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Maestros confinados

escuelainfantil.netMiércoles, 30 de septiembre de 2020
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Así ha sido. Nuestros alumnos y maestros han estado cerca de tres meses en casa. No ha sido el guion de una película de ciencia ficción, ha sido lo que acabamos de vivir el último trimestre de este curso 2019-20. Soy maestra, doy clases de inglés y creo que hay que escribir sobre lo vivido, lo que hemos experimentado, sentido y aprendido, que ha sido mucho.

Nos fuimos a casa un día de marzo y no se nos pasó por la cabeza que no volveríamos a nuestras aulas en este curso, a todos esos espacios que configuran nuestro entorno cotidiano: el aula de inglés, en mi caso. ¡Qué impresión volver a finales de junio y encontrarnos los murales que hacían referencia a lo que estábamos haciendo en ese momento! La sensación era como si se hubiera parado el tiempo, como si las cenizas de un volcán hubieran petrificado casi todo, pero el calendario seguía marcando el 23 de marzo…. Y era, ni más ni menos, que el 22 de junio.

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Nueva forma de abordar las clases

Pero volvamos al 23 de marzo y a los días que lo siguieron, hasta el final de curso. Había que afrontar la nueva realidad: primero, elaborar planes de trabajo semanales, en los que se incluiría la lengua inglesa y, segundo, las clases no serían presenciales, pero habría clases y estas serían virtuales.

En mi caso, los grupos que se formaron para las clases online nos vinieron dados por los tutores, que habían agrupado cada clase en grupos más pequeños, de unos ocho niños. Hemos tenido una sesión presencial de media hora a la semana, con cada grupo, basándonos en lo planteado en el plan de trabajo.

El plan de trabajo ha consistido en desarrollar la programación del tercer trimestre, claro está, con alguna modificación y adaptación a la nueva situación. A lo largo de las semanas se fue consolidando y sistematizando una forma nueva de abordar nuestras clases. Al principio, la sensación era de nerviosismo, lo nuevo siempre genera un cierto temor y desconfianza, aunque no afecta de la misma manera ni con la misma intensidad a todos. Así, nos hemos ido conociendo en un contexto nuevo, el virtual, que nos ha permitido a todos, sin excepción, entrar, mostrar y compartir espacios y, sobre todo, acceder a nuestras casas: salones, cocinas, pasillos, dormitorios y terrazas.

La nueva situación ha supuesto exponer tanto el espacio como permitir la presencia de familiares que, aunque la mayoría de las veces, estaban fuera de pantalla y no les veíamos, podíamos escucharlos o constatábamos su presencia, porque los alumnos, en muchas ocasiones, giraban su cabeza hacía ellos, a un lado u otro, buscando el apoyo adulto, apoyos que, por primera vez, han estado presentes en nuestras aulas.

 

 

Preparando las clases de inglés

Para las clases virtuales, planifiqué las sesiones siguiendo un guión, con todos los pasos a tener en cuenta y, así, no perder de vista los objetivos planteados, para tener una base, un soporte sobre el que luego nos resultaría más fácil introducir algún cambio o improvisación sobre la marcha.

Recuerdo el primer día, preparé mi escritorio, tratando de no olvidarme de ningún detalle. Por un lado, un reloj grande, para no perder de vista la hora y la duración de la sesión, ya que, a la media hora exacta ,tenía que despedirme de un grupo e iniciar la siguiente sesión con otro (así, tres grupos seguidos); por otro lado, la lista de clase, marcando con rotuladores de diferentes colores los tres grupos correspondientes, para no equivocarme y ser más ágil; las fotos de los niños, para evitar cualquier error, y lo más importante: el guión con los pasos a seguir.

 

Mi clase de Inglés

El primer día que tuvimos clase virtual, a través de una vídeo-llamada, se establecieron algunas normas generales durante las sesiones, algunas eran las mismas que teníamos en las clases presenciales, como respetar la puntualidad o pedir permiso para ir al baño.

Al igual que en el aula, se nos ofrecía la oportunidad de reforzar expresiones como: ”I’m sorry to be late” o “Can I go to the toilet,please?”, “Sit down,properly”, ”Stand up”, ”Can you repeat ,please?”, ”I don’t understand”, ”Speak louder, please”, ”Show me this or that, please” o ” Raise your hand if you want to say something”. Otras eran totalmente nuevas como “Don’t close the camara”, ”Open the camara”, ”Don’t write in the chat box”, ”Mute or Unmute the micro”. Todas estas normas había que recordarlas cada cierto tiempo para que la sesiones transcurrieran de forma dinámica y ágil.

Nos hemos encontrado con situaciones cotidianas similares a las vividas en el aula, en las que unos respetan las normas mejor que otros, pero, poco a poco, y con un gran derroche de paciencia, hemos ido lidiando con las novedades que se presentaban, sobre todo, con la cámara y el micro, tan fáciles de accionar, que se prestaban fácilmente a la distracción.

Los alumnos tenían acceso cada semana a un plan de trabajo, en el que se les indicaba lo que tenían que hacer y presentar en la sesión online, como canciones, que luego cantábamos y bailábamos en las sesiones correspondientes; cuentos y películas cortas, sobre las que hacíamos preguntas de comprensión, o vídeos sobre determinados sonidos fonéticos, con su vocabulario relacionado, del que, posteriormente, tenían que elegir cuatro palabras y copiarlas con sus dibujos.

A lo largo de las sesiones, se desarrollaron temas relacionados con la primavera, fiestas como la de San Jordi o un proyecto interdisciplinar en torno a Vincent Van Gogh. Nos acercamos a la obra de este pintor, desde la lengua inglesa, partiendo de algunos cuadros, como sus autorretratos y su habitación, lo que dio pie a realizar sus propios autorretratos y a enseñar diferentes objetos que se encontraban en sus dormitorios, además de realizar juegos de adivinanzas y de mimo.

Cada sesión, de media hora, se iniciaba con la misma rutina que teníamos en el aula presencial, a modo de saludo con dos canciones de acogida, con el objetivo de recrear ese momento de aula con el que estaban familiarizados. Unas veces, la cantábamos todos juntos y otras, por parejas o individualmente, dirigiéndose a algún compañero de su grupo.

Después, se pasaba lista cantando una canción, que ya conocían, haciéndoles una pregunta a cada uno y luego individualmente contestaban: Where is…? Here I am. How are you this morning/afternoon? Fine, thank you. Después de varias sesiones, se preguntaban entre ellos y también a la maestra.

A partir de ese momento se hacían diferentes preguntas cantadas, relacionadas con el calendario, tal y como hacíamos de forma presencial: Looking at the calendar, What season/month/day of the week is it? What’s the date? What’s the weather like today? Quien sabía la respuesta levantaba la mano y contestaba. Finalizamos el curso consiguiendo que unos alumnos formularan las preguntas y otros contestaran.

Después, continuábamos haciendo las preguntas de comprensión oral, si se había visto un cuento o un corto animado y, más tarde, leían y enseñaban las palabras que habían elegido, escritas y dibujadas en cuatro papeles. Hemos jugado a I spy with my little eye con los sonidos fonéticos trabajados cada semana, para desarrollar la conciencia fonológica, facilitar el proceso lector y contribuir a la correcta pronunciación de la lengua inglesa.

Casi sin darnos cuenta, llegaba el momento de la despedida y, para ello, cantábamos la canción: We are going, now. Good bye!

 

 

Hemos dispuesto de un contexto situacional muy diferente; no estábamos en el aula todos juntos. Cada uno, desde su casa, ha abierto una ventana por la que poder asomarse, mirar y ser mirado. Hemos transformado el aula y, entre todos, hemos contribuido a la creación de un escenario diferente, en un espacio nuevo, que, con pantallas, nos ha permitido estar presentes, vernos, escucharnos, sentirnos y compartir. ¡Hemos estado conectados!

Tanto maestros como alumnos nos hemos acercado porque hemos acercado nuestros entornos y nos hemos descubierto de otra manera. Estas vivencias permanecerán en nuestros recuerdos y la experiencia tendrá un sitio en nuestros corazones, porque ha sido intensamente vivida y lo que se vive de verdad no se olvida.

Creo que afirmar que los alumnos han aprendido y los maestros han enseñado desde casa no sería del todo correcto, ya que, de alguna manera, se han entremezclado los papeles y la relación ha sido intensa, porque se han movilizado emociones.

Una vez más, el proceso de aprender, enseñar y acompañar requiere mucho amor; el niño necesita ser amado, pero no nos olvidemos de los educadores, amados, en su entorno escolar, por compañeros, familias y niños.

En resumidas cuentas, llegamos a la siguiente conclusión: ¡Educar es trabajar en equipo!

 

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Algunas apreciaciones

Hemos contado con la ventaja de que el confinamiento ha transcurrido en el tercer trimestre, lo cual ha supuesto haber estado entrenados presencialmente en algunas rutinas.

Las vídeo-llamadas han resultado ser un espacio para consolidar contenidos que habían sido presentados anteriormente en el aula presencial y en el plan de trabajo semanal durante el confinamiento. Es otro camino, otra opción, otra manera de hacer, un espacio nuevo para experimentar nuevas posibilidades.

Cantar en pequeño grupo refuerza los vínculos como grupo y los alumnos, familiarizados ya con las melodías de varias canciones, hacían más fácil el proceso de aprendizaje de otras canciones, a las que solo había que cambiar el texto.

Partíamos de algunas dinámicas a las que ya estaban acostumbrados, como la de utilizar la lengua inglesa por parte de la maestra, lo cual ha contribuido a superar la barrera de la pantalla.
La expresión corporal, gestual y, sobre todo, facial, por parte de la maestra, ha resultado de vital importancia para captar la atención de los alumnos de forma efectiva y prolongada. Resaltamos la necesidad de transmitir energía y vitalidad, con la ayuda de la voz, ya que invita a la conexión y a interactuar con nuestros interlocutores, los alumnos.

La expresión corporal y facial de los alumnos, su postura, su contacto visual, el tono de voz, sus silencios nos han transmitido y comunicado, nos han aportado bastante información, sobre todo, de sus estados de ánimo.

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Ana Leeds
maestra de Inglés en la Escola “Betània-Patmos” de Barcelona

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