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La esencia entre estética y ética

escuelainfantil.netJueves, 16 de mayo de 2019
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Todo centro de enseñanza tiene un ideal educativo, una manera de entender la Educación y de aplicarla. Para nuestra escuela, el compromiso ético con la infancia está ligado a la estética de la escuela, porque pone de manifiesto nuestros valores educativos.

Los ambientes de aprendizaje que ofrecemos, desde una mirada centrada en la competencia de los niños, la calidad de los materiales y su disposición sirven de marco a una escuela que cuida delicadamente la calidad de aquello que ofrece.

Este proyecto expone la coherencia entre aquello que dices que es importante y aquello que haces para llevarlo a cabo. Si queremos una escuela que se centre en las necesidades de cada uno de los alumnos hemos de disponer de varios entornos de aprendizaje en los que ellos se autorregulen y se sirvan de sus propias estrategias para aprender.

Todo el entorno escolar cuida unos cánones estéticos que ponen de manifiesto que los profesionales de la Educación le damos importancia al ambiente, ya que es el lugar en que nacen los descubrimientos. Qué materiales dispones, cómo los colocas, cuántos alumnos lo van a utilizar, cuánta cantidad de objetos pones o si la calidad de estos es adecuada a la propuesta son algunos de los criterios a tener en cuenta para que la estética de la propuesta sea coherente con la ética del propio centro.

Aprender a aprender

Entender el proceso educativo como una manera de desarrollar la capacidad innata del niño supone un reajuste en la manera tradicional en la que se ha concebido la escuela.

Sabemos que los alumnos tienen una necesidad vital de aprender, pero muchas veces la escuela, en lugar de acompañar esa inquietud, la paraliza.

Uno de los objetivos de todo centro educativo debería ser ofrecer a los niños la posibilidad de aprender a aprender de manera autónoma, para que así sean capaces de crear sus propias estrategias de pensamiento, de acción, de confusión, de duda, de reflexión y, en definitiva, de interpretación del mundo que les rodea.

Para poder llevar a cabo ese objetivo es necesario crear entornos ricos de aprendizaje, con variedad de espacios, materiales y propuestas que se ajusten a cada niño, para poder satisfacer sus propias necesidades de desarrollo, desde una mirada de respeto y de confianza en sus propias competencias. De aquí, nace el compromiso ético de nuestra escuela, pero este proyecto pretende ir mucho más allá.

Hemos querido recoger y adaptar a nuestra realidad algunas de las ideas de varios profesionales educativos como Loris Malaguzzi o las reflexiones, acerca de él, de Alfredo Hoyuelos, entre otros, que han reflexionado sobre la importancia de la calidad y la disposición de los materiales, para asumir un compromiso también estético que lleve al alumno a un óptimo desarrollo.

Cuando un docente prepara la propuesta lo hace con una intencionalidad educativa, para cumplir un objetivo, pero pocos suelen tener en cuenta que la presentación de esta supone un condicionante importante de lo que sucederá.

Si yo solo ofrezco papel blanco, colores rojos y verdes y, además, cuelgo una foto en la pizarra de una rosa, aunque no dé ninguna instrucción explícita, probablemente todos los niños acabarán dibujando una rosa.

En cambio, si yo preparo papeles de diferentes colores y formas, rotuladores, lápices de madera, acuarelas, y coloco en el centro de las mesas diversas macetas con platas variadas, que además impregnen el ambiente de un olor maravilloso, lo que surja de esa propuesta será único y exclusivo de cada niño.

Lo cierto es que habrá nacido de su propia necesidad de expresarse mediante los materiales que hemos preparado, pero será su pulsión interior por el aprendizaje, su capacidad de pensamiento, de abstracción, su creatividad, los que pongan sobre la mesa sus propios objetivos, que, por supuesto, serán mucho más complejos que pintar una simple rosa.

En nuestra escuela, tenemos un compromiso estético que no puede estar desligado del compromiso ético, porque cada acción del docente supone una coherencia con nuestro proyecto educativo, con nuestra manera de entender al niño y de acompañarle en su propio camino.

OBJETIVOS

Hemos de seguir replanteando propuestas, ofrecer variedad de materiales y tener más conocimientos de arte, para ofrecer un marco de acción más preparado y evolucionado. Además, tenemos que aprender a profundizar en los procesos de observación para programar mejor los espacios en base a las necesidades de los niños.
Este proyecto no es una simple acción de decoración, es un replanteamiento pedagógico, basado en la coherencia y en la esencia de lo que decidimos que es vital. Para que una persona se involucre en un proceso de aprendizaje, debe emocionarse y esto sucede cuando cada niño va a la esencia de lo que necesita en ese momento.

Así que la tarea del adulto es organizar los ambientes, pensar los materiales y observar para conocer a los niños y llegar hasta ellos a través del afecto y la confianza.


ELISABET SÁNCHEZ MORENO Y EQUIPO
EBM “La Sargantana”, Santa Coloma de Gramenet (Barcelona)

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