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escuelainfantil.netJueves, 16 de mayo de 2019
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No todos los niños muestran las mismas necesidades de socialización. Lo relevante, desde el punto de vista psicológico, es establecer la línea entre lo “normal” y lo “patológico”.

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Los seres humanos somos sociales. Durante los primeros años de vida tiene lugar el proceso de socialización más intenso. Como todo aprendizaje, no todos los niños lo hacen de la misma manera ni al mismo tiempo, pues tampoco todos muestran las mismas necesidades.

Las relaciones sociales en la infancia suponen la interacción y coordinación de intereses mutuos, en los que el niño
adquiere pautas de comportamiento social a través de los juegos. A medida que crecen, van adquiriendo sistemas sociales progresivamente más complejos, algoque les ayudará en su  comportamiento futuro.

Sin embargo, no todos los niños muestran las mismas necesidades de socialización. Lo relevante, desde el punto de vista psicológico, es establecer la línea entre los “normal” y lo “patológico”.

Etapas de juego

Dado que los ritmos de desarrollo madurativo son distintos, debemos tener en cuenta este factor a la hora de “preocuparnos” por la socialización del niño. La socióloga Mildred Parten identificó seis etapas diferenciadas de juego en el niño (véase recuadro), siendo las primeras etapas solitarias.

Cuando el niño tiene adquiridas todas las etapas de juego puede variar e ir de una a otra en función de los intereses que tenga. De forma general, durante los seis primeros años de vida, se adquieren estas etapas, y una vez adquiridas, en función de la personalidad del niño será más o menos frecuente que decida jugar en solitario o con el resto del grupo.

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ETAPAS DE JUEGO

1º Juego desocupado: durante los primeros meses, el niño realiza movimientos, que pueden parecer fruto del azar, pero es un tipo de juego que favorece la exploración en un futuro.

2º juego solitario: es el más común entre los niños de 2 y 3 años. Este tipo de juego enseña al niño la capacidad de entretenerse a sí mismo, lo cual le permite ser autosuficiente.

3º Juego de espectador: se da cuando el niño se limita a observar a otros niños cómo juegan. Esto le permite aprender reglas y formas de comunicación social que irá interiorizando.

4º Juego paralelo: se da cuando varios niños juegan en un mismo espacio y, en ocasiones, participan de un mismo juego (por ejemplo, jugar a los coches), Sin embargo, lo hacen de manera
independiente. Aparentemente, no hay mucha interacción social entre los niños ni juego compartido, pero comparten espacio y pueden aprender los unos de los otros.

5º Juego asociativo: aquí los niños también juegan por separado pero, en este caso, sí están involucrados en lo que hacen los otros, hay mayor grado de comunicación.

6º Juego cooperativo: el niño juega con otros niños, pueden establecer reglas y códigos para las actividades que están realizando.

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Los profesores suelen ser un buen referente de la socialización del niño, pues le observan con un grupo muy amplio de su misma edad.

Inmadurez en las relaciones

Cuando se aprecia una tendencia al aislamiento, hay que explorar el origen de esta conducta. Se pueden establecer tres motivos frecuentes que lleven a un retraso en la correcta socialización, teniendo cada una tratamientos diferentes.

Las diferencias madurativas pueden generar diferencias en la socialización, pues el niño que vaya más retrasado en el ámbito cognitivo va a mostrar desfase en la socialización. En este caso, mostrará cierto desfase pero el curso de la socialización será el adecuado. Por otro lado, una alta capacitación o maduración precoz también genera diferencias en el proceso de socialización, pues hace que el niño se aburra con sus iguales buscando relaciones con el adulto o niños mayores.

Por otro lado, están las diferencias en el temperamento, hay niños más introvertidos que otros, que desde pequeños manifiestan ansiedad en la relación con sus iguales o con los adultos. En este
caso, al niño le gusta tener amigos y es habitual que con su círculo de confianza (primos o hermanos) su relación social sea absolutamente normal. No obstante, tratará de evitar situaciones novedosas y eventos donde acudan muchos niños, porque le genera inseguridad y, en función del grado de timidez, puede manifestar dificultades relacionales en el aula.

Por último, hay niños que no tienen interés en el otro (ni iguales ni adultos). En este caso, es habitual que, desde pequeños, se aprecien dificultades en la interacción, tales como escaso contacto ocular, falta de establecimiento de turnos de interacción (por ejemplo, ausencia de balbuceo reduplicativo), escasa comunicación, etc. En estos casos, habrá que realizar una valoración en profundidad y determinar si estamos ante un niño con Trastorno Generalizado del Desarrollo.

Favorecer la socialización

Con independencia del origen del problema, hay pautas preventivas que pueden favorecer una socialización adecuada y que pueden seguirse desde casa.

Es importante entender que cada niño tiene sus códigos de socialización. Algunos funcionan muy bien en grupos grandes, manteniendo relaciones más superficiales; otros niños tienen uno o dos amigos, pero con los que establecen una relación muy fuerte. Por eso, hay que respetar el estilo del niño, entender que, durante los primeros años, las relaciones son más arbitrarias y cambiantes, en las que un conflicto o un cambio de mesa en el aula supone una sustitución relacional, siendo, a partir de Primaria, cuando el niño comienza a ser más selectivo en las relaciones, estableciendo lazos afectivos con aquellos niños con los que comparten intereses y con los que se sienten parecidos.

Ante la duda, los profesores suelen ser un buen referente de la socialización del niño, pues observan el funcionamiento del menor con un grupo muy amplio de su misma edad, pudiendo apreciar al niño que se diferencia del resto.

No obstante, si los padres manifiestan duda, lo mejor es consultar con un profesional que pueda ofrecer pautas para favorecer la correcta socialización, dado que cuanto antes se intervenga más se favorece el éxito en la labor.

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FAVORECER LA SOCIALIZACIÓN

• Limitar el tiempo que ven la televisión.
• Durante los primeros años, evitar el uso de tableta, móvil y ordenador, pues este tipo de juegos favorece el repliegue del niño en sí mismo y dificulta la interacción social en una etapa prioritaria para ello.
• Aunque hay niños que saben jugar de manera espontánea, una buena forma de que aprendan es jugar con ellos a juegos de turnos (por ejemplo: dominó, memory, etc.)
• Hacer en casa juegos de roles, jugando con los niños a los profes, los tenderos, los médicos, etc.
• Crear oportunidades para facilitar la relación con otros y, si apreciamos que hay timidez marcada, favorecer encuentros sociales, al principio, con un solo niño. El parque, la biblioteca, talleres, etc.
• Planear reuniones de juego en casa. Así el niño se sentirá más cómodo porque está en su zona de confort, se reducirá su ansiedad y favorecerá la amistad.
• Apuntar al niño a actividades extraescolares cooperativas, teniendosiempre en cuenta los intereses del niño.
• No forzar la relación con el otro. Presionar no suele ser un buen sistema. Si el niño manifiesta ansiedad social, se bloqueará y, si el niño no tiene interés por el otro, tampoco servirá.
• Reforzar positivamente cualquier avance.

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Referencias:
“Aprendo a relacionarme”, 2015, Kika Gutierrez-Moyano, Ed. Promolibro
“Trabajando habilidades sociales básicas”, 2015, R.Pérez Fenández, GEU
“Escúchame: relaciones sociales y comunicación en niños con TGD”, 2005, Julia Alonso García, Ed. CEPE[/quote]


Paloma Méndez de Miguel,
psicóloga infantil • palomamendezdemiguel@gmail.com

 

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