El proyecto Jarque apuesta por la inteligencia conductual

Desde que el niño entra al colegio son innumerables las técnicas innovadoras empleadas para trabajar el aprendizaje de las letras, la interiorización de los colores, la adquisición de conocimientos musicales, los conceptos prematemáticos o la inclusión lingüística. Para facilitar el aprendizaje, los educadores cuentan con las últimas metodologías del mercado, dirigidas a introducir, de forma más eficaz, todos estos conceptos que conforman los objetivos a conseguir en las programaciones del aula.

Pero…¿qué ocurre con las conductas? ¿Existe un material específico para aulas encaminado a abordar conflictos que se suceden durante la jornada escolar? ¿Hay actualmente un protocolo de actuación eficaz que el educador pueda activar tras un comportamiento inadecuado en el aula? ¿Existe alguna técnica innovadora que tenga como misión la adquisición de una buena inteligencia conductual en nuestros alumnos? La respuesta a todas estas preguntas es no.

Aunque en los últimos años se ha avanzado mucho en el ámbito de la Educación emocional, no ha sido suficiente. Conductas y emociones han de caminar de la mano y es, en los primeros 6 años de vida de los niños, cuando ha de existir un buen programa que ayude a los docentes, no solo a trabajar emociones, sino también a modificar las conductas inapropiadas; pues, es en esta franja de edad, cuando los niños adquieren una infinidad de hábitos y costumbres, desarrollan su comportamiento social y comienzan a adquirir  conductas propias.

Esta innovadora metodología, dirigida por Olga Jarque Gago, fue reconocida el pasado 5 de octubre con el galardón Dilo todo contra el bullying.

Un premio que pone de manifiesto la propuesta que el proyecto lleva a las aulas y sus resultados revolucionarios en cuanto a la modificación conductual de los alumnos. «El objetivo de este proyecto educativo es proporcionarles, desde la etapa de Infantil, las herramientas necesarias en cuanto a la adquisición, modificación y reconducción conductual, mediante un proceso de trabajo, tanto por parte de los alumnos como del educador», cuenta Jarque.

Esta nueva metodología cambia la perspectiva actual dentro de la Educación consiguiendo «materializar las conductas mediante luces de colores en las aulas, demostrando que las conductas negativas son errores, y que los errores son necesarios para aprender, cambiando la actitud de enfado por parte del adulto tras un mal comportamiento, por una actitud de ayuda, no castigando las conductas negativas, pero sí premiando la reconducción de las mismas, y probando que con una dinámica activa de trabajo se consiguen resultados increíbles».

Educar a los alumnos y enseñarles desde pequeños lo que está mal es el comienzo para evitar conductas destructivas que se dejan ver por primera vez en la etapa de Primaria y que se ven reforzadas en la etapa de Secundaria, pero que, realmente, nacen en la etapa de Infantil.

«Podemos hablar de un gran comienzo para erradicar de forma eficaz y de una vez por todas el tan temido acoso escolar«, afirma Jarque asegurando que «si no hay conductas destructivas, no hay acoso» y que la única opción al problema es «la prevención».