Alergia para principiantes
Para la mayoría, la primavera es motivo de alegría; para algunos, también es sinónimo de alergia, una molestia que puede llegar a ser muy problemática. Los padres tienen la responsabilidad de detectarla en sus hijos y tratarla sin pánico pero con diligencia.
Juan y Pilar recuerdan con angustia algunas de las primeras noches de su hija Elena. Con poco menos de un año, sus llantos sobrepasaban lo razonable. Era evidente que no dormía bien. El pediatra creyó que se encontraba con los típicos nervios de unos padres primerizos y les tranquilizó: unos simples gases. Pero el problema continuaba y Pilar y Juan decidieron consultar a un alergólogo… Elena tenía alergia al polen y las gramíneas. Empezaron a vacunarla periódicamente hasta que lo peor fue pasando: aunque la alergia sigue activa, 25 años después Elena ya no sufre crisis asmáticas.
Como Juan y Pilar, muchos padres se enfrentan a una realidad tan común como problemática. Tomás Chivato, alergólogo y profesor de la Universidad CEU San Pablo, explica que “las enfermedades alérgicas influyen en la calidad de vida de los pacientes alérgicos tanto en el campo físico como psíquico”, aunque matiza que con un correcto diagnóstico, que posibilita el mejor tratamiento posible, “pueden hacer una vida normal sin limitaciones”.
La doctora Margarita Fernández Benítez, del Departamento de Alergología de la Clínica Universidad de Navarra, matiza: “En el caso de los niños, en cuanto se pueda, padres y médico deben hablar de ello; así se consigue mucho más que con actitudes compasivas de ‘pobrecito, como no puede comer…’”
Pero antes, son los padres los que deben tener la información básica. Tomás Chivato explica que “los síntomas de la rinitis alérgica son los estornudos en salva, la secreción acuosa, el picor nasal y ocular, el enrojecimiento ocular, la congestión nasal”. Además, “es muy importante valorar cuándo aparecen estos síntomas: en primavera, en presencia de animales, en relación con polvo…” Finalmente, las pruebas cutáneas y los análisis de sangre específicos identifican el alérgeno relevante.
Detectada la alergia, y salvo casos puntuales como el de Elena, hay que acudir el pediatra, que realiza el diagnóstico de sospecha, y después al alergólogo, que hace el de certeza. El tratamiento incluye fármacos, vacunas específicas, educación y medidas de control ambiental. Respecto a los primeros, a veces el exceso de celo de los padres puede ser un problema: Fernández recuerda que “se supone que la medicación está prescrita por un facultativo”.
Enfermedad en auge
Luis y Palmira descubrieron que su hijo Luis tenía alergia a mediados de los 80. La noticia no les pilló de sorpresa: “Era la enfermedad de moda, en aquella época se empezó a oír mucho de la palabra alergia”. Y desde entonces, todo ha ido a más. Para Tomás Chivato, se trata “una de las epidemias sanitarias del siglo XXI: afecta al 25-30% de la población, y la incidencia aumenta de forma progresiva”. Margarita Fernández explica que “influyen muchos factores, como los ambientales: la contaminación o el mejor nivel de vida, que hace que los niños contacten precozmente con fuentes alergénicas (algunos alimentos, mascotas, etc.)”.