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Helena González: “Tenemos que hacer ver que la ciencia es algo que nos afecta cada día”

La doctora en Biomedicina y cofundadora de Big Van Ciencia, Helena González Burón, apuesta por enseñar la ciencia de forma divertida pero también demostrando que es necesaria para enfrentarnos al mundo que nos rodea.
Adrián ArcosMartes, 1 de junio de 2021
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Helena González es una de las fundadoras de Big Van Ciencia.

En 2013, un grupo de personas dedicadas a la ciencia y la investigación se unieron para crear Big Van Ciencia con el objetivo de buscar nuevas formas de divulgación científica. Durante todo este tiempo han contado la ciencia de una forma amena y divertida, subiéndose a escenarios, haciendo radio y televisión, escribiendo libros y dando talleres de formación por toda España. Helena González Burón es biomédica y fue una de las cofundadoras de Big Van Ciencia.

¿Por qué es importante enseñar ciencia de una forma amena y divertida?
—Cuando vamos a los colegios, hemos visto que muchos alumnos ven la ciencia como algo que solo les sirve para aprobar el examen. También vemos que muchos deciden dejar los estudios precisamente porque no se ven capaces de afrontar las asignaturas científicas. Tenemos que hacerles ver que la ciencia es algo que les afecta cada día, que es algo de lo que tienen que tener conocimiento para enfrentarse al mundo que nos rodea y para protegerse contra tanta pseudociencia y tantas teorías conspiranoicas. Entonces, la ciencia tiene que enseñarse de manera que les resulte relevante y que disfruten con ella.

¿Notáis que falta cierta aplicación práctica?
—No todo en ciencia tiene una aplicación práctica, pero sí que al menos hay que despertar esa curiosidad para que quieran saber más y que puedan ver en qué áreas de su vida eso pueda tener un significado y un sentido. Y, sobre todo, nosotros somos defensores de la magia que se produce cuando miras el universo y entiendes cómo funciona, aunque no tenga una aplicación práctica. Entender cómo funciona un agujero negro es una maravilla y no te va a afectar en tu vida, pero tenemos también que luchar por lo bonito que es saber por saber. Y esa pasión es la que intentamos transmitir a los alumnos con los que trabajamos.

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Somos defensores de la magia que se produce cuando miras el universo y entiendes cómo funciona, aunque no tenga una aplicación práctica

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¿Qué elementos de nuestro día a día se les puede mostrar a los niños para que aprendan ciencia?
—Por ejemplo, el último proyecto en que hemos estado trabajando es un pequeño huertecito en el centro. A través del huerto se pueden explorar muchísimas cuestiones científicas, desde qué es la vida a cómo funciona el ciclo del carbono. Simplemente el hecho de plantar una semilla te da un juego brutal a la hora de plantear experimentos científicos, y te da pie a llevar un cuaderno de laboratorio y a aprender nuevo vocabulario científico. Y mil cosas más: cocinando hay un montón de reacciones químicas que se llevan a cabo y se puede mostrar a los chavales que detrás de todo esto hay física, química y hay ciencia. O la física que hay detrás del skate, qué materiales puedo utilizar para mejorar mi técnica o qué tipo de fuerzas debo tener en cuenta. Incluso algo tan simple como volar aviones de papel.

¿Qué pueden hacer también los padres para enseñar en casa?
—Quizá los profesores tienen los conceptos científicos más claros y es más fácil para ellos diseñar proyectos, pero para los padres hay un montón de recursos en la web de pequeños experimentos utilizando materiales que están a nuestro alcance: vinagre, bicarbonato, leche, jabón… Son cosas que encontramos fácilmente en casa y con las que podemos explicar mucha ciencia.

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Es fundamental que los profesores no controlen todas las variables en clase y dejen a sus alumnos explorar y equivocarse

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¿Qué consejos podrías dar a los profesores a la hora de enfocar las clases de ciencias?
—La labor que hacen los profesores es impresionante dentro de las aulas, pero quizá porque van con el tiempo muy justo, es verdad que a veces intentan dirigir demasiado las clases, y hay poco tiempo para la exploración y para que el alumnado experimente con sus propias manos. Y es muy importante dejar que se equivoquen, que rompan cosas, que ensucien… porque romper algo ya es un pequeño experimento que te está diciendo cómo funciona el mundo. Ese cambio de enfoque es fundamental para que no intenten controlar todas las variables dentro de la clase, sino que les dejen explorar. Y si no sale el experimento, pues genial, porque vamos a ver qué ha pasado para que no ocurra la siguiente vez. La ciencia funciona así, las cosas no salen a la primera.

¿Cómo puede servir todo lo vivido en esta pandemia para aprender sobre ciencia?
—Yo creo que una enseñanza que nos llevamos de la pandemia es que, al final, quien nos ha sacado las castañas del fuego, es la ciencia. Hasta que no hemos invertido suficiente en ciencia y hemos desarrollado tratamientos y vacunas, hemos estado encerrados en casa. Por tanto, yo creo que nos enseña muy de cerca cuál es su importancia, no solo para invertir más sino para que haya profesionales dedicados a la investigación científica. Y en cuanto a enseñanzas, de alguna manera estar alerta también de las teorías pseudocientíficas que nos están inundando cada día. Y, por supuesto, es una buena oportunidad para trabajar dentro del aula cómo se transmiten los virus, la epidemiología de las enfermedades o qué son los ensayos clínicos.

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No todo puede ser Educación en tres minutos. Las redes sociales tienen esas limitaciones, pero esperamos que sirvan para despertar la curiosidad

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¿Cómo se puede enseñar ciencia a través de las redes sociales?
—El alumnado pasa muchas horas en redes sociales, por tanto tenemos que utilizarlas para educar. Desde Big Van eso lo hemos tenido claro desde el inicio y enseñamos ciencias a través de memes, pequeños vídeos… y eso les llega porque es el lenguaje que utilizan. Ahora también entiendo que no todo puede ser Educación en tres minutos. Las redes sociales tienen esas limitaciones, por lo que esperamos que sirvan para despertar la curiosidad y busquen más información, y es ahí donde se produce el aprendizaje. Porque no se puede enseñar ciencia en cápsulas de un minuto.

En contraposición a esto están los libros, y en Big Van habéis publicado algunos. ¿Cómo hacer un libro interesante sobre ciencia para los niños de hoy?
—Por ejemplo, en nuestro libro Elementum y el gran robo de Naurú, que está pensado para niños de entre 8 y 14 años, hemos hecho una novela de aventuras que incorpora la ciencia, pero no es ciencia de forma directa. Lo importante aquí es la aventura, donde hay un supervillano que tiene poderes para robar los distintos elementos que hay en la tierra: qué pasa cuando nos roban el silicio o el hierro. El niño que lee el libro aprende un montón sobre química y la tabla periódica, pero a la vez puede ser una aventura trepidante.

¿Cómo despertar vocaciones STEM sobre todo en las niñas?
—Lo que ocurre es que hay un descenso sobre todo en las carreras matemáticas, tecnológicas y en las ingenierías, pero no así en las carreras sanitarias, como biología o medicina. Yo creo que hay que hacer que las chicas se acerquen más a estos ámbitos desarrollando proyectos que puedan interesarles más a ellas. Por ejemplo, programando un robot que se aproxime más a las carreras sanitarias y biológicas, que son las que vemos que llaman más la atención a las mujeres.

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