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"La infancia dura cada vez menos, pero a cambio no se logra madurez"

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Cuando apenas tenía 17 años, le pagaron cerca de 3.000 pesetas por publicar Pequeño teatro. 75 años después, Ana María Matute alterna sillón en la RAE y silla en el salón de su casa en Barcelona, donde acaba de terminar de escribir su último libro.

Autor: SERGIO SÁNCHEZ

Ella dijo una vez que escribir no es solamente una profesión, o una vocación: es una forma de ser y de estar. En el mismo texto, un poco antes, en aquel decálogo que hizo de la profesión del escritor, ponderaba que escribir es también una forma de protesta. Casi todos los escritores comparten el malestar con el mundo. De estas dos máximas de una de las mejores autoras de la literatura española del último siglo se extraían algunas conjeturas antes de hablar con ella. Tras la charla, las premisas se confirmaban: Ana Mª Matute es escritora en cuanto al oficio y en cuanto a los aparejos que lleva en torno a su pelo blanco y a sus ojos, que aún encierran un brillo fugaz de inocencia.

P. Dice Esther Tusquets de ti que lo que más valoras en tu vida son la literatura y el amor. ¿En este orden?
R. Supongo que los órdenes se alteran a lo largo de la vida más de lo que te parece en un primer momento. Ahora mismo, están al mismo nivel. Literatura y amor…

P. ¿Y la inocencia y la imaginación?
R. Son asuntos distintos. Mi vida ha estado llena de literatura y de amor. Inocencia e imaginación a veces van de la mano, a veces no.

P. Supongo que la capacidad de sorprenderse es interesante para el autor…
R. Sin duda. Es muy importante.

P. A eso me refería con la inocencia. ¿Es la edad enemiga de la inocencia?
R. La pérdida de la inocencia es inevitable, lo que pasa es que unos la pierden más y otros la pierden menos. Pero es inevitable, porque le pasa a todo el mundo… A todo el mundo que ha sido niño, que no todos lo fueron.

P. En alguna ocasión ha comentado que escribir es ganarle la partida al tiempo. ¿Rejuvenece más una novela que el bótox?

R. Sin duda alguna. Mira, yo ahora estoy ultimando mi última novela y me siento mucho más joven que cuando la comencé. Supongo que va en la sangre.

P. ¿Pasa el tiempo más deprisa cuando está escribiendo?
R. Es que para mí escribir es mi manera de enfrentarme al mundo, a lo que me rodea; también al paso del tiempo. Cuando me pongo a escribir es porque tengo una necesidad interna muy grande de expresar algo. Realmente escribir es protestar por algo, y luego hay que darle una forma literaria. Yo cuento historias, porque las vidas están llenas de historias y me interesan las personas.

P. Su literatura mezcla con sabiduría la ficción con los problemas humanos. ¿Se lleva bien este tipo de combinación?
R. A mí me interesan los problemas sociales, los problemas de injusticia. Está dentro de todos mis libros. De todas maneras me gusta hablar más de magia que de ficción. Mi literatura es mágica, está dentro de esa corriente.

P. ¿Dónde encuentra la fantasía o la magia para volcarlas en sus textos?

R. La verdad es que la magia la puedes encontrar casi en cualquier sitio. La literatura es el sentido mágico de la vida. Hay una magia en la vida que la gobierna y existe. No existen las casualidades, ni los encuentros o desencuentros. Es la magia.

P. ¿Y el mundo infantil tiene una magia diferente?
R. Lo que pasa es que les están quitando esa capacidad imaginativa tan fundamental…

P. Siempre ha comentado que la infancia no es una etapa de la vida; que es un mundo completo, autónomo, poético… y cruel.
R. Claro, así es. Siempre digo y repito que el niño no es un proyecto de hombre, sino que el hombre es lo que queda de un niño, que es un mundo total, cerrado y redondo, y ahí no entra nadie más que su fantasía y otros niños. Los adultos no entran, y por eso es un ser solitario; no porque no pueda expresarse, que lo hace perfectamente con los suyos, y conmigo también.

P. Usted ha escrito numerosos cuentos infantiles. ¿Cómo prepara su mente para escribir para niños?

R. Lo preparo con mucho mimo, porque no es lo mismo escribir para niños que para adultos.

P. ¿En qué nota la diferencia?

R. Sobretodo en el hecho de que lo que más me importa cuando escribo para un niño es que me comprenda, más allá de los problemas formales. Lo que quiero es que el niño coja el cuento y disfrute, y lo entienda. 

P. ¿La niñez actual es más complicada que la que pudo tener usted?
R. Puede ser. La niñez siempre es un tránsito complicado. Se están cometiendo muchos errores con los niños, se les está quitando la capacidad de imaginar, se les está quitando la isla desde muy niños, lanzándoles al mar. Cada vez dura menos la infancia, pero tampoco se logra a cambio una madurez.

P. ¿Y los adultos?
R. Yo recuerdo que comencé a leer porque mi padre tenía una buena biblioteca y porque mi madre leía mucho también. 

P. ¿Escribir ha sido su manera de trascender o de volver a la niñez?
R. La trascendencia existe en el escritor, pero en mi caso es más una cuestión de salir de uno mismo, de vivir otras cosas, de comprender otros mundos. 

P. Está ultimando una nueva novela. ¿Existe el tiempo libre en el proceso de la creación literaria?
R. Claro. A mí me gusta mucho pintar, dibujar, por ejemplo. Hace algún tiempo era una gran amiga del bricolaje, de la carpintería… pero ahora no puedo.

P. ¿Y la lectura?
R. Cuando me enfrento a una obra, a una novela, no suelo leer nada para evitar interferencias en mis textos. Por eso ahora, como llevo un buen tiempo escribiendo, tengo una cantidad enorme de libros por leer esperándome en el salón de mi casa…

P. ¿Tiene miedo de que los lectores se puedan quedar en las tapas de sus libros?
R. La verdad es que confío bastante en el lector. Y tengo la suerte de tener buenos lectores.

Dejamos a la niña de los ojos brillantes que con 5 años escribía cuentos con amigos imaginarios, cuando le castigaban en el cuarto oscuro de su casa de Mansilla de la Sierra, en Logroño, y echamos la vista atrás de nuevo para ver a la mujer que aún sueña con su infancia. Y el resultado, como bien dice ella, es mágico.

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