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Diez lecciones de esta crisis para un tiempo nuevo

¿Qué estamos aprendiendo? Apuntes en sucio que recogen algunas claves que estamos descubriendo en medio de una crisis sanitaria en la que todavía estamos inmersos.
Saray MarquésMiércoles, 29 de abril de 2020
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© MARINA ZLOCHIN

¿Cómo saldremos de esta crisis? ¿Ya nada volverá a ser igual? Expertos en distintos campos, principalmente vinculados a la Educación, nos trasladan sus aprendizajes a partir de la disrupción que ha supuesto la pandemia de Covid-19 en nuestras vidas. Y nos hablan de brechas, de incertidumbre, de soft skills o de una Educación presencial insustituible, entre otros.

Fernando Trujillo
Profesor de la Universidad de Granada
@ftsaez

«En mi opinión, esta crisis sanitaria ha desvelado tres debilidades fundamentales que conviene que no olvidemos para los próximos años:

  1. La debilidad de la escuela inclusiva. Cuando hemos necesitado que nuestros estudiantes aprendan en casa, hemos descubierto que muchos de nuestros estudiantes tienen importantes problemas socio-económicos que dificultan mantener una actividad académica de calidad o que impiden el acceso a internet. Estos problemas no son educativos, son sociales y económicos, pero urge que analicemos seriamente el impacto de estos dos planos en el ámbito educativo y que nos planteemos planes de actuación en el ámbito socio-económico para construir de verdad una escuela inclusiva.
  2. La debilidad de la escuela de competencias. Con el cierre de los contenidos ha aflorado una realidad que era evidente pero que nos negábamos a ver: el sistema educativo sigue centrado en los contenidos, especialmente en Secundaria y Bachillerato, y no ha incorporado definitiva y radicalmente un enfoque de enseñanza basado en las competencias y centrado en el desarrollo integral del estudiante.
  3. La debilidad de la escuela digital. El confinamiento ha desvelado que no podemos hablar de manera satisfactoria de una «escuela digital» ni en el plano de las infraestructuras (no podemos garantizar el préstamo de dispositivos o tarjetas SIM a los estudiantes que más lo necesitan, y los docentes han tenido que usar recursos propios para realizar su tarea en un entorno digital) ni en el plano de las competencias (la competencia digital del alumnado y de los docentes ha mostrado claramente sus debilidades en esta transición de la Educación presencial a la Educación a distancia) ni en el plano de la gobernanza (las instrucciones de la Administración han sido escasas, insuficientes y vagas, en el mejor de los casos).

Así pues, tras la crisis será necesario diseñar planes de actuación concretos para reforzar estos tres pilares de la escuela del siglo XXI: escuela inclusiva, escuela de competencias y escuela digital»

Carmen Navarro
Doctora en Historia y profesora

«Cuando le explico a mis alumnos el Renacimiento, dedico un buen rato a recordarles que antes vino la Peste Negra y que esta fue una de las causas de que Italia y luego Europa virase hacia posiciones humanistas, de que se pudiese dar una nueva mirada sobre el individuo y su lugar en el mundo. Ahora a través de pantallas –que para ellos es su habitual ventana al mundo– algunos me recuerdan esa explicación, aunque hablamos poco de la asignatura, que ha perdido bastante sentido estos días. Me cuentan que de este tiempo les gusta el pasar tiempo con sus padres, con sus hermanos, aunque discutan. Hablamos de lo que hacen, de sus preocupaciones y como siempre ellos, tan jóvenes, aportan claridad a mis pensamientos. El próximo curso vamos a tener que introducir otros elementos en nuestra mochila, como la incertidumbre y la capacidad de entender que solo somos una especie, la humana, que además ha resultado ser tremendamente vulnerable. Y un aprendizaje: hay que vivir en el aquí y en el ahora y unidos con los nuestros. Porque eso sí, estamos de acuerdo, eso está funcionando»

Toni Solano
Director del IES Bovalar de Castellón
@tonisolano

«Me gustaría hacer una aclaración previa. Deberíamos distinguir claramente entre escolarización obligatoria (Primaria/ESO) y el resto de niveles. Creo necesaria esta distinción porque muchas de mis opiniones se refieren a esta escolarización básica que hemos decidido que es esencial para todos, por tanto universal, inclusiva, equitativa y de calidad. Hecha esta aclaración, lo que hemos aprendido es que la escuela presencial no puede suplirse en modo alguno con una asistencia telemática. Muchos centros hemos comprobado ahora que la brecha social y la brecha digital son fenómenos que discurren en paralelo, y que tener un móvil o conexión a Internet no garantiza en absoluto que se pueda seguir un aprendizaje en condiciones. Si los guetos educativos ya de normal eran un vivero para el fracaso escolar, a pesar de los esfuerzos por una atención individualizada, con el teletrabajo se han convertido directamente en páramos educativos, en zonas donde los docentes estamos más pendientes de que el alumnado se encuentre bien que de mandarles tareas. Evidentemente, los centros que albergan alumnado de clase acomodada no han notado apenas cambios: conozco centros en los que han seguido las clases con los horarios habituales, en las plataformas que ya tienen contratadas, con los dispositivos que están obligados a comprar con la matrícula.

Otra cuestión importante que hemos descubierto es que las infraestructuras educativas de la escuela pública siguen siendo deficientes, quizá por una falta crónica de inversión. Con mayor o menor acierto, se han habilitado plataformas y equipamientos para salir del paso, pero la mayoría de docentes han tenido que optar por sus propios recursos y estrategias, lo que ha provocado un desconcierto entre las familias, que necesitan un organigrama más complejo que el de los clanes de Juego de Tronos para saber cómo y por dónde deben comunicarse con los distintos responsables de las asignaturas. Familias que, en muchos casos, tienen problemas bastante más graves que imprimir y enviar PDF.

Además, en el ámbito de la coordinación interna y como director de centro, estamos viendo también el fracaso del modelo de departamentos didácticos en la ESO, una estructura poco operativa que segmenta el currículo en parcelas de contenidos a los que nadie quiere renunciar. Por contra, es más necesario que nunca potenciar a los equipos docentes de grupo o nivel, cuanto más concentrados, mejor, es decir: reducción de ratio, trabajo por ámbitos y enfoque competencial. Esto nos hubiese evitado la sobrecarga de tareas y hubiese permitido además un mayor control de la evaluación individualizada y del seguimiento de los alumnos más vulnerables.

Por último, me ha sorprendido que buena parte del profesorado esté tan preocupado por acabar los temarios, que, hemos de recordar, es solo una parte del currículo y de nuestras obligaciones, y no se preocupe del desarrollo de las competencias, de la atención a la diversidad, de la compensación educativa, de la inclusión, de la atención a las necesidades educativas específicas y de tantas otras cosas a las que también nos obliga la ley y que no podemos garantizar telemáticamente. Todo aquello que nos hacía sentir orgullosos de nuestro trabajo en el aula, para algunos parece ahora reemplazable por correos electrónicos y videoconferencias. Un teletrabajo que, además, ni siquiera podemos garantizar que están realizando nuestros alumnos y no sus padres, hermanos o vecinos de balcón»

Guadalupe Jover
Profesora de Lengua y Literatura

«Durante estas semanas se ha hecho aún más perceptible la pavorosa desigualdad en el derecho a la Educación. Dispositivos móviles y conexión a internet se han erigido en colosales metáforas de las condiciones de pobreza material que impiden la educabilidad de muchos niños y niñas. Mientras no haya políticas sociales que reduzcan drásticamente los índices de pobreza infantil en España no podremos seguir hablando de acceso a la Educación. Con cuarentena o sin ella.

En segundo lugar, y en relación con lo anterior, hemos visto hasta qué punto el desmantelamiento de los departamentos de Orientación ha sido letal para los más vulnerables. Trabajadoras y educadoras sociales, psicólogas, personas expertas en los diversos trastornos de aprendizaje podrían estar desempeñando ahora una tarea que a duras penas estamos tratando de cubrir los tutores. Los problemas personales, familiares, académicos, siempre han estado ahí. Pero ahora, al fin, estamos dispuestos a mirarlos de frente y a considerar la enorme desventaja en que dejan a quienes los sufren.

En tercer lugar, y también como condición previa para poder hacer efectivo el derecho a la Educación, hemos constatado la importancia del capital cultural familiar. Ojalá en el futuro nos tomemos en serio -y aquí la biblioteca escolar podría tener un papel insustituible- la promoción de actividades de dinamización cultural que involucren a estudiantes y familias y ofrezcan alternativas formativas y saludables para los tiempos de ocio que redundarán, sin duda, en la aproximación de grandes y pequeños al centro escolar. La brecha educativa no ha hecho sino abrirse de manera insoportable en estos meses.

Por último, aunque quizá lo más perceptible, hemos aprendido que no hay dispositivo electrónico ni plataforma educativa que pueda sustituir ni al maestro ni a la escuela. Y aunque mucho se ha hablado de la necesaria actualización digital del profesorado y de nuestras Administraciones educativas –me preocupa especialmente que estemos dejando los datos de menores en manos de gigantes tecnológicos–, creo que hace falta actualizar también la formación pedagógica no solo de docentes, sino también de quienes están al frente de las Consejerías de Educación. Pareciera que lo único que ha focalizado el debate educativo fuera cómo ajustar la calificación final del curso y no qué aprendizajes son verdaderamente relevantes y cómo vamos a impulsarlos. Con otras ratios, claro, y otros currículos. Esto así es insostenible»

Alberto Royo
Musicólogo y profesor de Secundaria
@profesoratticus

*A: MONTXO A.G. / SONSOLES E.

«En principio, yo creo que una primera lección podría ser valorar lo indispensable que es el trato cara a cara con el alumno. Nada puede sustituir una clase presencial. Otra lección podría ser entender que la igualdad real de oportunidades no puede ser negociable y que todos los alumnos deben tener la oportunidad de acceso a la enseñanza que estamos procurando proporcionarles los profesores en unas circunstancias tan complicadas. Pero garantizar esto no puede confundirse con garantizar resultados, pues estos siguen dependiendo en gran medida del esfuerzo de cada alumno. Y quizás una tercera enseñanza tendría que ver con los cantos de sirena de la innovación pedagógica. Al final, resulta que se nos está pidiendo que recurramos a la instrucción directa por medio de las nuevas tecnologías (igual que hacen los gurús educativos cuando imparten charlas magistrales en las que critican las clases magistrales). La realidad es que lo que más necesitan nuestros alumnos es que les expliquemos bien la materia. Por mucha tecnología que tengamos, al final nosotros exponemos, ellos atienden y nos preguntan y nosotros contestamos y resolvemos sus dudas. Y es que explicar no se reduce a exponer sino que implica saber, seleccionar, enfatizar, desmenuzar, acercar, hacer atractivo, persuadir, contagiar, entusiasmar, revisar, recordar…»

Héctor Ruiz Martín
Director de la International Science Teaching Foundation
@hruizmartin

«Esta crisis está haciendo mucho más visibles, para todo el mundo, las diferencias que existen entre los alumnos así como la necesidad de actuar con equidad para promover la igualdad educativa. Al fin y al cabo, la Educación es una de las palancas de movilidad social más importantes con que contamos. Pero las lecciones que estamos aprendiendo no solo tienen que ver con subrayar las diferencias socioeconómicas contra las que la escuela trata de combatir, desde su frente y sus posibilidades. Desde un punto de vista educativo, esta situación también nos está revelando más que nunca las diferencias en la capacidad de autorregulación de los estudiantes, una de las habilidades más importantes para el aprendizaje a lo largo de la vida. Porque, en efecto, los estudiantes con menor capacidad de autorregulación necesitarán estos días y más que nunca el apoyo de sus profesores (y familias) para planificar, monitorizar y evaluar su propio aprendizaje, así como adherirse a un plan de trabajo o unos hábitos concretos. Quizás todo esto nos haga ver cuán importante es prestar atención al desarrollo de tales habilidades»

Ingrid Mosquera
Profesora en UNIR, especialista en Didáctica, TIC y Microlearning activo
@imgende

«Desde mi punto de vista, no estamos haciendo Educación online, no nos confundamos. Igual que un curso escolar presencial requiere una planificación, una coordinación, unos recursos y una temporalización, es decir, una programación previa, lo mismo sucede con la Educación online. El sistema estaba organizado para la docencia presencial, y nos la hemos tenido que llevar para casa. Se trata de un cambio abrupto de contexto para el que nadie estaba preparado, ni profesores, ni alumnos, ni familias, ni centros. No se estaba preparado a nivel social, psicológico, material, departamental, de infraestructuras o de formación. Además, no ha sido una decisión educativa, sino global y externa, impuesta por una alarma sanitaria.

De la noche a la mañana todos nos hemos visto sometidos a unas medidas de confinamiento que nunca antes habíamos vivido. Los factores psicológicos afectan a todo el mundo de modo diferente, al igual que cada uno tiene sus circunstancias personales y familiares. Y en esa situación, se nos pidió seguir enseñando. Poco más se dijo al respecto en ese sentido, solo que teníamos que seguir, mientras la información, siempre contradictoria, iba llegando a cuentagotas. Creo que el movimiento altruista y solidario que se generó automáticamente en las redes ha tenido gran parte de culpa de que esto haya salido adelante y de que todo esto no haya colapsado bajo unos cimientos con una estructura digital muy poco desarrollada.

Espero que esto nos sirva para el futuro: igual que ciertos estratos de la sociedad deben estar preparados para una situación de este tipo, probablemente sería interesante que las instituciones y centros educativos también lo estuviesen, para poder responder de forma eficaz y con una sola voz si algo así, esperemos que no sea el caso, vuelve a suceder»

Jose Blas García
Maestro, psicopedagogo, profesor de la Universidad de Murcia
@jblasgarcia

«Creo que estamos aprendiendo que la tecnología es la herramienta, pero que el corazón de la Educación son las personas. Sin mirada, sin feed back, sin acompañamiento, el aprendizaje pierde el sentido. Más aun si es un aprendizaje enlatado.

También nos estamos percatando de que no podemos trasladar la Educación presencial al online de un plumazo o normativa. Solo con colocarla en YouTube o WhatsApp no es suficiente. Esta transición ha de sustentarse en algo que subyace a todo acto educativo: qué se entiende por enseñar y aprender hoy y cómo debe ser la profesión docente del siglo XXI, donde sí entra la tecnología.

Es un momento para interpelarnos ¿Por qué no ayudamos a nuestro alumnado con aprendizajes valiosos en este momento de ruptura (legal) del sistema tradicional? Hacemos que les lleguen las tareas. Esperamos que nos envíen su trabajo. Pero… ¿estamos seguros de que entre medias ha habido aprendizaje?

Por último, la autorregulación es una de mis obsesiones en este momento de mi actividad docente. El contenido será una excusa para algo más valioso: funciones de organización, monitoreo, planificación y control inhibitorio del alumnado confinado y solo en casa o en su cuarto»

Heike Freire
Pedagoga. Directora del Curso Superior
de Pedagogía Verde
@heikefreire

*OSCAR SERRA

«Ahora, con la distancia de seguridad, se plantea la oportunidad de reorganizar los espacios urbanos, con más amplitud para los peatones, la gente que corre, los niños en bici. Distintas ciudades europeas están replanteándoselo. Tenemos ante nosotros una ocasión para descubrir otra manera de vivir la ciudad, con más bienestar y calidad de vida. Y, como señala el pedagogo italiano Francesco Tonucci, que haya niños en la calle es un indicador de calidad de vida.

Además, nos hemos dado cuenta de que tenemos un Gobierno que no reconoce a la infancia y no cuida de ella, de su desarrollo físico, mental, psicológico y emocional. Para mí, cuidar de la infancia es lo que nos hace humanas. Tenemos profesionales excepcionales en este campo, que trabajan de maravilla en Educación y en sanidad, pero vivimos en un país que no cuida de sus criaturas y que ha mostrado una clara falta de sensibilidad hacia la infancia»

Maite Egoscozabal
Investigación social
Club de Malasmadres
@malasmadres

«De esta crisis sacamos dos lecciones claras relacionadas con la conciliación. Por un lado, se consiguen visibilizar los trabajos del cuidado, ya que estamos 24 horas trabajando en las tareas domésticas y familiares que hasta ahora permanecían ocultas a los ojos de la sociedad. Nos hemos dado cuenta de que, a pesar de ello, la corresponsabilidad no ha mejorado en los hogares y sigue siendo difícil implicar a las parejas o el equipo que se tenga en casa para evitar que todo recaiga sobre los hombros de una persona. Según nuestra encuesta Esto no es conciliar en tan solo dos de cada 10 hogares ha mejorado el reparto de las tareas y las mujeres encuestadas no creen que esto vaya a cambiar.

Sin embargo, el mayor aprendizaje que nos llevamos de esta situación es la flexibilidad laboral tanto en horarios como espacial. Antes del confinamiento tan solo el 8% de las empresas estaba ofreciendo teletrabajo a sus empleados y empleadas, según la Fundación Masfamilia. En cuestión de días las empresas han tenido que adaptarse a una nueva forma de trabajar y esto ha obligado a ser más flexibles y que la relación de confianza entre todas las partes mejore. Así, el 43% de las mujeres encuestadas cree que la facilitación del teletrabajo en las empresas mejorará y el 21% cree que se flexibilizarán más los horarios laboral»

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