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Las seis técnicas que activan las emociones de los alumnos

El humor, el trabajo en equipo, el juego, la relajación, la música y el contacto con la naturaleza son algunos de los elementos que despiertan los estímulos para aprender en el cerebro de los niños.
Adrián ArcosMartes, 22 de octubre de 2019
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El cerebro es el órgano que posibilita el aprendizaje y que, además, está diseñado para aprender a lo largo de toda la vida. En la premisa en que se basa la neuroeducación, una disciplina que parte de la idea de que la práctica pedagógica y las experiencias de aprendizaje pueden mejorar si se conoce cómo aprende y cómo funciona el cerebro.

En este sentido, los neurocientíficos consideran que la emoción es una pieza clave en este engranaje. ¿Y cómo entra la emoción en el aula? Expertas de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) apuntan que son esenciales dosis de humor, el trabajo en equipo, el juego, la relajación, la música y el contacto de los escolares con espacios naturales. Son las profesoras del seminario Neurociencia y Educación, de UOC X-Xtended Studies, Anna Carballo y Marta Portero, que amplían cada uno de estos elementos:

  1.  El humor: el uso de técnicas para fomentar el buen humor entre estudiantes y maestros mejora el clima del aula, favorece oportunidades de aprendizaje y disminuye la respuesta de estrés.
  2. El trabajo en grupo: la sociabilidad está directamente relacionada con la felicidad y su ausencia se asocia con problemas de salud mental y física, y también con discapacidades graves como el autismo. Cuando se trabaja en grupo aumenta la liberación de moléculas como la oxitocina o las endorfinas, que se relacionan con los mecanismos de aprendizaje. Así, si el aprendizaje tiene lugar en un contexto grupal y cooperativo, se pueden fomentar los procesos de empatía mediante el trabajo en equipo, la cohesión social y la promoción de un rendimiento mejor.
  3. El juego: poder diseñar metodologías de aprendizaje mediante el juego tiene efectos muy positivos, ya que el juego está considerado un mecanismo neural natural que despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir nuevas habilidades útiles. Las situaciones de juego aumentan el bienestar, la autoestima, la curiosidad y la motivación para aprender.
  4. La relajación: poder enseñar y practicar algunas técnicas de relajación en el aula puede ser de utilidad teniendo en cuenta los efectos beneficiosos para el organismo. En general aumenta la liberación de neurotransmisores como la serotonina y las endorfinas, que fomentan el bienestar emocional y un estado de atención relajada. Recientemente hay estudios que evalúan los efectos de técnicas para la conciencia plena (mindfulness) con una mejora de los procesos de aprendizaje y la plasticidad cerebral.
  5. La música: cambia las vías neurales del cerebro e influye en cómo se procesa la información cuando se presenta simultáneamente. Además, se observa que provoca una mejora en el estado de ánimo y promueve la relajación y la autorregulación de las reacciones emocionales. Por lo tanto, el uso de la música en el contexto de aprendizaje puede ser un método alternativo tanto en el ámbito educativo como para intervenir en niños y niñas que tienen déficits cognitivos.
  6. El contacto con espacios naturales: cuando los niños se conectan con la naturaleza aumentan los niveles de creatividad y la capacidad de resolución de problemas, mejoran las habilidades cognitivas y el rendimiento académico, disminuyen los síntomas del trastorno por déficit de atención, aumenta la actividad física, mejoran la vista, las relaciones sociales y la autodisciplina, y se reducen los niveles de estrés.
El cuidado del cuerpo

Las especialistas de la UOC también apuntan que el cuidado del cuerpo repercute directamente sobre el mejor o peor rendimiento del cerebro y de las funciones intelectuales superiores que permiten los procesos de aprendizaje. Así pues, dormir bien, comer sano, gestionar bien las emociones y hacer deporte facilitan la predisposición a aprender.

Sobre la gestión de las emociones, la profesora de Psicología Clínica Infanto-Juvenil de la Universidad CEU San Pablo, Ana Jiménez-Perianes, plantea una asignatura de Inteligencia Emocional y Valores Fundamentales. “Los niños y adolescentes gestionan las dificultades de la vida cotidiana de manera muy distinta a las de los adultos; es por ello que los pilares fundamentales en el desarrollo del niño, como la familia, el colegio y el entorno social son vitales para poder identificar los problemas que pueda llegar a presentar”, explica la psicóloga.

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Comentarios

  1. Luis Soler
    24 de octubre de 2019 20:35

    Relacionar falta de interacción social o trabajo en grupo en él aula con autismo es un disparate y más todavía en una publicación de su prestigio. Ruego que lo corrijan y se informen bien antes de poner esas cosas que mal expresadas pueden hacer sentir culpabilidad en padres de niños con autismo.

  2. BELEN GARCIA FERNANDEZ
    3 de noviembre de 2019 12:05

    Qué importante es involucrar la emoción de los niños en su aprendizaje, com bien se explica en el artículo cuando las emociones de los niños cobran protagonismo, el aprendizaje se torna más real y significativo, y esto se debe principalmente a la interrelación existente entre la motivación y la emoción. Las emociones se tornan una motivación hacia el aprendizaje.
    Cuando nos sentimos cómodos en una situación de aprendizaje y además motivados por el entorno que se ha generado o los retos que se presentan la información que recibimos la interpretamos otro modo, es decir, que las emociones van a actuar como líderes o dirigentes de nuestra actitud y conducta hacia el aprendizaje.
    Por todo ello es tan importante trabajar las emociones en el aula, para que se los alumnos aprendan a conocerlas y gestionarlas de forma que puedan enfocarse hacia un aprendizaje vivencial y positivo.