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El sobrino del mago

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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El sobrino del mago es el sexto libro publicado (1955) por C.S. Lewis (irlandés, 1898-1963), de la serie Las crónicas de Narnia, pero es el primero en su cronología interna; por eso, en las recientes publicaciones, El sobrino del mago abre la serie entera.

EMPIEZAN LA AVENTURA

Estamos en Londres, a finales del siglo XIX. Dos niños: él, Digory Kirke; ella, Polly Plummer. Son vecinos. Es verano. Un día, mientras recorren el ático de las casas se encuentran al Tío Andrew (tío de Digory) en su estudio. El tío Andrew es sospechoso. Se consideraba mago –¿bueno, malo?– y convence a Polly para que se ponga un anillo amarillo. Al ponérselo, Polly desaparece. Digory no tiene más remedio que utilizar otro anillo para rescatar a su amiga.

Después de haber marcado la fosa que los llevaría de regreso a su propio mundo, la Tierra, los niños se introducen en otra fosa y aparecen en las ruinas de un palacio de la antigua capital de aquel mundo, llamado Charn, cuyo sol era más grande y frío que el terrestre. Hay un salón con imágenes de todos los gobernantes de Charn, en orden cronológico. Las primeras caras son justas y sabias, pero mientras ellos avanzan, esos rostros se vuelven viles y crueles. En el mismo salón, un letrero que avisa de no tocar. Digory toca y despierta una estatua, la de la malvada y bella Reina Jadis.

UN SÍMBOLO DE MALDAD

Jadis explica a los niños que la última guerra de aquel mundo fue cosa de ella y de su hermana. Charn quedó sin vida y ella misma dormiría en la sala de las imágenes por la eternidad, hasta que alguien la despertara, como acaba de suceder. Los niños quieren huir, pero la bruja está unida magnéticamente a ellos y los sigue a nuestro propio mundo. Porque Jadis es un símbolo tanto del diablo como de la maldad que hay en el propio interior del ser humano.

Viajarán a otro mundo más oscuro y al parecer completamente vacío. Jadis inmediatamente lo reconoció como un mundo que todavía no estaba hecho. Pronto escucharon un canto que parecía hacer que las estrellas comenzaran a brillar y el sol a crecer. Los visitantes podían ver que era lo que realmente cantaba: Aslan, el gran león, y ellos lo continuaron viendo mientras él transmitía vida al mundo, a sus animales y plantas, siendo todo creado de la nada. Jadis, la bruja malvada, ataca repentinamente a Aslan con una barra de hierro (extraída de un farol de Londres), pero como ante el golpe el león ni se inmutó, ella huyó, mientras la barra de hierro crecía como un farol en el joven suelo narniano. Aslan seleccionó a algunos animales para que se vuelvan bestias parlantes, dándoles autoridad sobre las bestias sin capacidad de hablar o pensar.

UN UNIVERSO COMPLETO

Pero no es posible seguir los detalles de la trama, cada vez más compleja y más bella, llena de símbolos. No es más que el inicio de la entrada en el mundo de Narnia, en el que los lectores y lectoras de 12 ó 13 años en adelante pueden soñar con un universo en el que campa la imaginación.

Hay adictos a Narnia como los hay a El señor de los anillos. Y es que tanto Lewis como Tolkien tienen la capacidad, no ya de contar una simple historia, sino de crear todo un mundo donde cada detalle remite a otro y en el que nada es casual.

Para los lectores más avezados –porque este libro y toda la serie es también una interesante lectura adulta–, no se ocultarán las numerosas claves de profundidad de pensamiento y de espíritu cristiano que hay en esta serie. El libro, como todas la serie de Las crónicas de Narnia, ha sido reeditado en 2008 por la editorial Planeta.

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