Nuevas tecnologías. ¿Funcionan o son simples adornos?

Cuando se habla de nuevas tecnologías siempre nos quedamos en llenar las clases de ordenadores, pero es absurdo. La inversión debe estar en la forma en que se usa la tecnología.

Últimamente en educación estamos viendo y oyendo hablar por todas partes de las famosas TIC (Tecnologías para la Información y la Comunicación).
Todo colegio que se precie debe fomentar su uso: tener pizarras digitales, Wifi, ultraportátiles y todo tipo de cachivaches que hacen que un colegio cualquiera pase a ser denominado Centro Educativo Digital. Y si además es centro bilingüe o plurilingüe, entonces ya es el no va más (al menos de cara a la galería).

Pero llegados a este punto no puedo evitar, como padre y docente, plantearme unas cuantas preguntas:

¿Es suficiente con que estos centros estén perfectamente equipados?
¿El profesorado sabe aplicar estas tecnologías a la docencia o se queda en mera publicidad engañosa?
¿Realmente padres y educadores sabemos lo que tenemos que enseñar a los alumnos de Primaria? ¿O cada uno tira por un lado?
Lo que está claro y en lo que hay unanimidad, es sobre las ventajas del uso de esas tecnologías en educación; la tecnología para los estudiantes está en su ocio, su hogar… Está en su rutina diaria, así que tendría que ser parte de su aprendizaje. Pero muchos de los centros que poseen esos materiales son muy opacos a la hora de explicitar el uso de dichos recursos al resto de la comunidad educativa.

Si hablamos de innovación educativa hoy en día, tengo que hacer referencia a Richard Gerver:
En 2005 fue reconocido como mejor director de escuela de Reino Unido tras convertir un colegio conflictivo en un caso ejemplar de innovación. Su libro “Creando las escuelas de mañana hoy” se ha convertido en un manual de referencia, aunque su salto a la fama, más allá del ámbito académico, llegó a través de sus vídeos en YouTube.
En su propuesta, la pasividad y el castigo dejan paso a la interacción y el placer de descubrir y conocer.

Recientemente ha estado en España como ponente en varios congresos y ha dejado una serie de ideas clarificadoras en este campo:
En primer lugar asegura que la época en que el profesor era el experto que sabía todo ya pasó.

Los profesores nos tenemos que ver como facilitadores, como expertos en ayudar a los alumnos a entender conceptos complejos. La clave está en hacerles ver que lo que aprenden a través de la tecnología tiene un uso en la vida diaria.
Una segunda afirmación es sobre la masificación de aparatos tecnológicos en las aulas: Cuando se habla de nuevas tecnologías siempre nos quedamos en llenar las clases de ordenadores, pero es absurdo. La inversión debe estar en la forma en que se usa la tecnología.

Por último deja caer una reflexión sobre el uso de algunos recursos: “El problema es que el equipamiento no cambia el sistema. Nos han llenado las clases con pizarras interactivas, pero se han usado igual que las de tiza. Hay que cambiar la mente del profesor y entonces sí cambiará todo lo demás”.