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“La clave está en que te acepten y te integren con tus defectos y virtudes”

Juan Manuel Alonso tiene síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que, desde su experiencia, aún es desconocido por la mayor parte del personal docente, lo que dificulta que se puedan aplicar las estrategias educativas necesarias.
Alba BartoloméMiércoles, 13 de octubre de 2021
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La nueva Ley de la Formación Profesional contemplará muchas de las necesidades del alumnado con autismo. © SEWCREAM

«Lo peor fue tener que hacer frente a la soledad», responde Juan Manuel cuando le pregunto que fue lo más difícil de su etapa escolar. 

Este joven cartagenero de 23 años fue diagnosticado de pequeño con síndrome de Asperger. «Tenía una gran rigidez mental, si algo era de una forma tenía que ser siempre así, si cambiaba me ponía rabioso y se me fastidiaba todo el día», dice Juan Manuel, que agradece a su madre que, a veces, le «rompiese los esquemas» porque «le ha abierto muchas puertas». Esta rigidez mental y comportamental venía acompañada por falta de organización, «no sabía qué asignatura priorizar», comenta. 

Hablar con Juan Manuel impresiona por su madurez y su forma de ver  la vida. Me confiesa que la clave de la convivencia y la inclusión no está en que los alumnos se adapten, sino «en que te acepten tal y como eres y te integren con tus defectos y virtudes«. «¿De qué sirve que se adapten si luego no conviven contigo?».

En su caso, Juan Manuel tuvo la suerte de encontrar, con el paso del tiempo,  muy buenos amigos. «Gracias a ellos soy quien soy. Siempre les estaré tremendamente agradecido de que se hayan portado tan bien conmigo», recuerda muy emocionado.

Un sistema que no apoya

«El sistema educativo no apoya a las personas con TEA. Hay mucho desconocimiento del trastorno por parte del personal docente y eso dificulta que puedan aplicar estrategias educativas específicas de forma correcta».

Primaria fue una época muy dura para Juan Manuel. Tuvo una profesora que aseguró a su madre, que tuvo que recurrir a la dirección del centro, que «no iba a aprender nunca» y «no tenía ningún amigo». Una época de la que prefiere no guardar muchos recuerdos y que no desea a nadie. «La sensación de soledad que tuve es algo que no sé si mucha gente aguantaría».

En 1º, 2º y 3º de la ESO, «la pregunta de si me iba a quedar solo se intensificaba cada vez más», pero en 4º de la ESO, cuando mezclaron las clases, Juan Manuel conoció  a un grupo de alumnos, con los que también estudió en Bachillerato, con los que entabló amistad y todo cambió. «Continuamos siendo amigos a día de hoy». 

Cenaida López es una de las amigas a las que Juan Manuel se refiere. Hablo con ella para conocer más de cerca su relación. «Cuando llegó al colegio llamaba mucho la atención por cómo se comportaba y relacionaba con el resto de los alumnos. Había personas que sí se metían con él, pero él siempre ha sido muy pasota en este aspecto. Es una persona abierta y siempre hace por integrarse. Es uno más». 

Ir a clase con «Juanma» fue para Cenaida una gran suerte. «Él aprendió a leer señales del resto y nosotros a ser pacientes y a explicarle las cosas. A Juanma no le define su TEA le definen muchas otras cosas, siempre esta risueño y feliz». «Yo aprendí muchas habilidades sociales, a perder la vergüenza, a que no tengo que cambiar para agradar a nadie y a creer en mí mismo para conseguir lo que quiero», reflexiona Juan Manuel. 

Algunos "muy buenos"

En cuanto a los profesores, en la ESO, Bachillerato y el Grado Superior se encontró con algunos «muy buenos», que le ayudaron y pusieron interés en que aprendiese, pero que tampoco tenían  formación específica sobre cómo dar clase a personas con TEA. «Aprendían un poco sobre la marcha, con lo que les iban contando mis terapeutas, pero ahí es donde está la clave en querer aprender a ayudar a la gente que tiene TEA y hacer que su paso por la escuela sea lo mejor posible y que aprenda». 

La falta de formación se suma a la falta de recursos para las personas con necesidades especiales en los colegios ordinarios como el de Juan Manuel. En muchas ocasiones es necesario utilizar pictogramas, imágenes, líneas del tiempo o agendas visuales con los alumnos con TEA porque necesitan que todo sea muy visual y manipulativo. 

«Cada persona con TEA es un mundo, lo que ha funcionado conmigo puede que con otra persona no lo haga. Lo importante es no dejar a nadie de lado ni en el sistema educativo ni en la sociedad porque, al final, somos personas con sentimientos y emociones, aunque no lo parezca a veces», afirma Juan Manuel. Una opinión que comparte con Cenaida que asegura que «no se puede tratar a los alumnos de la misma forma porque cada uno es único».

Situación que denuncia, «ocurría muchas veces en el aula». «Le trataban de forma igual al resto, pero a veces no tenían la suficiente paciencia con él. A veces le humillaban. No se trataba de darle un trato especial, sino de tener en cuenta que era un alumno con TEA». 

La nueva Ley de FP

Hace unas semanas comenzó la tramitación parlamentaria del proyecto de Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, un proyecto en el que, desde Autismo España, han trabajado intensamente para presentar aportaciones al Gobierno, con el fin de que el texto contemplara las necesidades específicas de las personas con TEA, ya que la FP es una buena alternativa para su acceso al empleo. 

Desde la Confederación acogen el borrador con satisfacción, pues incluye en buena medida sus reivindicaciones. Se logra así una mejora sustancial del tratamiento al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo, contemplando en particular muchas de las necesidades de las personas con autismo. 

Desde Autismo España piden promover una buena orientación vocacional y el diseño de itinerarios formativos y profesionales personalizados que favorezcan la transición exitosa a la vida adulta, atendiendo a las preferencias y fortalezas de cada persona. El nuevo texto incluye la idea de una formación centrada en la persona y la importancia de la orientación vocacional y profesional adaptada a cada alumno.  Además, garantiza planes de formación adaptados. El término «discapacidad», que en muchas ocasiones supone una barrera para gran parte del colectivo, se sustituye por »necesidades específicas de apoyo educativo» en gran parte del articulado.

El acceso a prácticas laborales en igualdad de condiciones se recoge de la siguiente forma: «Las ofertas se ajustarán a las características y perfil de los destinatarios, promoviendo la adquisición de aquellos estándares de competencia o elementos de competencia compatibles con cada discapacidad, y garantizando el derecho a su formación en las empresas, con las adaptaciones que precisen, sin que sufran discriminación en la asignación de empresa».  

El nuevo texto, además de las menciones que se hacían en el anteproyecto, recoge ahora en su artículo 25, destinatarios de los planes de formación, un nuevo apartado: “Se incorporarán los ajustes razonables que garanticen el acceso, participación y logro de todas las personas independientemente de sus características y necesidades”.

La figura del tutor, que ya aparecía en el anteproyecto, ahora incorpora de manera expresa que una de sus funciones será velar porque no haya discriminación por discapacidad y, también por parte del equipo docente, diseñar los ajustes que sean precisos. 

A pesar de estos logros, desde Autismo España van a seguir trabajando para conseguir que el texto incorpore demandas específicas del movimiento asociativo del autismo y, en concreto, los ajustes y apoyos específicos en los programas de FP que necesitan.  

Pautas prácticas de Blanca Sáenz

  • Planificar la coordinación entre todos los profesionales que intervienen en el proceso educativo, incluida la familia. Establecer las áreas relevantes de apoyo, su nivel e intensidad, y el plan individualizado con las adaptaciones curriculares pertinentes. Tomar datos, evaluar periódicamente la consecución de objetivos y revisar los apoyos si no están siendo efectivos.
  • Prestar también atención a la estructura del centro, generalizar las ayudas a espacios como el comedor, servicios, aulas, patio, etc.
  • Explicar a todo el alumnado la situación, cómo pueden ayudarse entre ellos y animarles a participar activamente, pero evitando conductas de “niños cuidadores” y fomentando la autonomía personal.
  • Nuestro alumno debe estar presente y mostrar todo lo que sabe hacer, por lo que siempre que sea posible haremos que participe de forma pública y demuestre sus habilidades, lo que puede constituir también un reforzamiento. Debemos ser pacientes, son procesos largos y laboriosos. Necesitamos tiempo y los alumnos también. La empatía, la perseverancia, el trabajo en equipo, la participación, la tolerancia, no se construyen en un día.
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