fbpx

No quiero tus besos

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
0

¿Cuántas veces te has cruzado de acera para no encontrarte con alguien a quien no te apetece saludar? Ahora imagina que alguien te agarra de la mano y te obliga no solo a seguir en línea recta hacia esa situación incómoda sino a saludar, besar y charlar con esa persona. Esto es lo que viven nuestros hijos cuando les obligamos a interactuar con quien ellos no quieren.
No hace mucho, Ana María Hanssen, periodista y bloguera colombiana, publicó una experiencia vivida con sus hijos, de 5 y 2 años. Una mujer desconocida empezó a exigir un beso a una de sus niñas. “Mi hija se abrazó a mi, con la cara recostada contra mi pecho, escondiéndose. Y le dije a la mujer: Lo siento, pero ella no le da besos a personas que no conoce”. Esa fue la primera vez que le pasaba algo así y decidió hacerse eco de ello en un artículo, recibiendo una respuestas de otros padres y madres que habían vivido casos similares… y de algunos/as que no comprendían su postura. “Como adultos, nadie nos dice por la calle “¡oye, dame un beso!”; y, si así fuera, no tenemos por qué dárselo a un completo desconocido. ¿Por qué los niños sí tendrían que hacerlo?”, defiende.
Lo mismo opina Mónica Serrano, psicóloga especializada en maternidad y crianza respetuosa, además de madre de una niña de 5 años. Ella cree que la empatía con los niños puede ser clave para llevar la situación de la mejor forma posible. “Nosotros tenemos recursos para evitar situaciones sociales incómodas, como no coger el teléfono o usar la diplomacia; pero los niños, no. Que al niño no le apetezca saludar a esta persona es tan normal como que a ti no te apetezca saludar a la vecina que te cae mal”.
Sabe que el término crianza respetuosa puede ser aún ajeno a mucha gente y lo explica con calma. “La crianza en general es una manera de relacionarnos entre padres e hijos; la crianza respetuosa es la forma de relacionarnos entre padres e hijos pero atendiendo a las necesidades físicas, psicológicas y emocionales de todos los implicados”. Opina que se ha tenido que acuñar ese término para diferenciarse de la tendencia conductista que se basa en la modificación de conducta y deja un poco de lado el aspecto emocional de la persona. “Vivimos en una sociedad donde se cree que al niño hay que transformarlo e imponer las necesidades del adulto sobre las del niño. Por ejemplo, si nuestra necesidad es que el niño coma en la mesa y no se levante pero tiene dos años… acabo dando prioridad a mi necesidad de adulto a la de mi hijo”.
Una idea que enlaza con las situaciones descritas. Si el niño no quiere saludar a alguien, puede que simplemente sea muy pequeño para entender que se trata de una norma social no escrita. “Hasta los 5 años ¡como mínimo! los niños no comprenden la norma social como tal debido a su desarrollo cognitivo. Están aún en una fase egocéntrica, solo son capaces de ver su propia perspectiva, la del yo. No pueden ponerse todavía en el papel del otro ni entender que el otro también tiene sentimientos, necesidades y objetivos o que se puede sentir rechazado”, explica Serrano.
El egocentrismo termina a partir de los 6-7 años pero insiste en que “esto no es una norma para todos, cada niño tiene su ritmo” y que no obligaría al niño a besar, tenga la edad que tenga. Y no sólo por respetar sus tiempos, sino también por prevención ante abusos sexuales que pudiera sufrir el menor en algún momento de su vida. “Es una de las bases de esa prevención: no obligar a los niños a tener interacciones que no les gustan, ya sea con su cuerpo o con su persona en general, para complacer a otros”, aclara. Y aunque haya a quien le pueda sonar exagerado, lo cierto es que esa es la idea que le transmitimos.
Modelo y escudo
Hay quien se pregunta: ‘Y si no obligo a hijo a saludar con dos besos, ¿cómo aprenderá las normas sociales y de Educación?’. “Aprenderán por imitación, no porque les diga mil veces tienes que saludar”, explica Serrano. “Si le obligamos a saludar/besar/hablar por educación con los desconocidos, le generaremos más rechazo a estas situaciones y además lo desempoderamos al transmitirle la idea de que su cuerpo y voluntad son menos importantes que las de los demás”.
Además, como padres y madres no solo servimos como pauta y modelo, sino como escudo. En los casos de contacto social del niño/a, el papel de los padres y madres es fundamental, tanto antes como durante y después de la situación que genera tensión en nuestro hijo. “Es fundamental validar al niño, acompañarle y poner límites al otro adulto en el momento en que el niño expresa su deseo de no querer que le besen o abracen”, explica Serrano.
Además, podemos tener una charla posterior que sirva para hacer un reflejo de lo que ha pasado: describir lo sucedido y dejarle a nuestro hijo/a claro que tiene derecho a no hacer algo que no quiera. Se trata de hacer una descripción de lo que ha pasado, sin juicios, para ayudar al niño a colocarse donde estaba para hacerle más consciente de su situación y también abrimos la puerta a que el niño hable si quiere hablar.
De cara a los otros adultos que conforman el entorno del niño, Vinka Jackson recomienda establecer pautas como pedirles que pregunten a los niños ¿puedo darte un abrazo? antes de dárselo y que atiendan con respeto tanto a sus sí como a sus no. “Para empoderar a la infancia, el cuidado debe hacerse entre todos con el objetivo de construir una generación donde el respeto sea mutuo y fundamental”.

0
Comentarios