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Moisés Cumbres: "La Educación es la mejor fórmula para salir de la miseria”

Moisés Cumbres es el claro ejemplo de que segundas partes sí que pueden ser buenas. Abandonó el colegio con 15 años, pero consiguió transformar sus circunstancias familiares y las adversidades de su vida en oportunidades para aprender, avanzar y crecer como persona.
Alba BartoloméMartes, 9 de febrero de 2021
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Moisés está matriculado en INAV para conseguir el título ESO. © M.C.V

Moisés aparece en pantalla. Nuestro encuentro tiene que ser por vía telemática por cuestiones sanitarias, pero aún así me es muy fácil percibir desde el primer momento el carisma y las ganas de comerse el mundo de este valenciano de 35 años de sonrisa interminable que no lo ha tenido nada fácil en la vida.

Se crió hasta los 10 años en una vivienda social en la Finca Verde, una barriada marginal en el municipio valenciano de Oliva con una inmensa mayoría de habitantes gitanos con los que, asegura, existía una relación de respeto y cariño, siempre marcada por su condición de «payos». Allí vivía junto a sus siete hermanos, su madre, que trabajaba «en lo que podía», y un padre alcohólico que, entre paliza y paliza, «aparecía y desaparecía».

Carencias

«No he tenido infancia», afirma Moisés mientras recuerda que llegó a estar cinco días sin comer y que sobrevivió gracias a lo que encontraba en la basura, a la hierba del campo y a la fruta podrida del mercadillo que sus vecinos tiraban. Cuenta cómo durante meses se alimentó a base de «quesitos, galletas y salchichón», alimentos que la Cruz Roja les proporcionaba y que, bromea, ahora ya no puede ni ver. Al hambre se sumaba la falta de agua, el frío y las temporadas descalzo y durmiendo en la calle para evitar los golpes de su padre.

Al hablar de la etapa escolar, Moisés cambia el tono. Asegura que fue uno de los momentos «más duros» de su vida y que aún a día de hoy le pone los pelos de punta. «Me excluyeron por mi estatus social, la profesora nos mandaba al final de la clase y no se dirigía a nosotros». Con una mezcla de rabia y pena confiesa que le hubiera gustado que su estancia en el colegio «no hubiese sido un desastre«, tal vez así se hubiese convertido en una vía de escape a su realidad.

«Me daban los libros de cursos anteriores y me castigaban sin comedor y sin excursiones si llegaba tarde», recuerda enfurecido antes de contarme cómo ha conseguido darle «una bofetada con hechos» a todos aquellos que no apostaban nada por él y que aseguraban «iba a acabar en la droga, siendo un don nadie».

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Para cambiar la Educación es primordial que los docentes lo sean por vocación, no por dinero

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Estos hechos traumáticos, sumados a las circunstancias familiares de Moisés, hicieron que abandonara el colegio con 15 años para trabajar en el campo, limpiando platos y, más tarde, en la obra. Con 19 años consiguió «asentar la cabeza» cuando conoció a Hilda, su mujer, a la que considera «una santa» y, junto a su madre, su mayor referente. «Me ayudó a corregir mi forma de hablar, de escribir y de comportarme», pero sobre todo «me hizo darme cuenta de que necesitaba más estudios». Años más tarde, consiguió sacarse el carnet de conductor de autobús.

Por su experiencia personal, considera que las mujeres son «mucho más fuertes que los hombres», porque, reflexiona, «lo que ha aguantado mi madre, no lo ha aguantado nadie».

Nunca es tarde

Actualmente, Moisés es alumno de INAV, centro Oficial de Educación Secundaria online que ofrece programas de segunda oportunidad para todos los adultos que necesiten obtener el título de la ESO, bien para optar a una enseñanza superior, o bien para mantener un trabajo, como es el caso de Moisés, que remarca que, aunque se lo exijan, «el graduado es tan solo un papel» y que lo importante es «seguir aprendiendo» y demostrar a aquellos que le dijeron que no podría, que es capaz. «Hay que ser positivo y no escuchar a los que te dicen  que no los vas a conseguir».

En la plataforma de INAV ha encontrado un modelo que le gusta y con el que espera poder alcanzar sus sueños, entrar en la EMT de Valencia y montar un negocio propio. Me confiesa que hay muchas cosas que le suenan «a chino», pero que está impresionado con su capacidad de memorización y almacenamiento y que irá «paso a paso«.

Aunque considera que es un buen modelo de aprendizaje cree que, en términos generales, debería haber más facilidades para los adultos que deciden volver a estudiar y que España no es un país que reconozca el esfuerzo a los que lo han tenido difícil.

Considera que para que esto cambie es primordial que los docentes «lo sean por vocación y no por dinero» y remarca que, aunque ha coincidido en el pasado con profesores «malos», también ha conocido otros «muy buenos» a los que les apasiona su trabajo, como Alejandra, su tutora de INAV, y Pilar, la orientadora del centro.

Trabas a la Educación

Moisés cree que dejar de pensar que las personas sin graduado son «tontas» es imprescindible para comprender que tienen «otras capacidades» que algunas personas con estudios no y que son «igual de necesarias para la vida».

Volver a estudiar después de 20 años no es fácil. Por ello, es importante que la persona que lo haga se sienta en todo momento acompañada por la comunidad educativa y que tenga acceso a una formación de calidad, adaptada a sus necesidades.

«Hay que tener empatía con los que se reintegran«, dice Moisés mientras me cuenta las trabas con las que se encontró cuando decidió estudiar de nuevo. «Fui a un centro de adultos donde las clases no estaban enfocadas a lo que necesitábamos». Asegura que el esfuerzo era doble: «había que asistir a clase y ver tutoriales en casa si querías entender algo». De 16 alumnos solo quedaron tres.

Tal vez esta sea una de las claves para entender por qué España es el país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono escolar y entender la importancia del compromiso por parte de la sociedad con la Educación para, entre otras cosas, ayudar a las personas con situaciones complejas a transformar su realidad y construir un futuro mejor.

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Ojalá haber seguido estudiando, cuando uno se quiere dar cuenta es demasiado tarde

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A Moisés le gustaría escribir un libro con su historia, contar las peripecias que aquel niño que soñaba con ser bombero tuvo que hacer para sobrevivir. Concienciar a los que están viviendo una situación parecida de que «la Educación es la mejor fórmula para salir de la miseria» y que cuando uno se quiere dar cuenta es demasiado tarde. «Ojalá haber aguantado un poquito más», confiesa.

Consejos para dar tiene muchos, pero considera que el más importante es saber pedir ayuda a tiempo, «a la familia si se tiene la posibilidad  y sino a los profesionales». La humildad y el poder de superación, que asegura es «mucho mayor» en aquellos que lo han pasado mal, son su bandera. «Una crisis, yo, me la como con patatas», bromea recordando todo lo vivido. 

Abandono escolar prematuro

  • España es el país de la Unión Europea con la mayor tasa de abandono prematuro de la Educación y la Formación Profesional.   
  • Aunque en 2020 se ha logrado reducir el abandono escolar al 16%,  no se ha conseguido el objetivo fijado por la Estrategia Europea 2020, que lo situaba un punto por debajo, en el 15%. Una cifra todavía alta si se compara con el 10 % marcado para el resto de Europa.
  • Alrededor de 530.000 personas, 343.000 hombres y 186.500 mujeres, han abandonado los estudios durante el pasado año 2020.
  • El porcentaje de población de 30 a 34 años que ha alcanzado la Educación Superior durante el año pasado, asciende al 44,8%, superando en casi cinco puntos a la media europea, el 40,3%.
  • Tres de cada diez jóvenes en hogares con menos recursos abandonan los estudios al terminar la ESO, frente a solo 0,4 de cada diez hogares con más recursos, una diferencia de 7,5. El género y la comunidad autónoma también influyen en las cifras.
  • El porcentaje de alumnos que se van sin el título de ESO ha pasado de más del 10% en 2010 al 5% en 2020.
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