para tenerla se necesitan tres cosas: inteligencia, voluntad y la gracias de Dios. Si no piensas, como decía San Agustín, no puedes tener fe.

Entonces se puede creer sin fe.
—La existencia de Dios no pertenece a la fe, sino a lo que se llama prolegómenos. Se puede llegar a la existencia objetiva de un dios creador sin tener fe religiosa. Le pasó a Aristóteles, que sólo razonando llegó a la existencia de un noúmeno, lo que hoy llamamos Dios.

¿Y la religión?
—Para creer que Dios existe, no es estrictamente necesaria.

¿Las religiones han pronunciado el nombre de Dios en vano?
—Es cierto que se han cometido abusos en nombre de la religión. Sin embargo, las sociedades religiosas han sido mejores que las ateas, que, en contra de lo que se dice y se piensa, son las que más han matado a lo largo de la historia. Fíjate en el nacionalsocialismo y el comunismo, dos regímenes ateos en su origen que han cometido los mayores horrores de la humanidad. Pero es la lógica del ateísmo: el ser humano no tiene más dignidad que una hormiga, ya que somos producto del azar. También hay mucho mito y propaganda, por ejemplo, contra la Inquisición que, pese a lo que se cree, en su momento fue el tribunal más garantista.

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A todos nos preocupa el sentido de nuestra existencia, lo que pasa es que unos lo disimulan más que otros

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¿Sería posible una pedagogía de Dios fuera del marco religioso?
—Sí. La necesidad de que Dios exista es algo que la razón demanda y la ciencia demuestra.

¿No es más feliz quien no tiene esa necesidad?
—Las sociedades, cuanto más ateas, más infelices son. Un estudio de Ipsos reveló que las tres cosas que nos hacen felices son la salud, la familia y Dios. Existen solo dos posibilidades: o Dios me ha creado o estoy aquí por azar. ¿Qué te da más dignidad y felicidad? Incluso si Dios no existiera, creer en él, como dijo Blaise Pascal, no solo es positivo sino también práctico.

¿El multiverso es la eternidad de los ateos?
—Es una ficción, un escapismo de los ateos para engañar sobre algo que es ciencia. También es intelectualmente frágil porque, si existen muchos universos paralelos, necesitan haber sido creados por alguien, o sea, volvemos a lo mismo. Tampoco es una teoría científica porque para serlo tiene que tener falsabilidad, es decir, que se pueda demostrar que es falsa y en este caso no es posible.

¿El miedo nos puede hacer creer?
—Puede ser, pero el miedo al que te refieres, que es a la muerte, no es miedo: es una necesidad. El ser humano tiene sed de eternidad, de perpetuarse. Y, si tenemos sed, es porque el agua existe. De lo contrario, sería la primera vez que tenemos una necesidad no satisfecha.

¿Pero tenemos todos esa necesidad?
—A todos nos preocupa, lo que pasa es que unos lo disimulan más que otros. Quien diga lo contrario se miente a sí mismo y quizá luego, cuando está solo y nadie le mira, llore. Mirar hacia otro lado, cuando las cosas se te hacen evidentes, lo único que provoca es una enorme infelicidad. Por qué estamos aquí, para qué estamos aquí y qué hay después son las tres grandes preguntas de todo ser humano.

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El mal existe porque nosotros mismos lo creamos, no es una carencia de Dios: él nos da la libertad y nosotros decidimos qué hacer con ella

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Otros creen, pero a su manera, quiero decir: a cambio de algo.
—Esa es una concepción transaccional de Dios, es decir, creo en ti y tú, a cambio, me tienes que dar algo. Más que creer, eso es superstición.

¿Los jóvenes de hoy somos más paganos?
—No del todo. La generación Z es más religiosa que la millennial. Según una encuesta realizada en Estados Unidos, un 82% de los millennials abandona la práctica religiosa porque cree que la ciencia y Dios están enfrentados. El 60%, porque necesita más pruebas.

Quizá, ese 60% se pregunte: si Dios existe, ¿por qué existe el mal?
—Esa es de las preguntas más complejas, pero él sabrá por qué y en cierto modo hasta puede ser bueno para uno. Quiero decir: gracias a Dios, muchas veces no he recibido lo que he querido porque luego me he dado cuenta de que era un error. Creer esto no es masoquismo ni un salto al vacío: es tener la confianza en que, si está pasando, aunque ahora no lo entendamos, es bueno para mí. La otra cuestión en este sentido es que en muchas ocasiones el mal existe porque nosotros mismos lo creamos, no es una carencia de Dios. Él nos da la libertad y nosotros decidimos qué hacer con ella.

¿Descifrará la inteligencia artificial el misterio de Dios?
—Los teoremas de incompletitud de Gödel demuestran que la inteligencia humana será siempre superior, ya que, a diferencia de la inteligencia artificial (IA), los seres humanos somos conscientes de que hay verdades que no se pueden demostrar. La IA solo funciona con aquello que se introduce dentro de su sistema, por tanto, no tiene toda la realidad que está fuera de ella.

Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios
Editorial: Voz de papel
262 páginas
19 euros

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Comentarios

  1. Walex
    15 de enero de 2024 10:55

    Todas sus respuestas son superficiales, hace afirmaciones, menciona encuestas o conceptos sin precisar de donde las obtiene y da conclusiones como si fueran producto de una valoración objetiva y ante preguntas complejas acude a la fe como respuesta concluyente. Parece estar hablando en un púlpito parroquial delante de niños de 10 años o menos.

    1. rafa.-
      15 de marzo de 2024 16:51

      Podría contactar con José Carlos González Hurtado.