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Jordi Musons: “Uno de los problemas en las aulas es que somos muy poco productivos”

Según el director de la Escuela “Sadako” de Barcelona, Jordi Musons, “dedicamos mucho tiempo a la memorización o a la acumulación de contenidos pero somos muy poco eficientes”. Y eso hace que la mayoría de esos aprendizajes no se mantengan en el tiempo.
Adrián ArcosJueves, 13 de mayo de 2021
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Jordi Musons es maestro y director de la Escuela “Sadako” de Barcelona.

Una transformación profunda de la escuela es como aprender a montar en bicicleta: vas pedaleando poco a poco hasta que vas adquiriendo más práctica, pero el hecho de que al principio sea complicado no debe servir de excusa para no empezar. Son palabras de Jordi Musons, maestro y autor del libro Reinventar la escuela, donde anima a los equipos docentes a involucrarse en esta necesaria transformación.

Empieza su libro hablando del currículum. ¿Qué hay que cambiar?
—Uno de los problemas principales al referirnos al currículum es asociarlo con contenidos relacionados con la memorización. Sin embargo, cuando lo asociamos con las competencias que tiene que desarrollar un alumno, entonces se reduce muchísimo. De hecho, uno de los problemas recurrentes en las aulas es que somos muy poco productivos. Dedicamos mucho tiempo a la memorización o a la acumulación de contenidos pero somos muy poco eficientes. Y eso hace que la mayoría de esos aprendizajes no se mantengan en el tiempo. Entonces, tenemos que pasar a un trabajo mucho más activo donde el alumnado no solo aborde los aprendizajes, sino que los haga suyos y sea capaz de transferirlos a contextos reales.

¿Puede poner algún ejemplo?
—En clase podemos hacer 1.000 pirámides alimentarias, pero si luego desayunamos productos tóxicos para la salud no hay correlación entre lo aprendido en el aula y la propia conducta. Y en muchos aprendizajes ocurre justamente este proceso: o se desmemorizan y se pierden o no se es capaz de transferirlos. Entonces es necesario reducir el volumen de contenidos para definir de nuevo cuáles son los esenciales y qué competencias son las que deben desarrollarse para que perduren y sean capaces de utilizarse en cualquier contexto académico o personal.

Entiendo que es un aprendizaje más práctico.
—Será más significativo y relevante un aprendizaje mucho más activo donde el alumno tenga autonomía, se sienta responsable y se involucre en el proceso de aprendizaje.

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Si no hay una necesidad que lo imponga, no veo el aprendizaje híbrido como un modelo necesario en este momento

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¿Qué papel juega la tecnología?
—Como una moneda de doble cara. En algunos aspectos académicos es extraordinaria porque nos permite personalizar el aprendizaje e incorporar un lenguaje más próximo y cercano. Pero, por otro lado, la tecnología se está convirtiendo en una herramienta, especialmente fuera de la escuela, que hace sombra a cualquier otra propuesta, y sí es cierto que hay muchos alumnos que empiezan a tener dependencia o que entienden que aquello que no pasa por la tecnología ya no es interesante ni motivador.

¿Cree que debe permanecer el modelo híbrido?
—El autoaprendizaje, la autonomía, la autogestión y la personalización a través de la tecnología, dentro o fuera del aula, son herramientas potentes que no debemos abandonar. Pero son un recurso más, porque el aprendizaje es claramente social, próximo y cercano. Por tanto, si no hay una necesidad que lo imponga, no veo el aprendizaje híbrido como un modelo necesario en este momento.

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Hay procesos de empatía y de generación compartida que no podemos desarrollar a través de una pantalla

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Sin embargo, la hibridación sí que está muy extendida en niveles superiores.
—La universidad es algo más que un aula y un espacio de aprendizaje. La parte social y madurativa que da la presencialidad no es comparable con la virtualidad. Pero creo que aquí el equilibrio va a ser muy importante porque el contacto directo tiene virtudes que no podemos perder. Hay procesos de empatía y de generación compartida que no podemos desarrollar a través de una pantalla.

De hecho, son valores que cada vez se tienen más en cuenta.
—Hoy necesitamos alumnos que aprendan a pensar, a tener sus propias ideas, a tener iniciativa… Y esto lo enlazo con la idea de aprender en la escuela a ser un agente de cambio: empezar en la pequeña sociedad que es la escuela para después ser capaz de involucrarme y participar de forma activa en la transformación positiva de la sociedad.

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Tenemos que pasar de una evaluación de lo que se aprende a evaluar para aprender, que son dos perspectivas radicalmente diferentes

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¿Cuál es el rol del docente en todo este proceso de cambio?
—A mí me gusta referirme al docente como el gran diseñador de los procesos de aprendizaje: tenemos que dedicar mucho tiempo a diseñar un plan que pase por que los docentes tengamos un papel menos relevante dentro del aula y dar todo el protagonismo al alumno.

¿El docente cuenta con la formación adecuada?
—Seguramente no, pero la formación no es estrictamente el problema. Hay docentes muy bien formados que, cuando llegan a un centro educativo, se encuentran un contexto que vuelve a ser tradicional y que no es coherente con lo que han aprendido. Entonces vuelven atrás.

¿Cómo debe evaluarse?
—Tenemos que pasar de una evaluación de lo que se aprende a evaluar para aprender, que son dos perspectivas radicalmente diferentes. El objetivo no tiene que ser solo aprender para obtener una nota, sino para saber si estamos en el proceso correcto o no de aprendizaje.

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