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La Educación emocional, una excepción en España

Solo el 5% de los colegios españoles ofrece Educación emocional. Sin embargo, la mayoría de docentes muestra alto conocimiento y predisposición a la materia.
Adrián ArcosMartes, 25 de mayo de 2021
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La empatía es la competencia que más echan en falta los docentes en los alumnos. © ANTONIO RODRÍGUEZ

La pandemia provocada por el Covid-19 ha supuesto un gran cambio a todos los niveles, también el educativo, que han tenido que adaptarse a una “nueva normalidad”. La competencia más visible ha sido la digitalización, pero otra también muy importante durante este periodo, y difícil de implantar y desarrollar, ha sido la inteligencia emocional.

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como diferentes estudios en distintos países dimensionan un problema que solo estamos empezando a vislumbrar: el de la salud mental. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), desde el inicio de la pandemia hasta la actualidad, un 6,4% de la población ha acudido a un profesional de la salud mental por algún tipo de síntoma, siendo el mayor porcentaje un 43,7% por ansiedad y un 35,5% por depresión.

También la OCDE, en su informe How to Foster social and emocional skills, indica cómo las autoridades educativas, los padres y los docentes tienen un rol muy importante en desarrollar las competencias emocionales y sociales de los niños. Estas competencias, juntamente con las cognitivas, son claves para el bienestar individual y el progreso social.

Canarias es la gran excepción pública, ya que hace unos años inició un programa para impulsar la inteligencia emocional en algunos centros de Primaria

Sin embargo, solo el 5% de los colegios en España incluyen la Educación emocional en su proyecto educativo, como pone de manifiesto el I Estudio Nacional sobre Educación Emocional en los Colegios en España (2021), realizado por el Instituto de Inteligencia Emocional y Neurociencia Aplicada (Idiena) y que supone la primera encuesta a nivel nacional que se realiza en este campo.

Del total de centros públicos que existen en nuestro país, solo un 6,5% ofrece Educación emocional, mientras que en los privados y concertados este porcentaje se reduce el 2,3%. En cuanto a las comunidades autónomas, Canarias es la gran excepción pública, ya que hace unos años inició un programa para impulsar la inteligencia emocional en algunos centros de Primaria. En 2019 lo incluyó de forma obligatoria y busca extenderlo paulatinamente. Otras comunidades, como Extremadura y Murcia, están iniciando proyectos piloto en sus colegios públicos para explorar el concepto.

En cuanto a la iniciativa privada, la Fundación Botín lleva años apostando por la Educación emocional en España e Hispanoamérica, apoyándose en la Universidad de Cantabria. Los demás centros que la imparten lo hacen por propio convencimiento y por iniciativa innovadora.

94%

de los docentes encuestados creen que formarse en Educación emocional les mejoraría como profesionales

El estudio de Idiena también pone de manifiesto el poco carácter innovador del sector educativo español a la hora de poner en marcha esta materia, además de su alta dependencia de la regulación del currículo. Sin embargo, el dinamismo potencial es alto entre sus docentes, ya que el conocimiento que tienen del concepto de inteligencia emocional es alto (37%) o muy alto (52%). También el 94% de los docentes encuestados creen que formarse en Educación emocional les mejoraría como profesionales. Y después del Covid-19, el 73% cree que es mucho más importante ahora la formación en competencias emocionales.

Según los datos recogidos en el estudio, los directores consideran la Educación emocional como “muy beneficiosa” para mejorar como personas (68%), mejorar las relaciones con otros alumnos (66%) y reducir el acoso escolar en los centros (55%). También para mejorar la motivación y el gusto por aprender de los estudiantes; mejorar su rendimiento escolar; y prepararles para el mundo laboral.

Pero, aunque el grado de sensibilidad que muestran los colegios sobre Educación emocional es elevado, esto no se traduce al final en la realidad práctica.

Suspenso en empatía

La empatía es la competencia que más echan en falta los docentes en los alumnos (hasta un 58% considera que la necesitan mucho). Esto es muy relevante porque la empatía es la base y soporte de otras muchas competencias emocionales como la comunicación, la escucha activa y el trabajo en equipo.

Una de las competencias clave en los alumnos es la autoestima, que influye positivamente en el desarrollo de otras competencias, como el optimismo. Su ausencia está relacionada con conductas de acoso escolar, bajo rendimiento, alteraciones de personalidad y tendencias depresivas. Desde Idiena recuerdan que “los docentes influyen mucho en la autoestima de los estudiantes, bien positivamente (por ejemplo, a través del refuerzo positivo) o negativamente (usando la condena y la culpa)”.

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El comportamiento y la inteligencia emocional de los docentes son tan importantes como su dominio de la materia

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Y es que el papel del docente es fundamental en la Educación emocional. El estudio destaca que “los docentes deben ser una referencia y un ejemplo para los estudiantes. No solo como expertos en la materia, sino como personas en su forma de actuar y relacionarse, en motivar y castigar, y en alabar y corregir. Su comportamiento y su inteligencia emocional son tan importantes como su dominio de la materia”.

Como analizamos en la próxima información, la Educación emocional no se entiende como una asignatura concreta, sino como un área transversal y, por tanto, “todos los docentes, con independencia de la materia que impartan, deben ser y mostrarse emocionalmente inteligentes”, aseguran desde Idiena.

Cómo implantar la Educación emocional en los colegios

Estas competencias tienen un impacto positivo en el bienestar del alumnado y en su desarrollo equilibrado e integral.

El siglo XXI exige personas con una formación integral, no solo bien formadas cognitivamente, sino equilibradas emocionalmente. Personas que tendrán que enfrentarse a un contexto global, a la transformación digital constante y a entornos VUCA (volátiles, incientos, complejos y ambiguos) en empresas que tendrán que reinventarse, lo que requerirá una gran dosis de inteligencia emocional. De hecho, ya el Covid-19 ha puesto de manifesto, de forma inesperada y drástica, que la disrupción nos afecta a todos y no estábamos preparados para afrontarlo.

Desde Idiena entienden que “la Educación emocional debe ser desarrollada por el centro educativo de forma sistémica, no como una asignatura, sino como un conjunto de competencias emocionales adquiridas de manera transversal que ayude al bienestar emocional de los alumnos y a su capacitación profesional”.

Implantación progresiva

Aunque el sector educativo está altamente regulado, los colegios tienen suficiente flexibilidad para implantar la Educación emocional en sus programas sin tener que esperar un apoyo expreso de las autoridades educativas. Para llevarlo a cabo, Idiena recomienda que “la implementación sea progresiva, empezando por la formación del profesorado, involucrando a los padres e impartiéndola de forma transversal al alumnado, en un formato no solo presencial: la etapa post-Covid recomienda combinar una formación virtual y escalable, con un apoyo presencial que guíe y motive”.

Por tanto, no es necesario empezar en todas las etapas simultáneamente, sino que es mejor que el enfoque y la puesta en práctica sea gradual, progresiva y controlada.

Coherencia padres-profesores-centro

En cuanto al docente, según Idiena, “tiene que ser una referencia de equilibrio emocional para los alumnos que esté plasmado en comportamientos y actitudes concretas”. Las competencias son muy sensibles al ejemplo, de ahí la necesidad de una coherencia entre los padres, los profesores y el centro educativo. La acción individual de los profesores es encomiable, pero es poco eficaz si no está arropada por la institución.

En cuanto al esfuerzo económico que puede representar su implantación, según Idiena, “está sobradamente compensado por el impacto positivo que tiene sobre el alumnado en su bienestar emocional, su desarrollo equilibrado e integral, y su preparación para el entorno profesional.

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