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Adolescentes de nueve años

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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La adolescencia se ha ampliado y sus comienzos se producen cada vez de forma más temprana, antes de lo que muchos padres y madres esperan. Afrontamos un cambio de paradigma, según los expertos.

Por Ana Veiga

La adolescencia es una etapa temida por muchos padres y madres. Se presenta como una especie de etapa maldita con constantes desafíos a la autoridad y una explosión de hormonas. Pero aunque los progenitores ya cuentan con su llegada, quizá la esperaban más tarde.

Según el estudio La edad de la adolescencia de la profesora Susan Sawyer y publicado en la revista de divulgación científica The Lancet, la etapa de la adolescencia va desde los 10 a los 24 años, lo que representa unos 5 años más que en el año 1975. “La adolescencia abarca elementos de crecimiento biológico pero también grandes transiciones de roles sociales, que han cambiado durante el siglo pasado”, indican en el estudio.

Como explican los investigadores, se ha acelerado el inicio de la adolescencia en casi todas las poblaciones, mientras que la comprensión del crecimiento continuo ha elevado su edad final hasta los 20 años. Y los factores sociales han jugado un papel clave. “El retraso en el tiempo de las transiciones de roles, incluida la finalización de la educación, el matrimonio y la paternidad, continúa cambiando las percepciones populares de cuándo comienza la edad adulta. Podría decirse que el período de transición de la infancia a la edad adulta ahora ocupa una mayor parte del curso de la vida que nunca antes, en un momento en que las fuerzas sociales sin precedentes, incluidos el marketing y los medios digitales, están afectando la salud y el bienestar a lo largo de estos años”, mantienen.

Si bien es cierto que la mayoría de las fuentes institucionales y profesionales coinciden en que su inicio se haya entre los 10 y los 11 años, no hay un único consenso acerca de los límites de la adolescencia.

¿Cuándo empieza?

Fernando Alberca es neuropsicólogo, docente y autor de libros como Adolescentes, Manual de instrucciones. A día de hoy, parece que la utilidad de su libro es mayor dado que los padres y madres cada vez lo consultan más temprano. “La adolescencia de hoy se ha extendido mucho como consecuencia de nuestros hábitos sociales, emocionales y del consumismo. Antiguamente los cambios biológicos marcaban el inicio de la adolescencia pero, desde hace años, el componente afectivo y social se ha adelantado al biológico”, explica. Este adelanto puede venir motivado, por ejemplo, por las relaciones sociales-emocionales a más temprana edad. Ya no es raro escuchar hablar del novio o novia “formal” de algún menor de 12 años.

“La primera adolescencia o preadolescencia pasa por diferentes etapas y acaba muy tarde: no antes de los 35 años”, sentencia.

Y ¿por qué estamos viviendo un cambio de paradigma que nos da adolescentes jóvenes? El neuropsicólogo empieza a enumerar una lista de factores que influyen: “Internet, las redes sociales, la formación escolar y la experiencia de otros en el ámbito de la escuela y de la familia, se suma al consumismo temprano, superprotección (de manera que el niño se acostumbra a obtener lo que pide con inmediatez y sin esfuerzo) y hábitos sociales de iniciación adolescente, como por ejemplo el ocio sin padres ni adultos, o el frecuente consumo de pornografía desde los 8 años o alcohol desde los 12 y relaciones sexuales a los 13”.

Sin embargo, hace un matiz importante: “El problema no es que se les exponga a todo lo comentado, sino que no se les suele preparar para reaccionar maduramente ante esos hábitos y contenidos. A menudo, no tienen conocimientos, educación ni recursos para auto-regularse ante ellos”, explica. Por eso, insiste en la importancia de que los padres y madres sean conscientes de esta nueva realidad, ya que “les permite la oportunidad de educar mejor para la felicidad a los hijos”. Quizá ahora es más importante tratar antes temas de sexualidad o formarlos en gestión de sus emociones.

En consulta, ha detectado que los retos más habituales para los adolescentes son aprender habilidades sociales y familiares. A esto, se suma un gran grupo de ‘tareas pendientes’ que pasan por la dificultad de concentrarse, la tolerancia la contradicción y la espera, aprender a comunicarse personalmente, la gestión de sus 41 emociones y distinguirlas de sus 19 sentimientos, el fortalecimiento de su voluntad y autoestima, aprender a expresar mejor lo que sienten y actuar en consecuencia… La lista es larga.

También lo es la de los padres, donde encontramos los mismos desafíos aunque con un encabezamiento: “Enseñar a mi hijo a…”. Algo que se puede resumir en un corto pero intenso: enseñar a mi hijo a vivir. Sobre cómo lograrlo, pueden encontrarse pistas en el nuevo libro de Alberca Educar sin estrés, educar sin complicarse.

Por otro lado, la psicóloga Elena Gutiérrez, de la Clínica Andainas, considera que “la adolescencia constituye una preocupación antropocéntrica para el ser humano, como consecuencia de esta diferentes orientaciones se han encargado a lo largo de la historia de desarrollar teorías que intentan definir, delimitar y catalogar un concepto teórico, por lo tanto intangible”. En consulta, recibe a familias preocupadas porque su hijo presenta comportamientos “no típicos” de su edad. “Si introducimos en el buscador “adolescentes”, obtendremos cientos de avisos de lo terrible que te espera y consejos para que sobrevivas. Esta predisposición hacia lo terrible condiciona la percepción de los lectores y pone en preaviso a padres y madres”.

Dos cuestiones clásicas que los progenitores le suelen plantear son las que tienen que ver con la responsabilidad y la independencia, “o mejor dicho con la irresponsabilidad y la dependencia”, aclara. “La demanda más común es “es un/a irresponsable”. Pero a pesar de que el foco se sitúa sobre el/la menor, la demanda implica trabajar con todos los miembros de la familia”.

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