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Cómo salvar la Educación del tsunami del Covid

Montse Gomendio
3 de noviembre de 2020
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© ZENZEN

La segunda ola de Covid-19 amenaza con convertirse en un tsunami. Por tanto, urge plantearse qué medidas son necesarias para conseguir que los colegios sigan abiertos y los estudiantes aprendiendo de forma presencial. Es una meta que la mayoría de los países en Europa han definido como prioritaria.

Toda la evidencia científica apunta a que nos enfrentamos a un invierno difícil, en el que habrá que tomar decisiones de gran alcance para evitar que la segunda oleada sea aún más dañina que la primera para la salud, la economía y la Educación. Los avances en vacunas y tratamientos plantean un escenario poco optimista. La mayor parte de los científicos están de acuerdo en que es probable que se descubra una vacuna, pero también en que no estará aprobada hasta primavera del año que viene y que las campañas de vacunación masiva tardarán al menos uno o dos años. Además, lo más probable es que la vacuna proteja sólo parcialmente y por un tiempo limitado, tal y como sucede con la vacuna de la gripe, porque los anticuerpos (las defensas que desarrolla el organismo) se pierden al cabo de unos meses. Estos datos apuntan a que tendremos que aprender a convivir con Covid-19 al menos uno o dos años, quizás más.

Por tanto, evitar el cierre de colegios es fundamental si queremos evitar que el aprendizaje se ralentice durante los próximos años. No estamos hablando de cierres puntuales, ni de retrasos de unas semanas que se pueden superar tras el paso de la tormenta. La cuestión es de una envergadura enorme: cómo evitar que la Educación sufra un parón (o varios parones de larga duración) durante los próximos cursos académicos.

A estas alturas sabemos lo suficiente del virus como para entender cómo frenarlo. El virus se contagia cuando las personas interaccionan a poca distancia y con mayor facilidad en lugares cerrados donde las gotas de pequeño tamaño que se expulsan por la boca o la nariz y contienen el virus pueden permanecer flotando en el ambiente durante más tiempo. También sabemos que la gran mayoría de los niños infectados no desarrollan síntomas (son asintomáticos), pero las personas mayores sufren problemas de salud serios que conducen a unos niveles mayores de mortalidad.

La cuestión es de una envergadura enorme: cómo evitar que la Educación sufra un parón (o varios parones de larga duración) durante los próximos cursos académicos

Esta segunda ola está creciendo en muchos países en Europa de forma mucho más rápida que lo esperado y con un patrón diferente a lo observado en primavera. Los países donde se realizan suficientes test PCR a la población en general nos aportan información que explica a través de qué grupos de edad se está expandiendo el virus este otoño: los casos entre los mayores de 25 años han aumentado poco y lo mismo ocurre entre los niños menores de 9 años. La mayor parte del aumento en el número de infectados se da entre adolescentes (11-16 años) y sobre todo en jóvenes (17-24 años). Es decir, quienes más se contagian están aún en edad de estudiar.

La única herramienta para frenar la expansión del Covid-19 consiste en limitar el número de interacciones entre personas, que permita al virus pasar de unas a otras. Por tanto, para mantener los colegios abiertos, es necesario cerrar otras actividades. De esta forma, aunque el virus se contagie en los colegios, se limita su expansión en otros ámbitos. Algunos países han optado por cerrar bares, restaurantes, lugares de ocio e implementar toques de queda nocturnos. Pero ante la evidencia de que esto no ha frenado la segunda oleada, otros han decretado ya el confinamiento con la excepción de colegios y servicios esenciales. A pesar de las medidas drásticas que han implementado muchos países, algunos ya están advirtiendo que, si el virus continúa expandiéndose, tendrán que cerrar los colegios hasta que se consiga controlar la curva de contagios.

En esta segunda ola el cierre de colegios debería ser el último recurso y, si es necesario, se debería hacer de forma parcial. En este caso las decisiones son más obvias pues quienes más pierden con el cierre de colegios son quienes menos sufren si se contagian. Varios estudios internacionales han demostrado que los alumnos de Primaria son quienes más retrasos en el aprendizaje sufren cuando se recurre al aprendizaje a distancia. Los datos sanitarios indican que son también quienes en menor proporción experimentan problemas de salud cuando se contagian. Sin embargo, los alumnos que superan la etapa obligatoria son quienes más se contagian en esta segunda ola, pero son más capaces de continuar el aprendizaje on-line. Por tanto, en el caso extremo en el que haya que recurrir al aprendizaje on-line, lo más razonable es comenzar por los estudiantes de Bachillerato y continuar, en caso necesario, por los estudiantes de la ESO.

En este momento las cifras de infectados en España son mayores que en muchos de los países que han comenzado a tomar medidas drásticas con el fin de frenar la curva a la vez que se protege la Educación. Urge que en nuestro país se tomen las medidas necesarias para evitar que el tsunami arrase con la Educación.

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