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¿Qué os parece si mañana nos vamos al campo?

escuelainfantil.netViernes, 3 de julio de 2020
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La necesidad de tener contacto con la naturaleza es propia de todos los seres humanos. Y más en la sociedad en la que vivimos, en la que pasamos más tiempo en el entorno urbano en el que residimos. Pero, sin darnos cuenta, esta forma de vida está privando a nuestros hijos de un adecuado desarrollo de sus capacidades físicas e intelectuales.

La relación con la naturaleza es una de las experiencias más importantes con la que los niños han de contar durante su infancia, ya que el vínculo directo con el medio natural produce importantes beneficios físicos que debemos aprovechar.

Así pues, los niños que crecen en un ambiente natural tienen mejor salud, más fuerza y más vitalidad, porque se encuentran en un entorno ausente de contaminación y donde pueden correr y jugar libremente. Esta circunstancia contribuye al desarrollo de una mayor resistencia física y al incremento de su energía para afrontar cualquier actividad, protegiéndoles de los problemas relacionados con la obesidad y la vida sedentaria.

Pero también les dota de más recursos para mejorar su distracción y entretenimiento a través de la posibilidad de realizar juegos y actividades que son más provechosos para el desarrollo corporal que los que llevan a cabo cuando juegan con la consola o el ordenador.

Asimismo, con el contacto con la naturaleza conseguimos que la estimulación sensorial se desarrolle en los niños con más intensidad. Precisamente, el sentido de la vista se potencia cuando contemplan el paisaje, cuando divisan el horizonte y cuando observan los diferentes tamaños, formas y colores de las flores, plantas y árboles; el olfato se agudiza con la captación de los distintos olores, fragancias y perfumes que genera la naturaleza; el oído se amplifica con la percepción de los distintos sonidos que generan el viento, los pájaros o los diferentes animales que existen en su entorno; el tacto se acentúa cuando distinguen las sensaciones que les produce tocar el agua, la tierra, las piedras o los troncos de los árboles; y el gusto se intensifica cuando prueban y diferencian los distintos sabores de las hortalizas, frutas y verduras que hayamos adquirido o cultivado.

De esta forma, la constante relación que tengan nuestros hijos pequeños con la naturaleza y los espacios abiertos al aire libre no solo les proporcionará una mejor salud, sino también un adecuado desarrollo sensorial y motriz y una mejora o curación de sus eventuales afecciones o dolencias, a través de las distintas posibilidades terapéuticas y reparadoras que proporciona la naturaleza.

Desarrollo intelectual

Además del desarrollo de sus capacidades y aptitudes físicas, frecuentar los distintos espacios naturales hace que los niños sean más curiosos y observadores, que tengan más creatividad e iniciativa, y que desarrollen el pensamiento crítico y científico con más solidez.

En este sentido, mediante la contemplación de los distintos elementos de la naturaleza aumentan su capacidad para el análisis. De la misma forma, a través de la realización de juegos de aventura, se incrementa la facultad de decidir y resolver problemas en localizaciones y emplazamientos reales.

También, mediante la realización de actividades relacionadas con la naturaleza, les permitimos aprender a indagar e investigar, a establecer relaciones causa-efecto entre los distintos fenómenos naturales y a entender el mundo en el que viven con una superior percepción del espacio y del tiempo.

Relación con el medio natural

El contacto con la naturaleza tiene que ser diario y tener un enfoque lúdico, placentero y divertido.

Por eso, cuando no tenemos la posibilidad de ir al campo con asiduidad, podemos realizar, con nuestros hijos, multitud de actividades que les permitirán estar en contacto con la naturaleza de forma continua. Así pues, podemos acudir a los distintos parques y jardines que se encuentren próximos a nuestro residencia, visitar algún huerto urbano, acudir a museos de ciencias naturales o visualizar diferentes documentales sobre la naturaleza. De igual forma, plantar semillas y cuidar las plantas que tengamos en nuestro hogar permitirá que nuestros hijos conozcan y aprecien los distintos procesos naturales para el desarrollo o crecimiento, y la conexión que tienen estos procesos con elementos de la naturaleza como el sol y el agua.

Evidentemente, las excursiones al campo serán la mejor y más directa forma de tener el contacto con la naturaleza que nuestros hijos han de experimentar, ya que les permitirá apreciar el clima, las estaciones y los distintos fenómenos naturales. Además, cuando organizamos una excursión familiar mejoramos las relaciones entre sus miembros, ya que la naturaleza transmite paz, tranquilidad y alegría. Asimismo, estas jornadas dan la oportunidad para que todos los miembros de la familia puedan hablar, contar cosas, jugar y hacer actividades en grupo.

En definitiva, la proximidad y el contacto con la naturaleza desarrollará en los niños una serie de emociones y sentimientos positivos que se manifestarán en la convivencia con los demás y en su relación con todo lo que les rodea. Y también les mantendrá alejados del hastío y la apatía, y contribuirá a la adquisición de valores de carácter ecológico relacionados con la protección medioambiental que derivarán del amor que hayamos inculcado a nuestros hijos por la naturaleza.

Beneficios:

Salud
Fuerza
Vitalidad
Resistencia
Entretenimiento

Capacidades que se desarrollan:

Análisis
Investigación
Resolución
Creatividad
Observación

Previene:

Enfermedades
Obesidad
Hastío
Apatía


Paloma Cavero Coll,
maestra de Educación Infantil y Primaria

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