fbpx

PISA 2023: España en la encrucijada educativa

Toni García AriasMiércoles, 20 de diciembre de 2023
0

Los titulares de esta semana han sido claros y contundentes: “Informe PISA: España se hunde en el Informe Pisa y los alumnos obtienen el peor resultado de la historia en Matemáticas y empeoran en Lectura”. Casi nada. A partir de ahí, cada cual puede endulzarlo como quiera, pero los resultados son los que son y negarlos no hace otra cosa que empeorar la situación. Evidentemente, PISA no es el faro que deba alumbrarnos para guiar nuestra labor docente del día a día, pero tampoco debemos desdeñar sus resultados tan alegremente. El objetivo principal de PISA es proporcionar información comparativa sobre el rendimiento educativo de los estudiantes en diferentes países y economías. A través de la aplicación de pruebas estandarizadas, PISA evalúa la capacidad de los estudiantes para aplicar sus conocimientos y habilidades en situaciones del mundo real, más allá de la memorización de información. Además de las pruebas académicas, el informe PISA también recopila datos sobre factores contextuales, como el entorno familiar, la escuela y las actitudes hacia el aprendizaje, por lo que se trata de una evaluación muy compleja y muy completa que sí tiene su valor y que no cabe en un solo titular.

Atendiendo a lo que ha podido leerse en los últimos años en los medios de comunicación y por redes sociales, parece claro que la percepción que muchos docentes tenían sobre lo que estaba pasando en la educación finalmente ha coincidido con los resultados obtenidos por nuestros alumnos, para disgusto de algunos. Como no podía ser de otro modo, las argumentaciones a favor y en contra se han movido en los extremismos y en los enfrentamientos pedagógicos, muchas veces sesgados por los intereses políticos partidistas, lo cual ya de por sí supone un fracaso educativo. Si un docente antepone criticar o apoyar una ley educativa según qué partido la haya propuesto al interés educativo de sus alumnos, seguiremos repitiendo los errores que nos han conducido hasta donde estamos. Politizar la educación es el principio del fracaso de nuestro sistema.

Si no queremos volver a repetir los mismos resultados dentro de unos años, deberemos acometer ciertas medidas importantes más allá de las pirotécnicas medidas mediáticas propuestas para contentar a ciertos colectivos. Para ello, aunque nadie me lo ha pedido, yo propondría el siguiente decálogo de medidas (no necesariamente por orden de preferencia):

  1. Bajar la ratio: no hace falta ser un genio para asociar bajada de ratio con una mayor y mejor enseñanza personalizada y, por tanto, con mejores resultados académicos.
  2. Adelgazar el currículo: el currículo en España se repite de curso escolar en curso escolar, lo que hace que la programación sea tan extensa que, al final, para completar todo el temario, se superficializan cientos de contenidos en lugar de profundizar en los verdaderamente esenciales. El proceso de enseñanza para abordar todos los contenidos se ha convertido en vertiginoso y estresante, lo cual se contagia a los alumnos.
  3. Dotar de autonomía a los centros: cualquiera que se dedique a la enseñanza sabe que la autonomía de los centros es puro márquetin. La realidad es que los centros educativos tienen muy poca capacidad de gestión académica. Todo está estandarizado y regulado sin la posibilidad de ajustar el currículo a la realidad de cada contexto y de cada centro educativo. Canadá apostó por ello hace ya una década y ahí están sus resultados en los dos últimos informes PISA.
  4. Alejarse de modas metodológicas: es incompatible afirmar que cada niño tiene sus propias características y luego afirmar que una metodología es el milagro para que todos los alumnos aprendan. Cada cual quiere vender su propio crecepelo pedagógico y metodológico, pero lo cierto y verdad es que los alumnos deben aprender con diferentes metodologías para desarrollarse integralmente. Una sola metodología solo beneficia a una tipología de alumnado y, dentro del aula, todos deben tener una posibilidad de éxito, no solo un tipo de alumnos.
  5. Mejorar la formación del profesorado: relacionado con lo anterior, es evidente que el mejor recurso que hay en un aula es un docente. Un docente bien formado. Los cursos de formación donde todos los docentes acaban haciendo aviones de papel, están muy bien, pero necesitamos más ciencia y menos espectáculo: cómo aprende el cerebro, procesos de motivación, la influencia de las hormonas, didáctica del lenguaje,…
  6. Reformular la carrera de Magisterio para adaptarse a la realidad de los centros y, sobre todo, al siglo actual: pondré solo un ejemplo; las llamadas nuevas tecnologías llevan entre nosotros casi 30 años. Sin embargo, el Ministerio “obliga” a los docentes a certificar su competencia digital. La pregunta es, ¿cómo es posible que los estudiantes de Magisterio sigan saliendo de la carrera sin competencia digital o con un bajo nivel de inglés? Pues como eso, tantas y tantas otras materias desactualizadas. Eso sí, además de reformular el plan de estudios, hay que endurecer el acceso y la consecución del título. En educación, deben estar los mejores.
  7. Más inglés y menos bilingüismo: en su momento, fuimos muchos los docentes que dijimos que el bilingüismo, tal y como estaba planteado, iba a ser un desastre. Hoy, la gran mayoría de las comunidades autónomas reconocen por lo bajini que así ha sido. Para mejorar en el área de inglés se necesita vivenciar el idioma de manera comunicativa, y no poner las Ciencias Naturales en ese idioma. El resultado; se han visto perjudicadas ciertas materias y, sobre todo, la comprensión lectora en español.
  8. Tecnología sí, pero no solo: me encanta la tecnología. Las gafas de RV y otros recursos tecnológicos pueden transformar de manera muy positiva el proceso de enseñanza y aprendizaje. Ver el funcionamiento del cuerpo humano en realidad virtual es algo que facilita el aprendizaje más significativo. Pero para educar de manera integral a un individuo, se necesita invertir no solo en productos tecnológicos, sino también en recursos deportivos, artísticos, científicos, bibliotecas, pabellones deportivos, huertos escolare, material de teatro,…
  9. Pensamiento crítico: a todas las administraciones educativas nacionales y mundiales se les llena la boca con este término “pensamiento crítico”. Pero, ¿se puede desarrollar el pensamiento crítico eliminando la filosofía, la ética, la historia y el arte en todas sus facetas (literatura, pintura, música…)? Sinceramente, es imposible. Educar al individuo sin todas esas ramas es educar a seres aborregados sin pensamiento.
  10. Escuchar a los docentes: en España, hay muchos expertos en educación. De hecho, nada más nacer, un español se convierte en experto en educación de inmediato. Luego, algunos, son contratados por la Administración sin demostrar gran cosa. No hace falta ni estudiar la carrera ni tener años de experiencia. Basta con saber qué mano tienes que estrechar. Hay tantos expertos en educación que los docentes son los últimos en ser escuchados. Eso hace que estemos en dónde estamos.

Para finalizar, no hace falta decir que todo lo anterior no sirve de gran cosa hasta que los dos partidos mayoritarios firmen un pacto de estado por la educación que sea duradero en el tiempo. Esto es fundamental para lograr una mejora de un sistema educativo que parece ir dando tumbos continuamente. Sin eso, todos los disparates políticos y las ocurrencias en materia educativa las terminarán pagando nuestros menores, aunque los docentes –a pesar de la escasa valoración social y de ser criticados cada dos por tres en los medios–, seguirán intentando día a día en sus aulas solventar todas estas adversidades para que la educación en nuestro país no vaya todavía peor. Seamos positivos. Lo veremos dentro de tres años.

Toni García Arias es Top 50 of Global Teacher Prize 2023, Global Teacher Award 2021 y Mejor Docente de Primaria de España 2018.

0
Comentarios