Un día en Puy du Fou: Acompañamos a un grupo de escolares en su visita al Parque
Alumnos de 2º de la ESO del Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid, durante su visita al Parque Puy du Fou el pasado 24 de abril. En la imagen, en 'El misterio de Sorbaces'. © PUY DU FOU ESPAÑA
La expedición (116 alumnos de 2º de la ESO del Colegio Nuestra Señora del Buen Consejo de Madrid, cuatro grupos, y siete profesores), parte a las 9.37 de Madrid en dirección a Toledo, en sendos autobuses con olor a bocadillos y protector solar. La jornada del 24 de abril en el Parque Puy du Fou se promete calurosa, con 26ºC en las horas centrales del día, y en el trayecto pasa lo de siempre; suerte que el conductor, Helios, está curtido en mil batallas, y sabe que en un viaje con adolescentes, por corto que sea –unos 80 kilómetros en este caso– siempre hay que llevar bolsas a mano, o incluso el botiquín – «¡unas pinzas! ¡que alguien se ha clavado una astilla!»– y tener paciencia a la hora de dar con la emisora musical adecuada.
Al llegar al aparcamiento nos damos cuenta de dos cosas: que no hemos sido los únicos que hemos elegido esa fecha –coincidimos en el Parque con 9.505 personas, 2.663 de ellas alumnos y profesores de 44 centros de Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Extremadura, pues los colegios suelen visitarlo sobre todo en abril/mayo y septiembre/octubre–, y que no nos va a dar tiempo a seguir el horario previsto, ya que la idea era que el primer espectáculo, a las 11.00, fuera, precisamente, el último en incorporarse a la programación de Puy du Fou España, esta misma temporada, El tambor de la libertad.
El Parque ha crecido, y un día se queda corto; casi son necesarias dos jornadas para poder recorrerlo con calma y así ver, de paso, su espectáculo nocturno, El Sueño de Toledo. También, para estar de los primeros en la cola (si no se dispone de acceso rápido con el Pase Emoción o Gran Emoción) y así poder coger sitio a la sombra en espectáculos son sol y sombra, como Cetrería de Reyes y El Misterio de Sorbaces.
El Parque ha crecido y un día se queda corto; casi son necesarias dos jornadas para poder recorrerlo con calma y poder ver, de paso, su espectáculo nocturno
Nos dirigimos a Cetrería de Reyes. Es la hora del recreo y tomamos algo de camino al espectáculo, pues la jornada será larga e intensa. Al llegar allí tendremos que guardar toda la comida salvo el agua, no vaya a ser.
Una de las profesoras acompañantes, Charo Jiménez, coordinadora de 1º y 2º de ESO, nos comenta que pensaban haberse quedado a dormir y así poder ver El Sueño de Toledo, como hicieron en 2024, la primera vez que visitaron el Parque, pero esta vez no ha sido posible porque ya no había alojamiento disponible en Toledo. Un aspecto que el Parque espera subsanar con tres hoteles en su propio recinto, el primero en 2027 y los otros dos en 2032, dentro de su plan de expansión hasta 2035.
Puy du Fou abrió sus puertas en 2019, y de los alumnos y alumnas que lo visitan hoy, aproximadamente la mitad ya han estado con sus familias. «El Parque es un 10 de 10», nos dice uno de ellos, emocionado, a modo de reseña.
En este tiempo Puy du Fou se ha ido adaptando a las necesidades y gustos de sus visitantes, incorporando por ejemplo más animales, porque estos también forman parte de la Historia –aparte de sus icónicas aves, de sus elegantes caballos y del burro Rucio, en La Venta de Isidro hay por segundo año una granja con cerdos, vacas o gallinas y en el poblado árabe pueden verse dromedarios y caballos–, más zonas verdes y más juegos de agua para refrescarse. También, más ambientación en los trayectos entre espectáculo y espectáculo o en zonas como la Puebla Real.
12.00 Cetrería de Reyes (30′)
El primero de los espectáculos nos hace mirar al cielo, donde la Academia de Cetrería de Puy du Fou nos tiene preparada una representación que nos remonta a 939, año de la Batalla de Simancas, en plena Reconquista cristiana. Mientras por el escenario desfilan personajes como el califa Abderramán III, su hija Salama y el castellano Fernán González, las aves copan el protagonismo: águilas, halcones, buitres, lechuzas, cigüeñas… y así hasta 200 aves que vemos por detrás de nosotros, por arriba, o incluso posadas sobre nuestra gorra, «tan cerca que da miedo», según los alumnos, mientras Irma Iglesias, tutora de 2º C, mira impresionada los guantes «destrozados» de los cetreros.
Mención aparte merece el exótico serpentario, el favorito de muchos de los estudiantes presentes, al que comparan con un flamenco o con el Correcaminos. Otro momento de exclamaciones y aplausos se produce cuando todas las aves, las de la tradición de cetrería árabe y de cetrería romano-visigoda que practican los príncipes cristianos, irrumpen a la vez, en un gesto de unidad.
13.00 El Misterio de Sorbaces (25′)
En un nuevo canto a la unidad, este espectáculo al aire libre nos habla de la unidad religiosa. Los alumnos reconocen en él la corona de Recesvinto, un tesoro visigodo encontrado en Guarrazar, muy cerca de donde hoy se levanta el Parque, entre otras cosas porque les acaba de caer en un examen global de Historia. En este caso nos trasladamos al año 589, en pleno Reino Visigodo de Toledo. Tras el III Concilio de Toledo asistimos a una boda prohibida entre una joven romana y un príncipe godo… hasta que el rey Recaredo –que también les suena– se entera.
Entre frenéticos volteos cosacos, presenciamos la conversión de Recaredo, que, para los estudiantes que disfrutan de este espectáculo, nos transmite «que cualquiera puede cambiar». De la puesta en escena destacan los efectos especiales, los efectos de montaje, pero también el realismo de los edificios o el vestuario a cargo del Taller de Costura de Puy du Fou. Los alumnos aprecian en ellos el esfuerzo – «se lo curran mucho»–, la maestría técnica y el valor de las cosas bien hechas.
Y entre los propios alumnos también hay conversos: «Pensaba que el Parque iba a ser un rollazo, pero me ha sorprendido; me parece una forma curiosa de aprender, mezclando las aves con el teatro, recreando la Historia al aire libre…».
Pensaba que el Parque iba a ser un rollazo, pero me ha sorprendido; me parece una forma curiosa de aprender
"Hacemos una pausa para comer de picnic. En los ratos entre espectáculos o en el trayecto de unos a otros los alumnos no dejan de aprender. En este caso, a orientarse gracias al mapa del Parque. A los centros escolares que estén pensando en visitarlo les recomiendan que lleven el chándal del colegio o algo identificativo, y, a los alumnos, que siempre tengan a alguien del colegio por delante y por detrás para no perderse. «El Parque es muy amplio, y gracias a eso aunque haya tanta gente como hoy no te agobias», analizan. Echan en falta, eso sí, más árboles para dar sombra y más zonas verdes de esparcimiento, más zonas de césped donde poder tumbarse, aunque lo cierto es que el Parque, levantado en la finca Zurraquín de Toledo, cada año luce más verde y florido. A quienes están barajando una excursión a Puy du Fou les aconsejan «que no se lo piensen». También, que lleven protección solar, ropa fresca, agua, gorra y gafas de sol (aunque, entre los adolescentes presentes, desafiando los elementos, los hubo que aguantaron estoicamente con ropa de abrigo negra durante toda la jornada, serán cosas de la moda).
15.00 A Pluma y Espada (30′)
Estamos ahora en pleno Siglo de Oro (y a la sombra, pues a partir de este momento los espectáculos a los que asistiremos serán interiores). Los alumnos, como ya hicieron con los efectos especiales de Sorbaces, vuelven a preguntarse por lo que hay detrás, por el cómo lo hacen – «¿de dónde sale el agua?» «¿cuántos vestidos tienen que tener?»–, y a dejarse atrapar por la emoción del espectáculo en vivo, con sus cambios de escenario imposibles. A estas alturas, ya están en condiciones de asegurar que cada espectáculo les está sorprendiendo más que el anterior, por las distintas disciplinas que reúne (desde 2024, la Academia Puy du Fou forma a sus artistas en interpretación, técnicas de combate, danza y acrobacias).
Si en Sorbaces podíamos acordarnos remotamente del circo, por las arriesgadas acrobacias ecuestres, ahora vuelve a haber caballos –70 caballos, 30 jinetes–, pero también hay esgrima, hay baile, hay poesía, hay mucho teatro y lo que los alumnos denominan «parkour» en un Espectáculo con mayúsculas, en que un episodio histórico es la excusa para un despliegue espectacular –en realidad, nueve espectáculos reunidos– que también les inspira para sus clases: En unos días tendrán que hacer una representación de Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, y los alumnos se fijan en la interpretación de actores y actrices: «Son muy profesionales», «Te meten en otro mundo».

Allende la Mar Océana (25′)
Llegamos a este espectáculo inmersivo que se representa ininterrumpidamente todavía hablando del anterior, y es que en la cola ha surgido el debate de si Lope de Vega y Cervantes realmente coincidieron en la cárcel. De repente, en Puy du Fou el móvil sirve tanto para fotografiar a un águila detrás de ti como para investigar este tipo de cosas.
Tiene que sacarnos de dudas Carlos Hidalgo, profesor de Educación Física: «Cervantes, Góngora, Quevedo y Lope son coetáneos, y todos en Madrid, en la Corte, se conocían. El más famoso era Lope, que escribió cientos de obras de teatro, y un mujeriego, eso A Pluma y Espada lo han representado muy bien».
Lo bueno de Puy du Fou es que que despierta la curiosidad y fomenta el intercambio intergeneracional, pues siempre hay cosas que unos saben y otros no, o de las que unos saben más que otros. Ahí tenemos al padre Mariano, a un paso (dicen) de la jubilación, explicando a un grupo de alumnos, a bordo de la nao Santa María, cómo funciona la salazón para conservar alimentos por largos periodos de tiempo.
Para el padre Mariano esta excursión es especialmente pertinente para los alumnos de 2º de ESO, pues el currículo de Historia en este curso arranca en la Edad Media. El Descubrimiento de América lo darán en este tercer trimestre. «Esto cae», bromea. Mientras, los alumnos se han convertido en parte de la tripulación de Cristóbal Colón, se han mojado, han gritado, se han mareado… y, al salir, ha surgido un nuevo debate: «¿Dónde creía Colón que llegaba?».

17.30 El Último Cantar (30′)
Ahora es Laura Esteban, profesora de Tecnología y tutora de 2º A, la que se pregunta cómo lo hacen: ¿cómo logran que no se vean los raíles? Como en A pluma y espada, hay cosas que parecen surgir o desaparecer de repente, y ahí también hay un poco de magia, de intentar buscar el truco.
Gran amante del teatro –su espectáculo preferido es A pluma y espada–, Patricia Velasco, profesora de Lengua, valora el hecho de que los alumnos estén presenciando hoy fragmentos de la Historia o de la Literatura como el destierro del Cid en la primera gran obra épica de la literatura española: «Igual que Lope de Vega, lo darán en 3º de la ESO, pero cuando tú vives algo como lo están viviendo ellos aquí hoy yo creo que se te queda siempre en la memoria, que esas imágenes prevalecen en tu recuerdo».
Los alumnos le dan la razón: «Me ha impresionado mucho y está muy bien para poder imaginar cómo era la vida hace unos años. En Historia te cuentan muchas cosas, pero aquí lo puedes ver». «Es todo muy realista y está excelentemente montado, nos hace vivir como si estuviéramos en aquella época». Si un adjetivo define el Parque, para ellos es «impactante».
En Puy du Fou lo que han dado en clase, lo que les ha caído en algún examen, o lo que van a dar cobra vida y les «llega» a través del sentido de la vista, gracias a los estudiados decorados o el vestuario, del olfato, como en la Nao Santa María, o del oído –con bandas sonoras a cargo, entre otros, de Fernando Velázquez, autor de las partituras de Lo imposible o Un monstruo viene a verme, y compositor de la música de El tambor de la libertad–. El oído entra en juego también cuando escuchamos los versos de Manuel Machado en El último cantar, desbloqueando recuerdos de muchos de los presentes –«Polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga»–, cuando escuchamos pasajes en castellano antiguo o, incluso, cuando el bufón que nos da la bienvenida al Gran Corral de Comedias en A pluma y espada nos da las indicaciones previas al espectáculo en diferentes idiomas –momento que María Ángeles Maroto, tutora de 2º B y profe de Francés, aprovecha para practicar un improvisado listening con sus alumnos.
El último cantar será el último espectáculo que vean los alumnos. Alguno –aprendiz de Lope– se va mirando atrás, porque ha conocido a una alumna de otro colegio, que está viendo El misterio de Sorbaces en ese momento, haciendo cálculos sobre si podrá volver a verla antes de irse. Porque en Puy du Fou también se dan, inevitablemente, este tipo de intercambios intercentros. Otros se detienen a descubrir la oferta gastronómica del Parque, de la que triunfan, a la hora de la merienda, Los Churros de Carmen.

Y llega la hora de volver a casa. El Parque, que incluye novedades cada temporada, te deja con la sensación de que te quedan cosas que ver, que merece la pena volver, porque, como dice Erwan de la Villéon, CEO de Puy du Fou, «Nunca lo has visto todo, los espectáculos están hechos para que nadie pueda enterarse de todo de golpe».
Escuchamos «¡Que se va el autobús!». Los alumnos van llegando. «Gracias a esta excursión sabré muchas más cosas, y yo creo que voy a cambiar», nos asegura un entusiasta. Faltan algunos todavía. «¿Dónde están?». Ahora vienen, estaban en el baño, peinándose el tobogán.
Y es que Puy du Fou transforma, pero tampoco hace milagros.
¿Qué pueden decirle a nuestros adolescentes de 13 y 14 años –Claudia, Alba, Alicia, Laura, Elena, Juan, Ángel, Olivier, Berta, Agustín, Jose, Guille, Raúl, Alonso, Manuel, Gabriel, Jorge, Rocío, África…– Abderramán III, Fernán González, la princesa Salama, el rey Recaredo, Isabel I, Cristóbal Colón, Lope de Vega, Fernán González, Miguel de Cervantes, el Cid Campeador, Jimena, el rey Alfonso VI o Al-Qadir?

A Erwan de la Villéon le gusta decir que «uno generalmente no sabe adónde va si no sabe de dónde viene». Lo cierto es que todo en Puy du Fou –desde la escenografía hasta la producción artística, pasando por el vestuario o la música– está hecho para no dejar a nadie impasible. Ni a los escépticos que llegan sin demasiadas expectativas ni a los que echan en falta «más hincapié en los Reyes Católicos, un momento clave en la Historia de España». Ni a quienes les interesa la Historia o el teatro ni a quienes les apasionan los animales. Buscando inspiración en nuestros antepasados, sus leyendas y tradiciones y reviviendo grandes gestas a través de la emoción del espectáculo en vivo, el Parque logra despertar el interés por nuestra propia cultura, devolvernos nuestro sustrato cultural.

En unas semanas los alumnos de 2º de la ESO del Buen Consejo irán al parque de atracciones como excursión de fin de curso, y no pueden evitar comparar ambas excursiones: «En el parque de atracciones te lo pasas bien pero no aprendes, esta es una diversión más cultural, aprendemos Historia y nos lo pasamos bien». «Son espectáculos que recrean otras épocas, pero también puedes encontrarle parecidos con otros momentos de la Historia, con otras culturas», exponen, al tiempo que reconocen que es la mejor excursión que han hecho hasta ahora con el colegio. También los hay que proponen una «versión híbrida», que combine espectáculos con atracciones ambientadas en diferentes épocas de nuestra Historia, al estilo de Allende la Mar Océana, para los tiempos entre espectáculos. Aunque seguramente el CEO de Puy du Fou se escandalizaría si oyera denominar «atracción» a este espectáculo inmersivo, quién sabe si en los planes de expansión del Parque se tendrá en cuenta esta propuesta.
Muchos reconocen que es la mejor excursión que han hecho hasta ahora con el colegio
