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La irresponsabilidad manifiesta

Manuel Carmona
Profesor universitario
4 de febrero de 2020
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Se ha confirmado la semana pasada lo que determinados indicios y evidencias de los últimos dos meses venían anunciando: que tres de las estudiantes a las que dirijo sus TFG no lo van a tener listos para la fecha que se comprometieron, mediados de febrero. Se da la curiosa circunstancia de que las tres incumplidoras de sus obligaciones además de ser alumnas del mismo Grado, Publicidad y RRPP, son amigas entre sí.

Dos de ellas, a quienes paso a llamar Z e Y, llegaron hasta mí a primeros de octubre del pasado año guiadas por la tercera en discordia, X. Ésta a mediados de julio había contactado conmigo para ese menester. Al día siguiente hablé con ella primero vía correo electrónico y luego por vía telefónica, y acepté dirigírselo. Por cierto que esta joven entre los graves problemas de comprensión básica que ha mostrado a día de hoy es que no conoce el doble sentido de la palabra selección o elección.

Ella eligió a un director de TFG, yo, pero porque yo acepté su propuesta, como hubiera dicho mi maestro, Julián Marías por mí que no quede. Si yo, como cualquiera a quien se le hace una proposición, no lo acepta, porque nos cabe ese derecho, su supuesta elección hubiera quedado huérfana, vacía, no tendría recorrido ni vida. Las tres cuando llegaron hasta mí, vinieron con la misma cantinela: se habían puesto en contacto con otros docentes, pero o bien algunos ni se molestaron en contestarles a sus solicitudes. O bien declinaron dirigirles este Trabajo de Fin de Carrera. O no mostraron ningún interés en los casos de Z e Y cuando se reunieron con ellas en una primera tutoría.

Si yo, como cualquiera a quien se le hace una proposición, no lo acepta, porque nos cabe ese derecho, su supuesta elección hubiera quedado huérfana

Hoy en día, una de las auténticas plagas a nivel internacional que azota al mundo es la falta de compromiso, de autenticidad, de responsabilidad. Demasiada gente como estas chicas y demasiados adultos, sólo conocen los derechos, pero no sus obligaciones.

A X en conversación agria por teléfono se lo repetí hasta en dos ocasiones después de habérselo dicho por escrito previamente. La chica se quejaba de que nadie le había hablado como yo lo había hecho. Le dije textualmente: ¡Mire, tiene usted tres graves problemas:

–Uno, ha perdido sus derechos porque ha incumplido con sus responsabilidades académicas.

–Dos, resulta, si es cierto como usted dice, que tiene un asunto gravísimo que atender, y que no es otro que le hablen con respeto y de frente ante su comportamiento inmaduro. Si nadie lo ha hecho a estas alturas de su vida, flaco favor le han hecho sus mayores, sus amigos y quienes la hayan formado.

–Tres, deje de mentir. Y es que X dentro de las ocupaciones de su TFG tenía que entrevistar a un magnífico cineasta, Manuel Cora. Le había facilitado su contacto en julio cuando asumí dirigirle el TFG. Durante estos casi siete meses, en reiteradas ocasiones le dije que lo llamara y entrevistara. No lo hizo. Y su irresponsabilidad llegó al punto máximo cuando me afirmó que “el viernes 24 de enero le había escrito para entrevistarlo, pero que él no le había contestado”. Hice las pesquisas, y comprobé que X mentía.

Hoy en día, una de las auténticas plagas a nivel internacional que azota al mundo es la falta de compromiso, de autenticidad, de responsabilidad

Como decía unos párrafos más arriba, esa falta de compromiso no afecta hoy sólo a éstas tres alumnas y a muchísimos adultos. Para rematar la semana de casos lamentables, nos encontramos yo y los estudiantes del Doble Grado de Protocolo, Organización de Eventos y Comunicación Corporativa el pasado viernes con que una compañera de ellos, que había propuesto debatir sobre la Corona Británica y los últimos acontecimientos de la familia Windsor con su nieto Henry y su esposa, se permitió el día de autos no asistir a clase. Como les comuniqué a los presentes en clase: era una falta de respeto a todos, empezando hacia ella misma. Y que no lo iba a permitir. Unas horas después, se lo notifiqué por correo electrónico, y le indiqué que el 10% de la nota por asistencia y participación en el curso lo había perdido.

Afortunadamente la mayor parte de los alumnos cumplen con sus obligaciones asistiendo a clase y preparando sus trabajos conforme está previsto. Quiero creer que esta minoría reflejada es solo un borrón que pronto olvidaremos.

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