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Andreu Navarra: “Algunos jóvenes escuchan su primer ‘no’ del docente”

Navarra asegura que hay una “crisis” en la función de los padres, que llegan tarde a casa y no pueden poner límites, y habla de la “devaluación” de la sociedad que afecta al sistema educativo.
Olivia AlonsoMartes, 5 de noviembre de 2019
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© ADRIÀ NAVARRA

“El primer ‘no’ que escuchan algunos jóvenes se lo dice el docente”, lamenta el profesor de Secundaria Andreu Navarra, que acaba de publicar el libro Devaluación continua, un “informe urgente” sobre la Educación en España en el que reclama a los políticos que dejen de “suicidarla”.

Coincidiendo con la celebración del Día del Docente, el pasado 5 de octubre, Navarra (nacido en Barcelona en 1981) –escritor, historiador y profesor de Lengua y Literatura castellanas– comenta a Efe que los profesores se sienten ninguneados, que trabajan con “un profundo agobio” y que tienen que hacer frente a “situaciones aberrantes que nadie se atreve ni a mirar”.

Reivindica un “sistema inclusivo de verdad” que “acorte el camino entre un barrio cutre y la NASA”, critica las sucesivas reformas educativas, a las que acusa de “sembrar la inacción definitiva”, y asegura que aplicamos una Educación de “primeros auxilios, y desearíamos programas de cirugía avanzada”.

Durante las 275 páginas de Devaluación continua (Tusquets) expone los escenarios a los que se enfrentan los docentes de España y habla de un “abandono de la juventud”.
—Hay una crisis en la función de los padres, principalmente porque el mercado laboral les agota tanto en familias ricas como pobres. Como no llegan a casa hasta la noche, no hay nadie poniendo límites. El primer “no” que escuchan algunos jóvenes se lo dice el docente y te ponen una cara de “¿cómo te atreves?”. Hay mucha literatura pedagógica sobre el beneficio de decir no, porque la sociedad te lo dice continuamente.

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El problema está fuera del sistema educativo porque hay un desprecio patrocinado por los partidismos políticos

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En su libro hay muchas lágrimas, tanto de docentes como de alumnos. ¿Por qué se llora tanto en las aulas?
—Es un enigma que estoy esperando que se investigue. Algún día sabremos por qué hay tanta ansiedad dentro y fuera de las aulas. La hipótesis general del libro es que hay una devaluación de la sociedad que afecta al sistema educativo.

Describe a docentes frente a una muralla de burocracia, “un monstruo que les chupa toda la energía”. ¿Cómo afrontan los profesores el día a día?
—Se exige la elaboración de proyectos, pero no se habilitan las horas para poder diseñarlos. Tampoco hay tiempo para ejercer la tutoría como se merecen los alumnos y los padres. Se pide un tiempo de burocracia superior al disponible para clases, que te quita la energía para lo importante de verdad, que es preparar las clases, escuchar a los alumnos o crear buenas actividades para el desarrollo del alumno.

¿Y qué hacen mal los docentes que pueda influir en la falta de interés de los alumnos?
—El problema está fuera del sistema educativo porque hay un desprecio patrocinado por los partidismos políticos. Existe una ofensiva contra los contenidos culturales y una invasión en el contenido educativo por parte de empresas, mercados y organizaciones económicas como la OCDE. ¿Por qué tiene que dictar la pedagogía alguien que no es pedagogo?

Las propuestas oficiales van en la línea de implantar las necesidades consumistas en los alumnos cuando la Educación tiene que hacer todo lo contrario: emancipar y desarrollar el pensamiento crítico.

Me han propuesto dar clases con el Fortnite, que es un software. Existen alumnos adictos a los videojuegos que llegan a clase sin dormir. Con este panorama, ¿les tenemos que enseñar a través de este juego y demás pantallas? ¿Pero qué locura es esta?

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Hemos pasado de una cultura del esfuerzo a la de caprichos caóticos y satisfacción inmediata

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Relata cómo el sistema premia la pereza y garantiza el analfabetismo funcional.
—Hemos pasado de una cultura del esfuerzo a la de caprichos caóticos y a la satisfacción inmediata que crea ansiedad. Además esta pedagogía indecente hace que los que vienen de una familia donde se consume cultura tengan ventaja y los que provienen de una familia que no lo hace se quedan atrás.

A su juicio, ¿cómo tiene qué ser un sistema educativo?
—Primero inclusivo. Pero para lograrlo hay que inyectar mucho personal sanitario en los institutos, porque si no es hacer poesía. No puedes cerrar escuelas especiales y llevar a personas con diagnóstico que necesitan una atención a clases ordinarias. Eso es una barbaridad.

Y tiene que ser ambicioso, porque nos estamos quedando sin ingenieros, sin médicos, sin la columna vertebral de una sociedad que tienen que tener ciencia y personal cualificados. Estamos volviendo a los 60, al monocultivo del ladrillo y del turismo.

Asegura que “quizás no haya bajado el nivel de los estudiantes, pero el de los materiales pedagógicos está en la Fosa de las Marianas”. ¿Cómo valora los currículos?
—Hay padres que se quejan de que los currículos en Bachillerato son demasiado exigentes. Lo que ha pasado es que se han expulsado todos los contenidos de cultura básica de la ESO al Bachillerato. Y hay una hay obsesión por las pruebas PISA y las de competencias básicas, que uniformizan los sistemas educativos. Quitan contenidos, que es la cultura misma.

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Las propuestas oficiales van en línea de implantar las necesidades consumistas en los alumnos

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Sugiere que “es malo rechazar la Educación competencial y los proyectos, como también es malo que renunciemos a la función primordial de la memoria”.
—La memoria nos hace humanos, diferentes y con personalidad e inquietudes.

Pide a los gobiernos que dejen de reformar, que confíen en los docentes y que dejen de suicidar nuestra Educación.
—A los políticos les interesa un tipo de ciudadano que vote por emociones y no por razón. Desde que saqué el libro me preguntan qué opino del adoctrinamiento catalán. Yo no opino nada porque estoy hablando de calidad educativa. Estamos obsesionados con detalles de nuestra vida: el número de horas que hay que estar en la clase, tecnología sí o no, catalán sí o no. Para mí todo esto es secundario, la cuestión es qué hacemos con nuestros alumnos que están en la enseñanza obligatoria.

Habla también a la violencia verbal entre alumno y alumnos y profesores y critica que se haya convertido en uno de los grandes tabús de la discusión educativa.
—Aunque no es universal, sucede que a los profesores se les lancen bolígrafos o no puedan dar clase porque hay gritos, eructos, pedos… Es un maltrato hacia su persona y su trabajo y no encuentra la protección de nadie. Y se debe a que avanzamos hacia una época en la que no existe la empatía ni hay capacidad para entender al otro.

A pesar de todo lo relatado, ¿cree que el sistema es aún capaz de reaccionar?
—Dejando de esperar el maná de los políticos, apuesto por una nueva Institución de Enseñanza Reglada en la que no haya ni una pantalla. Puede estar muy bien utilizar aplicaciones y tecnologías, de hecho yo utilizo la pantalla digital, pero lo que no puede ser es que destrocemos todo el sistema, el legado y el contenido de nuestra cultura para jugar con aparatitos.

‘Devaluación continua’

  • Docentes. Basándose en su experiencia como profesor, Andreu Navarra expone los escenarios —a menudo dramáticos y violentos— a los que diariamente se enfrentan la mayoría de docentes: desmotivación, indisciplina, planes de reforma absurdos y una grave precariedad social y vital del alumnado.
  • Instituciones. Desde la ironía y el humor, el autor denuncia también el desamparo institucional en que se encuentran profesores y alumnos.
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