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Nora Rodríguez: “La innovación debe educar en sintonía con el cerebro”

padresycolegios.comSábado, 1 de enero de 2022
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Para Nora Rodríguez es el propio cerebro social el que nos indica cómo y en qué momento potenciar aquellos valores que nos hacen esencialmente humanos, como la empatía, la generosidad o la gratitud.

 

Por Javier Peris

 

Educar en valores como la cooperación, la generosidad o la amabilidad no es una opción más ni un objetivo voluntarista: es reconocer y profundizar en que los seres humanos venimos preparados para conectar positivamente con los demás y aprender de ellos. Por ello la pedagogía de la felicidad responsable no es la búsqueda de una felicidad superficial para que los alumnos aprendan mejor, sino que los alumnos tengan en cuenta que la propia felicidad no excluye la felicidad de los demás.

¿Y eso quién lo dice? Responde la educadora Nora Rodríguez: “La ciencia, el conocimiento que tenemos de nuestro maravilloso sistema nervioso nos revela que en la evolución del ser humano también están presentes la cooperación y el altruismo. Se puede decir que la evolución ha diseñado nuestros cerebros para adaptarnos, interactuar y conectar con otros desde la bondad”.

Cooperar es útil

Nora Rodríguez es autora del libro Educar para la paz. La neurociencia de la felicidad responsable (Kairós, 2019). En sus textos y en las conferencias que imparte por todo el mundo explica, apoyándose en numerosos estudios de psicología, antropología y neurociencia, que no hay buscar muy lejos las respuestas a las grandes preguntas de la pedagogía y la Educación: “Es nuestro propio cerebro el que está predispuesto a la interacción armoniosa entre los individuos de la especie. Tenemos un cerebro social que actúa ya en las primeras etapas de la infancia descubriéndonos la utilidad de la cooperación”.

Esta cooperación o interacción creativa de la tribu se puede encontrar también en otras especies, y el libro de Nora Rodríguez no escatima en ejemplos sacados de la investigación con animales, especialmente primates. “Pero hay una diferencia sustancial en el ser humano -señala-, y es que es capaz de enseñar a sus crías a ser felices haciendo felices a los demás”.

Nora Rodríguez señala que la empatía, la compasión, la generosidad, la amabilidad o el propio amor por la naturaleza se encuentran inscritas en la genética humana y se manifiestan abiertamente en el comportamiento neuronal. “Educar de esta manera es hacerlo a favor de la biología”, sentencia la autora. Rodríguez detalla en su libro numerosos experimentos y estudios que avalan que esta “educación no es sino el resultado de una necesidad evolutiva”.

La ‘felicidad responsable’ que promueve Rodríguez es el resultado de aceptar y fomentar esta “predilección por el bien”. Una relación que respalda el comportamiento neuronal: “La satisfacción que produce un dulce o un juguete nuevo en un niño dura… lo que dura la dopamina, que pueden ser unos minutos. Por el contrario, si has educado al menor en gestionar el deseo la dopamina prolonga sus efectos durante seis o siete horas”.

Los obstáculos no son las limitaciones personales, todo lo contrario: “Ya hemos visto que la biología juega a nuestro favor y hay que aprovecharla dejando que fluya, que crezca esa capacidad para la bondad y la felicidad”. No, los peligros, según la autora, proceden más bien de “una sociedad controladora, que ahora ejerce esa presión valiéndose de las enormes posibilidades de los medios digitales. Y esta omnipresencia de la tecnología está provocando que los jóvenes vivan en dos mundos paralelos, dos vidas diferentes, con consecuencias todavía imprevisibles”.

Nora Rodríguez ha dedicado al bullying muchas investigaciones y actividades en el aula. En su opinión, este fenómeno “no es sólo el ejercicio de poder de un matón, o el resultado de un conflicto que se agravó porque no se quiso o se pudo resolver a tiempo; hoy también se gesta como un mecanismo de liberación ante el control social que los jóvenes están siendo expuestos y cuyo resultado es la ruptura de los vínculos”.

 

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El hábito de la felicidad

Nora Rodríguez lidera el proyecto ‘Happy Schools Institute. Neurociencias y educación para la Paz’. No es una receta de la felicidad ni un manual de autoayuda: “La felicidad no se logra sin esfuerzo; hay que educar en la fortaleza para superar la incertidumbre y enseñar a tolerarla”.

¿Y eso cómo se consigue? Entre las numerosas propuestas que recoge el último libro de Rodríguez (siempre ordenadas por edades), ella misma destaca el éxito de esta actividad: “Durante varias semanas trabajamos con los chicos y chicas la forma de ser, por ejemplo, agradecidos. Así le llamamos: ’25 días para ser agradecidos’. Y hacemos lo mismo con la generosidad, con la amabilidad… Porque al final se trata de aprender un hábito”. Y no son desafíos complacientes porque “la Educación -sostiene Rodríguez- nos debe inspirar y proporcionar los medios para transformar la sociedad”.

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